El Programa de Estabilidad 2019-2022 remitido por el Gobierno el pasado martes a Bruselas y trasladado a los medios de comunicación a última hora de la noche ha generado un revuelo inesperado. Pocas novedades cabían esperar del documento en un año en el que no ha habido nuevos Presupuestos y en el que el programa electoral del partido vencedor en las elecciones generales del 28 de abril era casi un calco de aquellas medidas que no pudo sacar adelante durante la anterior legislatura por falta de apoyos (solo contaban con 84 diputados).
Sin embargo, ciertos cálculos fiscales incluidos en el documento se tradujeron en poco tiempo en lo que se ha considerado un 'hachazo' fiscal de entre 20.000 y 26.000 millones de euros hasta 2022. La chispa que hacía falta para que la oposición al completo se echara encima del Gobierno a través del foro público al alcance para desenmascarar una supuesta maniobra de ocultación de Sánchez a los votantes. ¿Por qué no lo dijo en campaña? Se preguntaban los líderes del PP o Ciudadanos.
Sin embargo, la estricta lectura del documento remitido a Bruselas y del Plan Nacional de Reformas que lo acompaña, muestra que esa supuesta subida tributaria esconde verdades y también medias verdades.
¿La estrategia de Sánchez es subir impuestos? Así es. La ministra de Economía, Nadia Calviño, lo dejó claro nada más alcanzar el PSOE la Moncloa el pasado verano. La estrategia no es ya reducir el déficit recortado gastos (o no solo así). Se trata de aprovechar el crecimiento económico e impulsar las reformas necesarias para que el crecimiento potencial sea superior, para que ello revierta en un incremento de los ingresos tributarios.
Y no solo eso. Desde las negociaciones Presupuestarias del PSOE con Unidos Podemos el pasado mes de octubre, ambas fuerzas convinieron que era preciso incrementar el peso de los ingresos públicos sobre el PIB con la idea de recortar los ocho puntos porcentuales que le faltan a España para converger con la media de la UE, y lograrlo haciendo pagar más a los que más tienen y aliviar la carga a las clases más bajas. Por tanto, Sánchez no ha ocultado en ningún momento su intención de elevar los ingresos tributarios.
Más aún, el programa electoral del PSOE, insistía en la necesidad de incrementar el peso de los ingresos tributarios sobre el PIB. Ahora bien, es cierto que no planteaba un calendario. No explicaba que se trataría de incrementar la partida de ingresos total en más de 20.000 millones de euros, al pasar de una ratio del 39,1% del PIB al 40,7% entre 2019 y 2022.
¿Cuál es ese calendario de subida de ingresos? El Programa de Estabilidad prevé que el peso de los ingresos sobre el PIB suba del 38,9% del PIB al 39,1% en 2019 en ausencia de nuevas medidas fiscales; al 39,8% en 2020; al 40,3% en 2021 y, finalmente, al 40,7% en 2022. Mientras tanto, la presión fiscal --relación de la recaudación tributaria respecto al PIB-- pasará del 35,1% en 2018 al 37,3%. De ahí los cálculos que hablan de incrementos de recaudación de más de 20.000 millones a golpe de mayor tributación.
¿Qué se pretende? Básicamente, cerrar la brecha del déficit en 2022, volviendo al equilibrio presupuestario ese año gracias a ese incremento de los ingresos y a un mayor control del gasto, aunque en menor medida. Ello redundaría primero en una reducción del saldo fundamentalmente por el efecto del buen ciclo económico, hasta el 2% este año; otra adicional hasta el 1,1% en 2020, y del 0,21% en 2021.
¿Solo subidas de impuestos? No es cierto. Del lado de los ingresos, el Gobierno plantea aunar el efecto de la subida de la recaudación por la vía de subidas de impuestos y la creación de nuevos tributos, con el propio del ciclo económico alcista. Porque la presión fiscal no varía únicamente cuando se modifican los impuestos. Dicho de otro modo, igual que prevé subir impuestos, el Ejecutivo también cuenta con que los ingresos tributarios aumentarán por el mero hecho de que se crearán más puestos de trabajo y subirán los salarios, por ejemplo. Y no solo en el año 2019.
Porque si un trabajador sale del paro y logra un empleo (en el que gane más que la prestación por desempleo) o logra un aumento de sueldo, pagará más impuestos directos, básicamente el IRPF, o consumirá más, lo que llevará a una mayor recaudación por impuestos indirectos, como el IVA. De hecho, los mayores incrementos de ingresos se estiman en el ámbito de los impuestos directos, como el IRPF, y por la vía de las cotizaciones sociales, en línea con una esperada reducción de la tasa de paro por debajo del 10% en 2022.
¿Pero se subirán impuestos? Sí, aunque tampoco es nuevo. El Gobierno dejó claro ya desde el Presupuesto alternativo para 2018, cuando el PSOE aún estaba en la oposición, que su intención era subir impuestos a las rentas más altas y hacer pagar más a las empresas. Sin embargo, aunque una vez en el Gobierno incluyó algunas de estas medidas, no llegaron a materializarse porque, de nuevo, no salieron adelante los Presupuestos para 2019. Lo que plantea el Programa de Estabilidad es que el Gobierno, ahora con una posición de Gobierno más holgada, volverá a intentar aplicar esta subida.
En cuanto a los tributos que se prevé incrementar, el Gobierno insiste en el documento remitido a Bruselas que la idea es subir el Impuesto de Sociedades que pagan las grandes empresas y los grupos consolidados, pero no el tipo nominal, sino el efectivo, mediante la limitación de las exenciones para evitar la doble imposición, que resultan de aplicación a los dividendos y plusvalías generados en el exterior como consecuencia de su participación en sociedades filiales, pasando del 100% actual al 95%.
Además, se exigirá una tributación mínima de un 15% sobre la base imponible positiva del impuesto. Además, el Ejecutivo ahora en funciones prevé un incremento escalonado de los tipos del IRPF a las rentas superiores a 130.000 euros y 300.000 euros. Asimismo, el tipo estatal sobre la base del ahorro se incrementará en cuatro puntos porcentuales para las rentas del ahorro superiores a 140.000 euros, pasando del 23% al 27%.
A ello se sumaría una subida de la fiscalidad del diésel --38 euros por cada mil litros--, del que el Gobierno insiste en eximir a los profesionales del transporte y al gasóleo bonificado. En este punto, el Gobierno no cierra la puerta a que les afecte en un futuro próximo, pues explica que se trata de "otorgar a sus usuarios un mayor tiempo para que se puedan adaptar en el desempeño de su actividad económica al uso de otros productos menos contaminantes".
¿Y qué otras medidas tributarias se barajan? No solo se acometerán subidas. El Gobierno insiste en la creación de dos nuevos tributos: la tasa sobre las transacciones financieras, conocida como 'tasa Tobín', y la que gravaría determinados servicios digitales, la llamada 'tasa Google'. Se trata de dos impuestos que ya se estaban tramitando en el Congreso de los Diputados cuando se convocaron las elecciones anticipadas y que el Gobierno confía en recuperar.
En todo caso, el Gobierno también explora, de la mano de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), la posibilidad de eliminar determinados beneficios fiscales que a día de hoy suponen una ahorro millonario para los contribuyentes y, al mismo tiempo, y alto coste para el Estado. De estos, están en estudio unos seis que tienen que ver con el IRPF y que suponen unos 13.000 millones de euros anuales, entre los que se encuentran deducciones de carácter social o la reducción por rendimientos del trabajo.
¿Y el 'hachazo' fiscal se aplicaría en 2019? No, de acuerdo con el Programa de Estabilidad. El documento recalca que el rechazo de los Presupuestos de 2019 hace que "este año la evolución de los ingresos venga marcada por un contexto de ausencia de nuevas medidas tributarias". En todo caso, este año seguirían aumentando a buen ritmo los ingresos públicos por una incremento esperado de la remuneración de los asalariados del 4,6%, medio punto más que un año antes, "lo que continuará favoreciendo la buena marcha del IRPF y la del gasto en consumo final, estimada en un 3,2%, que impulsará la recaudación de impuestos indirectos". Es decir, efecto inducido del ciclo y no solo impuestos.
Con estas estimaciones, el Gobierno espera que los ingresos tributarios se eleven en 10.000 millones de euros en 2019, hasta los 218.249 millones, un 4,6% más. Además, el Ejecutivo aprobó el pasado 28 de diciembre una batería de medidas de ingresos, entre ellas la subida de las bases máximas de cotización del 7%, que reportarán unos 3.500 millones de euros adicionales este año.
Será en 2020 cuando se pondría en marcha las medidas tributadas ya anunciadas, con un retorno en forma de recaudación de algo más de 5.600 millones de euros.
¿Entonces se da por descontado que no habrá más subidas este año? Lo cierto es que eso es algo que nunca se puede descartar, y menos cuando todo apunta a que de formarse un nuevo Gobierno, presumiblemente tras los comicios autonómicos y municipales de este mes de mayo, será progresista.
De hecho, en otra parte del Programa de Estabilidad, el Gobierno se cubre las espaldas en una acotación: "Sin perjuicio de las decisiones presupuestarias que pueda adoptar el nuevo Gobierno para el año en curso, esta estrategia fiscal parte del escenario actual de prórroga presupuestaria en 2019 para el Estado y la Seguridad Social, al que se añaden las medidas ya adoptadas por el Gobierno".
A esto añade que "para los posteriores ejercicios, y dada la actual situación política, se plantea un escenario para 2020 sin medidas a excepción de tres elementos que el Gobierno actual ya había planteado: el paquete tributario incluido en los Presupuestos para 2019, las medidas de lucha contra el fraude y la creación de las dos nuevas figuras tributarias que había impulsado mediante los correspondientes proyectos normativos".
Y es que, una vez explicado el textual del Programa de Estabilidad, solo queda saber si en efecto, el Gobierno será capaz de elevar los ingresos públicos en más de 20.000 millones hasta 2022 sin adoptar nuevas medidas o subidas de impuestos. Pero eso, de momento, no está en ningún papel.
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