Podría convertirse en el próximo ministro de Economía si al Partido Popular le salieran las cuentas después de las elecciones del 28-A, pero era un completo desconocido hace apenas seis años. En 2013, cuando Daniel Lacalle (Madrid, 1967) publicó su primer libro Nosotros, los mercados, trabajaba como gestor de fondos en la City londinense. La prima de riesgo abría los telediarios, el Gobierno de Rajoy había pedido 100.000 millones a la Unión Europea para sanear el sistema financiero español, y Mario Draghi ya había prometido que el BCE haría "todo lo que fuera necesario" para sostener el euro. En la España que temía los recortes y a los hombres de negro, Lacalle se convirtió en un intérprete a contracorriente de lo que los mercados internacionales pensaban y temían. Era una de las pocas voces que los defendía.
Lacalle decía entonces que responsabilizar a los hedge funds de la crisis era como echarle al camarero la culpa de la comida del restaurante. Y frente a la imagen de tiburones financieros sin escrúpulos, él daba a entender que la descripción de los gestores encajaba más con la de los empollones de la clase de mente privilegiada para las matemáticas que con el Gordon Gekko de Wall Street.
Lacalle nunca culpó a "los mercados" del recorte en derechos sociales y la austeridad de la crisis: “Nadie, ningún inversor, exige que un país deje de gastar en servicios básicos", me dijo en la primera entrevista que le hice para Actualidad Económica en 2013. "Quienes deciden recortar esos gastos pero mantener coches oficiales, televisiones autonómicas y administraciones multiplicadas por 17 son los políticos. El inversor sólo pide que se ajusten los gastos a los ingresos fiscales y la demanda de bonos que el país puede asumir”. Ahora el político es él.
De gestor a político
Quienes lo conocen desde aquella época, en la que apenas tenía 5.000 seguidores en Twitter (ahora tiene 156.000) aseguran que este economista, padre de trillizos adolescentes, era mucho menos sociable que ahora y "más reservado" cuando trabajaba en la élite de la gestión de fondos. Todos coinciden en que era "muy inteligente", "generoso" y estaba siempre "muy preocupado por España". En Londres fue gestor de fondos, primero en Citadel y luego en la prestigiosa Pimco. De aquellos años Lacalle conserva su fama de buen olfato para los mercados, sobre todo en el área de energía. "Era el número uno", afirma desde Londres alguien que lo conoce desde hace más de una década.
A medida que ha ido aumentando su fama en los medios, ha ido decreciendo su prestigio en los mercados como gestor
A raíz de sus colaboraciones en medios, en prensa, radio y televisión, su libro empezó a convertirse en un bestseller y él en uno de los economistas más conocidos del país. Según la editorial Deusto, Lacalle es el autor de ensayos económicos más vendido en España, con cerca de 60.000 ejemplares. Sus libros se han traducido al inglés, al chino y al portugués.
En 2016, cuando ya estaba establecido en España, fue elegido uno de los 20 economistas más influyentes del mundo, según el ranking Richtopia. Y durante cinco años consecutivos estuvo en el Top 3 de los mejores gestores del Extel Survey, el ranking de Thomson Reuters, en las categorías Estrategia General, Petróleo y Eléctricas.
Sin embargo, a medida que ha ido aumentando su fama en los medios y su cercanía al Partido Popular, ha ido decreciendo su prestigio en los mercados como gestor. A finales de 2018, la firma de banca privada para la que trabaja ahora, Tressis, fusionó su fondo Adriza International Opportunities con otro de la casa, debido a su escasa rentabilidad. Por entonces Lacalle ya era asesor en materia económica de Pablo Casado, presidente del PP.
Cuando esta firma presentó el fondo del recién llegado Lacalle en febrero de 2016, aspiraba a alcanzar un patrimonio de 20 millones de euros en un año. Sin embargo, dos años y medio después, apenas sumaba cinco millones bajo gestión y su rentabilidad era muy inferior a su índice de referencia.
En junio de 2017, Lacalle dejó de ser director de Inversiones de Tressis Gestión para convertirse en su economista jefe, y aunque permanece vinculado a Tressis, fuentes conocedoras de la compañía afirman que hace tiempo que el papel de Lacalle se centra más en la proyección pública de la firma y su presencia en eventos para atraer clientes, que en su capacidad de análisis y gestión. "Al pequeño inversor en bolsa le gusta porque lo conoce de la tele y las redes, pero para los grandes patrimonios su popularidad no es ningún atractivo", afirman esas fuentes, que reconocen cierto malestar en la firma de banca privada a medida que se ha ido politizando su perfil.
Gurú económico del PP
Cuando el PP de Pablo Casado anunció su fichaje como gurú económico, el malestar en ciertas esferas del PP fue notorio. Sobre todo entre los partidarios de que ese peso en el partido lo siguiera llevando Alberto Nadal, que como secretario de Estado de Energía tuvo mucho peso en el Gobierno de Rajoy y conoce los entresijos de las subsecretarias de los ministerios. "¿Qué hace Casado metiendo un tertuliano a llevar el programa económico teniendo un cerebro experimentado como el de Nadal que tiene las cuentas en la cabeza?", se pregunta un ex alto cargo del partido, que piensa que "el nuevo PP está dilapidando el legado de Rajoy".
Antes de su buena sintonía con Casado, a quien había apoyado en las primarias, Lacalle ya mantenía muy buena relación con el Partido Popular de Madrid, tanto con Esperanza Aguirre como con Cristina Cifuentes, a las que considera sus amigas. Aunque algunos de sus primeros contactos con el PP fueron con María Dolores de Cospedal, quien siendo presidenta de Castilla La-Mancha, mantenía contactos con el economista cuando todavía estaba en la City.
Es difícil saber cuánto había en aquel interés de los populares de acercarse a aquel joven economista español en Londres para que les asesorara y ayudara a mejorar la imagen internacional de España entre los fondos y cuánto para evitar que siguiera criticando las medidas fiscales de Guindos y Montoro, con los que inicialmente, en medio de la crisis, empezó siendo muy crítico en sus apariciones en medios.
"Mi relación con el PP empieza antes de las elecciones de 2011", explica Daniel Lacalle en conversación telefónica. "Tuve varias reuniones con futuros ministros de Rajoy hablando sobre la economía española. Entonces yo estaba en Inglaterra y me ofrecí a darles más información de primera mano de lo que veían los compradores de bonos".
Lacalle cuenta que le mostraba al equipo económico del PP de entonces una realidad peor que lo que ellos ya intuían, porque la información que recibían venía de organismos internacionales que suelen ser más diplomáticos. "Tengo muy buena relación con el PP desde entonces, porque siempre me escuchaban. Fui muy crítico con las primeras medidas fiscales, pero tuve una buena relación con ministros y con el presidente Rajoy". Y añade: "A diferencia de otros gobiernos, que se niegan a escuchar a los que tienen una visión crítica".
Lacalle asegura también que mantiene su amistad con Cristóbal Montoro, "con quien siempre he tenido una relación abierta y cordial". Pero dentro del PP con quien asegura tener una "afinidad al 90%" es con Pablo Casado y con Teodoro Garcia Egea. Este último asistió a la fiesta que dio con su mujer en el Hotel Palace, con motivo del 50 cumpleaños de esta, y a la que también asistió Esperanza Aguirre.
Si Lacalle fuera ministro
Si Daniel Lacalle llegara a formar parte del Ejecutivo no sería la primera vez que un Lacalle se sienta en el Consejo de Ministros. La familia de este economista liberal tiene una larga tradición política, aunque en filas enfrentadas. El abuelo de Daniel Lacalle, José Daniel Lacalle Larraga, fue ministro del Aire durante el franquismo.
En las antípodas ideológicas, de su padre y de su hijo, el padre de Daniel Lacalle es José Daniel Lacalle Sousa, militante antifranquista y dirigente del PCE que llegó a estar en la cárcel de Carabanchel por ello. Y ahora el Daniel Lacalle de la tercera generación, que puede llevar el apellido familiar de vuelta al Consejo de Ministros, no cree en la lucha de clases como su padre ni en el proteccionismo económico que defendía el régimen franquista de su abuelo, sino en el liberalismo.
El abuelo de Daniel Lacalle, José Daniel Lacalle Larraga, fue ministro durante el franquismo
"Daniel Lacalle sería un gran ministro de Economía por la experiencia internacional que tiene, en Londres estuvo en contacto con gente como Bernanke, Trichet y Gordon Brown", afirma un economista de la City. "España necesita un ministro que conozca bien los mercados, no alguien que no haya salido de la burbuja política. Alguien como también puede ser Luis Garicano o la ministra actual, Nadia Calviño, que gozan de prestigio internacional".
"La política se le va a dar bien si baja su tono a otro menos prepotente", afirma otro gestor de fondos que conoce a Lacalle desde su vuelta a Madrid. "Su perfil y su cabeza funciona muy bien trabajando de cara al público, porque es un showman y le gusta ser el centro de atención. Con las cifras en la mano, como gestor de fondos ya no vale, pero como showman sí. Y puede dar mucho juego en política", opina.
Que en una reunión cuente que Ben le dijo tal o cual cosa, refiriéndose a Bernanke, hay a quien le puede impresionar, pero a otros les parece un cantamañanas", afirman fuentes del mercado
Una de las principales críticas que le hacen sus detractores off the record es su "tono soberbio" y "afán de protagonismo". En el mundillo de los fondos de inversión, varias fuentes lo describen como un "name dropper", la expresión en inglés para definir a quienes van dejando caer nombres de gente famosa que conocen para hacerse los importantes. "Que en una reunión cuente que Ben le dijo tal o cual cosa, refiriéndose a Bernanke, hay a quien le puede impresionar, pero a otros les parece un cantamañanas", afirman las mismas fuentes.
"La gente te confunde con el personaje que aparece en una tertulia defendiendo argumentos dialécticos con mucha tensión. Pero el personaje no es la persona", comenta Lacalle.
En el entorno de la política y los medios, sin embargo, la crítica más común que hacen a Lacalle es su falta de experiencia en la negociación política. Algunos miembros del PP dudan incluso de que tenga suficiente mano izquierda para llegar a acuerdos entre bambalinas si llegara a ser ministro en un gobierno de coalición.
"Llevo toda mi vida llegando a acuerdos con personas de distintas opiniones y distintos objetivos en el sector privado en la banca de inversión, en los fondos, como asesor de empresas... ", responde Lacalle al plantearle las críticas. Y añade: "Cuando eres un personaje conocido por los medios, la gente te confunde con el personaje que aparece en una tertulia defendiendo argumentos dialécticos con mucha tensión. Pero el personaje no es la persona. Eso lo sabe cualquiera. Como se debate en los medios de comunicación no es como se debate fuera", afirma.
"En campaña magnificamos las diferencias, y después tendremos que magnificar las similitudes", afirma Lacalle
Pero si algo define una campaña electoral es el afán de protagonismo de los partidos, y en eso Lacalle ya está siendo muy útil al PP. El economista ha conseguido estar en el centro de atención mediática de la campaña electoral, a veces a su pesar, como con la polémica de las pensiones. Varios miembros del PSOE, incluido el presidente Sánchez, le han acusado de querer recortar las pensiones, por unas declaraciones en El Economista que el propio medio ha reconocido sacadas de contexto. “No es cuestión de tergiversación, han intentado destruir mi reputación”, sostiene Lacalle.
El tirón mediático de Lacalle, que hasta tiene ya su propio gif viral acusando de mentiroso al PSOE, puede serle muy útil al PP en unas elecciones en las que el voto en el centro derecha está más disputado que nunca. En Twitter son frecuentes los encontronazos entre Ciudadanos, Vox y PP. Esta semana Toni Roldán, responsable económico del partido de Albert Rivera, afirmó en una entrevista en Libremercado: "Casado está cambiando a los economistas del Estado por tertulianos". Lacalle se debió de dar por aludido respondió a Roldán en Twitter: "¿Casado le ha contratado a usted? Nos acabamos de enterar". Hace unos días, también en esta red social, el economista y candidato por Ciudadanos al Parlamento Europeo Luis Garicano tildó de “patético”, por simplista, un análisis de Daniel Lacalle en la que defendía que “bajar impuestos funciona”, algo que indignó al candidato popular.
También en la Cadena Ser han protagonizado los principales responsables económicos de los partidos un agrio debate muy bronco, con más enfrentamientos que propuestas, en el que hasta Pepa Bueno tuvo que cerrarles los micrófonos de Hoy por Hoy para que dejaran de interrumpirse.
"En campaña todo parece insalvable, pero en realidad eso es estrategia de campaña", responde Lacalle al preguntarle por la vehemencia de sus palabras. "Va a ser una legislatura de acuerdos. En campaña magnificamos las diferencias. Y después tendremos que magnificar las similitudes".
"Entre nosotros podemos llegar a grandes acuerdos y nos llevamos muy bien", afirma Lacalle sobre su relación personal con los responsables económicos del PSOE y Ciudadanos. "Con el de Podemos a lo mejor es difícil. Porque ya no es una cuestión de políticas económicas, sino de principios".
Sobre Vox prefiere ser cauto porque aún asegura no conocer el programa económico. "Nunca les he oido salvajadas como que haya que salir del euro o que haya que nacionalizar empresas. Creo que en el mensaje global están lo suficientemente alejados de Le Pen y de la Liga para poder llegar a acuerdos en las cosas importantes como la bajada de impuestos y reducción de gasto superfluo", explica Lacalle. Y añade que no está de acuerdo con el partido de Santiago Abascal "con la eliminación de Comunidades Autónomas, porque no creo que sea la solución, no creo que vaya a producir ahorros".
Entre fans y 'haters'
Lacalle es una figura muy polarizante que no suele dejar indiferente a quienes le conocen. O lo admiran o lo detestan. Es ponente en numerosas conferencias, un circuito en el que figura como uno de los economistas de mayor caché, donde es habitual que llene auditorios llenos de empresarios y directivos que hacen cola para que les firme sus libros y hacerse fotos. "Es uno de los pocos que tienen fenómeno fan", afirma un conocedor del circuito de conferenciantes.
La gente piensa que he entrado en Génova como Terminator en la comisaría de la película y no es así", afirma Lacalle
A Lacalle también se le acercan a pedirle selfies en lugares tan insospechados como el concierto de Slash, un guitar-hero del heavy metal de los 80 y 90 como guitarrista de Guns n' Roses que hace unas semanas tocó en Madrid. "Mucha gente se me acercaba sorprendido a preguntarme si era yo", recuerda Lacalle, a quien le encanta la música heavy y el rock.
"La gente piensa que he entrado en Génova como Terminator en la comisaría de la película y no", afirma el economista, que ha dado clases en varias escuelas de negocio como IE Business School y el Instituto de Estudios Bursátiles. "Cuando un partido político decide llevar en sus listas a una persona que es independiente nadie puede negar que esa persona va a mantener su independencia. Ese partido me pone en las listas sabiendo qué persona soy. Pablo lo que siempre ha valorado de mí ha sido mi independencia".
Si Lacalle no fuera ministro
Ninguna de las últimas encuestas recientes, dan al Partido Popular como favorito en las encuestas ni parece fácil que la derecha sume para gobernar. La situación parecía más favorable cuando hace unas semanas Lacalle dio el sí a Casado para ir en las listas.
"Si logra ser ministro, este salto a la política le compensará, si no perderá mucho dinero por todas las conferencias que no va a poder dar ni labores de consultoría por las incompatibilidades como diputado", afirma una fuente próxima a la faceta mediática del economista. "Si quedara mucho tiempo en la oposición, mucha gente no querría contratarle después porque ya no sería visto como un economista independiente sino de un partido. Pero si el PP perdiera y abandona la política rápidamente, no creo que dañara su imagen. El gran público entendería que no se quedase cobrando 70.000 euros pudiendo facturar diez veces más".
En su entorno el símil más frecuente para anticipar lo que puede pasarle a Lacalle de perder las elecciones es lo que llaman "el efecto Pizarro". Advierten a su amigo y compañero de tertulias que le puede pasar igual que a Manuel Pizarro cuando lo fichó Rajoy como gurú económico frente al Pedro Solbes del presidente Zapatero. "Son gente muy válida con mucha voluntad de cambiar las cosas que cuando ve que no pueden hacer nada de lo que tiene en la cabeza se frustran y se van", afirma alguien que lo conoce desde que empezó como conferenciante.
Lacalle, sin embargo, asegura que si ha dado el salto a la política es para quedarse y no esconde sus ganas de ser ministro. "Me parece desproporcionado decir que yo no voy a llevar a cabo una labor de oposición si hace falta hacerlo", responde ante la hipótesis de que el PP no llegue al Gobierno. "Si tuviese como objetivo tocar poder no tendría por qué haber ido en las listas. Muchos ministros no han ido en la lista de nada. Y muchos de los ministros del próximo gobierno no van en la lista de nada".
Pero no esconde las ganas de entrar en un hipotético Ejecutivo de Casado tras el 28-A: "Cuando tienes la ilusión por un proyecto como el que presentamos, llevarlo a cabo es la razón por la que te metes en esto", añade con cautela: "La decisión [de nombrar ministros] es del presidente del Gobierno. Y todo lo que sea servir a España para mí es un honor".
Tantas ganas tiene Lacalle de ser ministro que al preguntarle si pudiera elegir entre ser una estrella del rock y ministro de Economía, un melómano como él elige, sin dudarlo, el Consejo de Ministros: “por deferencia a los ciudadanos y a los fans del rock”, bromea.
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