España tiene que cumplir sus compromisos de reducción de emisiones de CO2 en las próximas décadas. Son compromisos con la Unión Europea y con toda la comunidad internacional a través de la ONU y del Acuerdo de París. Para cumplir con ellos el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha dejado hecho un plan su supone una auténtica evolución energética y ambiental de aquí a 2030. Y ahora pone en marcha el proceso para diseñar el siguiente paso y dibujar la hoja de ruta para llegar a 2050 con una economía descarbonizada.
El Ministerio para la Transición Ecológica ha abierto la consulta pública previa para elaborar la que formalmente se denominará Estrategia a largo plazo para una economía española moderna, competitiva y climáticamente neutra en 2050. El documento que establecer la manera con que se pretende alcanzar el objetivo de reducir a mitad de siglo las emisiones de gases de efecto invernadero un 90% en relación a los niveles de 1990 e incrementar las absorciones de estos gases a través de sumideros hasta llegar a la neutralidad de la economía nacional.
El Gobierno abre ahora la consulta, a las puertas de que arranque formalmente la campaña electoral del 28-A, para cumplir con la exigencia de enviar a la Comisión Europea un documento con los planes a largo plazo antes de que acabe el año. En el marco de la estrategia ambiental integral se establece un objetivo que el Ejecutivo considera esencial: llegar a 2050 con una generación eléctrica enteramente procedente de energías renovables.
El Gobierno de Pedro Sánchez, además de promover el boom de renovables hasta convertirlas en la única fuente eléctrica en tres décadas, también apuesta por potenciar los sumideros naturales: la gestión de suelos y bosques, manejo de la agricultura … para conseguir un balance neto de emisiones a mediados de siglo que compensen el CO2 que se siga produciendo por la economía.
En el documento con el que se activa la consulta previa para la Estrategia para los próximos 30 años se pide a cualquier entidad interesada información sobre cómo potenciar otros elementos transversales a largo plazo, como la economía circular, la transición justa para compensar los efectos sociales de los cambios económicos, el cambio de hábitos en el consumo de las personas, el fomento del empleo o renovación de la educación superior y la formación profesional para atender las nuevas necesidades laborales.
La estrategia a largo plazo con la vista puesta en 2050 llega después de que el Gobierno de Sánchez ya haya dejado hecho el plan con los pasos a seguir hasta 2030, a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), aprobado el pasado febrero. Un plan, en cualquier caso, cuyo contenido es revisable y no compromete al siguiente Ejecutivo que saldrá del 28-A.
La hoja de ruta hasta 2030, ya diseñada
El Consejo de Ministros aprobó el pasado 22 de febrero el PNIEC, la hoja de ruta con objetivos hasta 2030 en generación eléctrica para extender las renovables e ir reduciendo el uso de nucleares, carbón y gas, y que debía enviarse ya a la Comisión Europea para su aprobación definitiva a finales de 2019.
La hoja de ruta eléctrica del Gobierno integrada en el PNIEC recoge el retrato de cómo debería ser el sector eléctrico dentro de diez años, marcando la senda para reducir sus emisiones. La descarbonización de la generación eléctrica permitiría, según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica, rebajar el precio de la factura de la luz un 12% en 2030, en relación al precio que tendría si no se toman las medidas.
El plan del Gobierno pasa por disparar el uso de las renovables. De aquí a 2030 se duplicará la eólica (con una potencia al final de la próxima década de casi 50.300 megavatios, MW), se multiplicará por siete la fotovoltaica (hasta los 36.800 MW en 2030), se triplicará la termosolar (hasta 7.300 MW), casi se triplicará la biomasa (con 1.677 MW) y España se iniciará en la geotermia (30 MW) y en las energías del mar (50 MW).
El resultado es que se llegaría a 2030 con una capacidad de generación eléctrica total en España de unos 157.000 MW, un 50% más que los cerca de 106.000 MW actuales. Y de toda esa potencia dos tercios la concentrarían las energías limpias eólica, solar e hidráulica. Para cubrir la producción intermitente de las renovables (que dependen de que haya viento, sol o agua), se mantendrá el otro tercio de energía de respaldo.
El Gobierno sentencia al carbón y da por hecho que en 2030 no quedarán centrales eléctricas de carbón, desde los más de 10.500 MW actuales. Las eléctricas ya han emprendido el cierre de gran parte del parque de plantas de carbón, y que ya han pedido permiso para echar el cierre a nueve de las quince operativas para no asumir las inversiones que requerían los nuevos requisitos ambientales de la UE a partir de junio de 2020.
En el PNIEC también se da por hecho que la potencia nuclear en España se reducirá desde los 7.400 MW actuales hasta menos de 3.200 MW en 2030, en la segunda mitad de la próxima década echarán el cierre cuatro de los siete reactores que hoy funcionan.
La energía que se mantiene casi sin cambios es la generación mediante la quema de gas natural. La potencia de las centrales de ciclo combinado seguirán prácticamente estables desde los 27.500 MW actuales hasta cerca de 27.150 MW en 2030, convirtiéndose así en la gran potencia de respaldo para la transición energética hasta llegar a mitad de siglo con un sistema eléctrico 100% renovable.
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