Es una situación que se viene gestando desde hace un lustro. La forma en la que consumimos los contenidos cinematográficos ha cambiado radicalmente gracias a la popularidad de Netflix, HBO y el resto de plataformas de contenidos en streaming, que han convertido en habitual eso de ver una película de estreno desde el sofá de casa.
Los grandes perjudicados, claro, han sido los cines, tradicionales templos a los que primero llegaban los grandes títulos de la industria. De hecho, este lunes ha comenzado en Las Vegas la CinemaCon, la gran convención de operadores de salas de cine, y en sus pasillos se susurra casi con terror el nombre de Netflix.
Allí, más de 3.700 dueños de salas de cine tendrán que hallar una solución para el mayor problema del sector: levantar una facturación que lleva un lustro estancada. Desde el año 2014, los ingresos de los cines por la venta de entradas apenas han aumentado un 3%, mientras en el mismo periodo de tiempo las plataformas de contenidos en streaming se anotaban un crecimiento del 28%.
Así lo recoge el informe Theme Report 2018 publicado por la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos, que apunta que la recaudación total a nivel mundial de las películas estrenadas el pasado año alcanzó los 41.100 millones de dólares, casi 37.000 millones de euros, apenas 600 millones más que en el 2017.
Este año debería ser especialmente bueno para el cine en cuanto a recaudación. Sólo en la primera parte del año se estrenarán pesos pesados como Capitana Marvel -que está a punto de superar los 1.000 millones en taquilla-, la nueva entrega de Spiderman, la resolución de la saga de Los Vengadores y la cuarta película de Toy Story, además del cierre de la enésima trilogía de Star Wars.
Con semejante artillería los números deben -tienen- que mejorar, o este puede ser un curso muy largo para una industria cinematográfica que ya ha empezado un proceso de fusiones y compras que parecía inevitable.
China, un filón
Según dicho informe, la facturación mundial del cine tiene una fuerte dependencia de China. El gigante asiático, por razones evidentes, es un territorio clave para la industria y genera casi uno de cada cuatro dólares que se llevan las salas, sólo por detrás del evidente tirón de Estados Unidos.
Así, las películas estrenadas en China consiguieron facturar 9.000 millones de dólares, 8.000 millones de euros, en 2018, multiplicando por cuatro al siguiente país en la lista, Japón, que supera por poco los 2.000 millones de dólares, casi 1.800 millones de euros. Los dos primeros países por ingresos, China y Estados Unidos, generan para el sector cinematográfico el 50% de la taquilla mundial.
En esa clasificación España se queda algo rezagada, aunque mantiene una digna undécima plaza con 700 millones de dólares, casi 625 millones de euros, de recaudación de las películas estrenadas en nuestro territorio.
En cuanto a territorios, latinoamérica se ha convertido en un verdadero agujero para el cine. La recaudación se ha desplomado un 22% respecto al año 2017, después de experimentar un crecimiento superior a los 20 puntos porcentuales en el 2016. Argentina, uno de los países más importantes de la zona, es uno de los principales responsables del hundimiento, con una caída en los ingresos del 41%.
La única zona geográfica que consigue mejorar sus números es la de Asia-Pacífico. Con China y Japón a la cabeza, y con siete países entre los 20 primeros, la región aportó 16.700 millones de dólares, casi 15.000 millones de euros, con un repunte del 5%.
Feroz competencia
El cine se ha encontrado con la feroz competencia planteada por las plataformas de contenidos en streaming. Netflix es sólo el dominador de un sector en el que cada vez hay más actores y, además, cada vez son más potentes.
Los gigantes de internet ya están más que posicionados con su propios servicios. Amazon tiene Prime Video con contenidos de calidad y, además, fuertes lazos con los tenedores de derechos deportivos para emitir competiciones muy populares como la NFL, y Apple ya ha esbozado lo que será TV+, con un fuerte desembarco de pesos pesados de Hollywood.
A ellos habrá que sumar, en apenas unas emanas, a Disney, que es el ejemplo perfecto de que toca pivotar o morir. Después de romper el acuerdo que unía al estudio con Netflix para emitir ahí muchos de sus contenidos, Bob Iger y sus muchachos ya han terminado de perfilar Disney+ que llegará a España con un precio bastante atractivo.
Disney tiene la ventaja de que desembarca en el abigarrado sector con una alineación difícil de superar: todo el universo cinematográfico de Marvel, series como Daredevil o Jessica Jones, todas las películas de Star Wars y, además, los clásicos de dibujos animados. Adaptarse o, de momento, sufrir.
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