El pasado 19 de marzo las autoridades de Ghana acudieron al mercado para emitir 3.000 millones de dólares (2.650 millones de euros) en bonos a distintos plazos los inversores se lanzaron en masa: la demanda rozó los 20.000 millones de dólares (17.700 millones de euros).
Sin duda, el apetito inversor se puede explicar por la voraz búsqueda de rentabilidad que preside los movimientos del mercado, en un entorno de bajos tipos de interés a nivel global. Pero también representa una muestra de la confianza que hoy por hoy genera un país que se postula como el que más va a crecer del mundo en 2019.
Un 8,8% fue el pronóstico que lanzó esta misma semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) para la economía del estado africano, en su último informe sobre la economía mundial. La previsión no tardó en ser considerada como excesivamente optimista; no en vano, ni el Banco Mundial (7,4%) ni FocusEconomics (6,2%) ni mucho menos la agencia de rating S&P (5,6%) pronostican unas tasas de expansión similares.
Pero lo cierto es que pocas instituciones cuentan hoy con un conocimiento tan profundo de la economía ghanesa como la institución que dirige Christine Lagarde. Este mismo mes, el FMI ha dado por finalizado un plan de apoyo financiero a Ghana iniciado en 2015 y por medio del cual le ha concedido préstamos por un valor aproximado de 1.000 millones de dólares. El director de la misión, Thao Zhang, no escatimó en elogios a las autoridades del país subsahariano a la hora de valorar los progresos registrados en este periodo.
El auge de la actividad petrolera, en un momento de fortaleza de los precios, respalda las buenas perspectivas de Ghana
La dependencia del país de los flujos de inversión externa, el peso del sector agrícola y, por ende, la relevancia de la evolución de los precios de las materias primas -especialmente el cacao-, los elevados déficit fiscales, la inflación descontrolada y los problemas del sector bancario situaban a Ghana en una situación de debilidad extrema. Ahora en cambio el país presenta un panorama mucho más alentador.
En buena medida el país es uno de los grandes triunfadores de la recuperación reciente de los precios del petróleo -el barril de Brent ha escalado más de un 40% desde finales de 2018- que le ha llega en un momento de notable crecimiento del sector en el país. Ghana descubrió sus primeras reservas de crudo en 2007 y a día de hoy se estima que tiene una capacidad de producción cerca a a los 200.000 barriles diarios. "Los descubrimientos recientes de petróleo en Ghana podrían aumentar significativamente la producción a partir de finales de 2020. Si los desarrollos previstos avanzan sin demora, podrían potencialmente duplicar la producción de petróleo en 2021, a aproximadamente 400.000 barriles por día", observa el FMI.
Para afianzar el potencial de esta industria, el Gobierno de Ghana, encabezado por Nana Akufo-Addo y con el financiero Ken Offori-Atta como Ministro de Economía, ha suscrito un acuerdo de cooperación con Noruega para la gestión de los recursos petroleros.
Asimismo, el país puso en marcha en 2018 un campo de gas que se espera que alcance su capacidad total ya este año. "Un suministro de energía estable apoyará la estrategia de industrialización del país como un impulsor específico del crecimiento no petrolero en el futuro", consideran los analistas de la agencia Moody's.
El país se ha beneficiado de la mejora de los precios del cacao, del que es el segundo mayor productor mundial
Y también el cacao, del que es el segundo mayor productor mundial, ha arrojado buenas nuevas en los últimos meses, con un incremento de los precios de hasta el 20% desde el pasado octubre. Riquezas mineras como el oro, los diamantes, el manganeso o la bauxita forman parte del conjunto habitual de exportaciones de una economía en la que la agricultura y la minería representan en torno al 35% del PIB, casi a la par con los servicios (40%).
Esta favorable coyuntura ha venido a respaldar los esfuerzos realizados por el Ejecutivo ghanés para controlar el déficit, sanear su sistema financiero -para lo que se ha abordado la resolución de hasta nueve entidades en los últimos años- y favorecer el desarrollo económico del país, con un plan de inversiones significativas, bajo la guía del FMI.
Precisamente, la mejora de la situación de la banca, es uno de los factores que, se espera, ayude al crecimiento de Ghana en 2019, mediante la reactivación del flujo de crédito al sector privado, que en 2018 llegó a contraerse en torno al 8%.
Los avances obtenidos en estos años han servido para hacer de Ghana uno de los países más atractivos del área para la inversión, por su estabilidad política. "Ghana es una de las democracias más estable de África, con un historial de transiciones pacíficas de poder que abarca casi tres décadas", resaltan en S&P.
Desafíos
Sin embargo, esta antigua colonia británica de alrededor de 30 millones de habitantes enfrenta también una serie de desafíos que llevan incluso al FMI a reconocer que, en lo que a sus perspectivas de crecimiento económico se refiere, los riesgos apuntan a la baja. "La elevada carga de la deuda y los riesgos fiscales de los sectores financiero y energético limitan el margen político. La gran pérdida de reservas de divisas en 2018 es un recordatorio de la exposición de Ghana al cambio en el sentimiento de los inversores y las conmociones externas, amplificadas por las necesidades de financiación aún elevadas del gobierno", comenta la institución internacional.
Sin duda la deuda es un problema de un calado muy reseñable para Ghana. No en vano, el país consume cada año alrededor de un tercio de los ingresos gubernamentales en el pago de los intereses de su deuda, "que es uno de los niveles más altos entre los soberanos que calificamos", apuntan en S&P. Esta situación viene derivada, en parte, de la escasa capacidad de la Administración ghanesa para lograr un nivel de cumplimiento efectivo de las obligaciones fiscales en el país, lo que lo convierte en uno de los países con menos capacidad de recaudación del mundo, con unas cifras que apenas alcanzan el 15%, aunque Moody's prevé que las medidas adoptadas en los últimos tiempos permitirán que esta cifra repunte en 2019 hasta el 17,1%.
Ghana vive en 2020 un año electoral, un periodo en el que tradicionalmente los gobiernos han incurrido en desviaciones fiscales
En un contexto de bajos ingresos, el Ejecutivo de Akufo-Addo ha puesto el foco en la contención del gasto en los últimos años y recientemente ha impulsado la aprobación de una normativa que prohíbe al Gobierno rebasar la cifra del 5% de déficit. Esta medida resulta fundamental a la vista de que 2020 es año electoral y que, en las dos últimas ocasiones (2012 y 2016) se produjeron notables desviaciones fiscales.
No obstante, desde la agencia Fitch se muestran escépticos sobre la efectividad de la medida y recuerdan que "los episodios pasados de desviación fiscal a menudo han sido causados por gastos excesivos que no se registraron hasta después del año fiscal". Por esa razón, los analistas de la firma, establecen que "las nuevas reglas fiscales deberán establecer un historial antes de que puedan considerarse un control significativo de la capacidad del gobierno para sobrepasar su objetivo de déficit".
A todo esto hay que añadir que, para un país con un elevado peso agrícola como Ghana, las consecuencias del calentamiento climático aparecen como una amenaza notoria. "Como el segundo mayor productor de cacao del mundo, la importancia del sector agrícola de Ghana aumenta la exposición del soberano a los riesgos del cambio climático. El sector agrícola sigue siendo vulnerable a los incrementos graduales de la temperatura, una estación seca más prolongada y una reducción de las precipitaciones anuales que también afecta el acceso a los recursos hidroeléctricos para la producción de energía", apuntan en Moody's.
Cuestiones todas estas que proyectan una sombra sobre las perspectivas a medio plazo del país africano, pero que no deberían evitar que, si todo marcha según lo previsto, la tasa de crecimiento de Ghana se convierta en 2019 en la envidia de todas las naciones.
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