El futuro de BBVA vuelve a nublarse por Oriente. La crisis de Turquía, aparcada desde finales de 2018, cuando los movimientos del banco central y del Gobierno otomano lograron contener las tensiones, ha vuelto a resurgir con intensidad en los últimos días.
La lira turca ha vuelto a desvelarse como el principal termómetro de las dudas sobre la salud del país. La moneda experimentó el pasado viernes un desplome superior al 5% frente al dólar, después de que varias firmas de análisis, entre ellas JPMorgan, aconsejaran a los inversores deshacerse de sus posiciones en liras.
Aunque la moneda ha logrado recuperarse en los últimos días de ese descalabro, después de que el propio presidente turco Recep Erdogan amenaza con actuar contra los bancos que estuvieran fomentando la especulación sobre la lira, algunas informaciones apuntan a que el descalabro sólo ha sido frenado por la actitud de la banca turca, que, a instancias del Gobierno, está poniendo trabas a la venta de liras.
Las acciones de Garanti han cedido cerca del 21% en cuatro sesiones, fulminando más de 1.400 millones de capitalización
Pero los temores de los inversores sí han logrado manifestarse en la bolsa de Estambul, donde el principal indicador, el Bist 100 sufrió este martes un descalabro superior al 5,6%, en lo que supone su mayor revés desde el verano de 2016. En cuatro días ha perdido más de un 11% de su valor, arrastrado por el sector financiero.
En ese contexto, Garanti, la filial de BBVA en Turquía, se ha situado entre los más penalizados. La entidad, controlada casi en un 50% por el banco español, cedió este martes un 8,88% y ha visto esfumarse ya cerca de un 21% de su valor en cuatro días, fulminando todo lo recuperado desde el pasado diciembre. Su capitalización se ha reducido en más de 1.400 millones de euros.
El descalabro de Garanti supone la reapertura de una crisis que ha venido golpeando con fuerza a BBVA en los últimos años y que parecía reconducida desde finales del año anterior. No es casualidad que este martes, en una jornada positiva para el conjunto de los bancos europeos, la entidad que preside Carlos Torres Vila se destacara como la única de todo el EuroStoxx que cerró en negativo.
Tras un buen arranque de año, favorecido en buena medida por el mejor ambiente inversor en Turquía, BBVA ha visto en las últimas semanas limitarse el optimismo de los inversores. Sin duda, el banco se ha visto penalizado por la preocupación que ha despertado en la banca el nuevo rumbo de los bancos centrales, que parece presagiar un periodo prolongado de tipos bajos. Pero a esas cuestiones el segundo mayor banco del mercado español vuelve a sumar la crisis turca.
La exposición de BBVA a Turquía ha sido objeto de inquietud en los últimos tiempos para inversores, el BCE y agencias de rating. De hecho, S&P mantiene la nota que otorga a la deuda del banco en perspectiva negativa desde el pasado agosto por su fuerte presencia en el mercado otomano.
Los bancos del país estarían tratando de evitar el desplome de la lira, poniendo trabas a su venta
En un reciente encuentro con los analistas de Alantra, la dirección de BBVA se mostraba convencida de que la situación económica de Turquía evolucionaba de forma positiva, tras las recientes reformas de las autoridades otomanas. Pero los últimos acontecimientos vuelven a poner en cuestión la fortaleza de un país asolado por un paro creciente, una inflación galopante y una serie de desequilibrios fiscales que la hacen muy dependiente de la inversión exterior.
En medio de un escenario político enrarecido -este fin de semana se celebran elecciones locales en las que la oposición a Erdogan podría ganar plazas muy importantes-, los datos que muestran el intenso empleo por parte del banco central de sus reservas de divisas extranjeras evidencian un intento deliberado por contener un nuevo desplome de la moneda nacional, en un momento en el que los ciudadanos turcos están acaparando depósitos en monedas internacionales, lo que es visto como otra señal de desconfianza en Turquía. El enfrentamiento diplomático del Gobierno con Estados Unidos es otra de las cuestiones que golpean la confianza inversora en el país.
BBVA obtuvo en 2018 un resultado atribuido en Turquía de 569 millones de euros, un 31% menos que el año anterior, principalmente por el impacto de la divisa. Estos datos hacen de Turquía su cuarto mayor mercado, tras México, España, Estados Unidos y América del Sur, representando un 9,8% de los beneficios totales del ejercicio.
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