El mercado laboral está superando todas las expectativas. Mientras el crecimiento del PIB mantiene su vigor tras haber dado muestras de ralentización en 2018, la creación de empleo no se agota y sigue avanzando a ritmos anuales cercanos al 3%, por encima de la propia economía. Y lo hace en medio de un incremento significativo de los salarios y de medidas legislativas directamente dirigidas a incrementar la caja de la Seguridad Social.
Esta evolución está dando oxígeno al Gobierno, que certifica que la cuenta de ingresos por cotizaciones crece a tasas de alrededor del 8%, por encima del gasto, pese a la revalorización con el IPC aplicada en 2018 y 2019. Así lo aseguraba el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, en la rueda de prensa para valorar los datos de paro registrado y afiliación a la Seguridad Social del mes de abril.
No obstante, las cifras de gasto tiene sus matices. De un lado, las estadísticas de pensiones arrojan un incremento de la nómina mensual de las pensiones --su número es mayor que el de pensionistas, porque una parte cobra más de una-- superior al 7% y del 5% solo en lo que se refiere a la jubilación.
Sin embargo, el Ministerio de Trabajo señalaba en una reciente nota sobre la ejecución presupuestaria de la Seguridad Social que a la hora de realizar comparaciones interanuales hay que tener en cuenta que la revalorización de las pensiones con el IPC en 2018 no se produjo hasta el mes de junio, cuando entraron en vigor los Presupuestos de ese año, a día de hoy prorrogados. Descontando este efecto, Trabajo asegura que en términos homogéneos los gastos del sistema crecen a un ritmo del 5,6%.
Dicho de otro modo, al Ejecutivo de Pedro Sánchez le salen las cuentas a muy corto plazo y la evolución del empleo está avalando que la subida de las pensiones con la inflación podría ser sostenible si se absorbe el actual déficit de la Seguridad Social, cercano a los 18.000 millones, sacando, como se prevé hacer en el Pacto de Toledo, gastos impropios del sistema con rumbo a los Presupuestos.
No obstante, el economista y el ex director general de Ordenación de la Seguridad Social Miguel Ángel García opina que para que este equilibrio se pueda mantener en el tiempo, harían falta crecimientos del PIB sostenidos del 3%, incluso una vez absorbido el agujero de las pensiones.
El dato clave
No obstante, en el presente más inmediato, para entender la fortaleza con la que el Gobierno prevé desembarcar de nuevo en el Pacto de Toledo y plantear otra vez para su aprobación definitiva la ligazón por Ley de las pensiones con el IPC, es preciso atender a otro dato clave. La evolución del empleo en abril ha vuelto a arrojar un incremento de la ratio de cotizantes por cada pensionistas. Esto quiere decir que cada vez hay más trabajadores para pagar las pensiones, pese a que el número de perceptores también crece de forma sostenida.
Actualmente, esta ratio alcanza el 2,30, su nivel máximo desde el mismo mes de abril, pero de 2013, hace seis años. Esta cifra es el resultado de un incremento de los afiliados del 1% desde diciembre pasado, frente a un incremento de los pensionistas del 0,1%.
Cabe recordar que los afiliados que la Seguridad Social incluyen no solo a ocupados, sino también a los parados, por los que el Estado cotiza. En este sentido, otra buena noticia es que mientras los afiliados ocupados han crecido a un ritmo del 1,5% desde diciembre, los parados han descendido un 5,5%, lo que también supone un ahorro para el Estado.
Trasladando estos datos a la comparación interanual, los pensionistas crecen en estos momentos a un ritmo del 1,29%, mientras que el empleo lo hace a tasas cercanas al 3%.
Los salarios también crecen
Pero no solo los cotizantes son importantes para valorar la capacidad de financiar el sistema. Otro aspecto clave son las cuantías. Tras la subida de las pensiones con el IPC, el importe mensual de la nómina de las pensiones crece a un ritmo del 7% --un 5% en el caso de la jubilación--.
Sin embargo, los salarios están subiendo con fuerza tras el incremento pactado en el sector público, del 2,5% para este año; el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI), y el IV Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que también está propiciando subidas pactadas superiores al 2%, aunque con ciertos matices.
Más importante aún es el efecto de medidas adoptadas por el Gobierno, como la subida de las bases máximas de cotización del 7%, de las mínimas en un 22,3%, tras el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 900 euros en 14 pagas; o la recuperación del subsidio para mayores de 52 años, acompañado de una cotización por el 125% del SMI, en lugar del 100%, lo que dará un buen empujón a las cotizaciones de los desempleados a partir de este mes de abril, cuando entre en vigor plenamente.
Todo ello hace que el efecto conjunto de empleo, salarios y cambios legislativo esté elevando las cotizaciones por encima del 8% y que el Gobierno, por ahora, pueda sacar pecho y decir que el déficit de la Seguridad Social se redujo en 2018 y lo seguirá haciendo en 2019. Todo ello mientras confía en un rápido acuerdo en el seno del Pacto de Toledo para sacar gastos impropios del sistema y cerrar el agujero de las pensiones en 2023.
Por lo pronto, de cara al año 2020, el Programa de Estabilidad incluye la previsión de que el peso de los ingresos por cotizaciones alcance el 12,8%, frente al 12,3% de los gastos, una diferencia de más de 5.000 millones de euros.
Sin embargo, no hay que perder de vista que las nuevas altas de pensiones siguen creciendo con fuerza, con una cuantía un 6,7% mayor. Para ello, el PSOE ya dejó claro en su programa electoral que era partidario de revisar la fórmula del factor de sostenibilidad, lo que abre la puerta a moderar las pensiones iniciales.
Y tampoco hay que olvidar que, como también reconocía Granado en la rueda de prensa de este lunes, la ratio de trabajadores sobre pensionistas aún está lejos del 2,7 que alcanzó en los años previos a la crisis, y que puede que estos niveles no se recuperen en mucho tiempo si no lo hacen antes de que se inicie la oleada de jubilaciones de los trabajadores pertenecientes a la generación del 'baby-boom'.
Es decir que con una maniobra para drenar el déficit de la Seguridad Social, las cifras de empleo y los salarios darían pie al Gobierno para apuntarse el tanto de una subida de las pensiones con el IPC compatible con una contención del déficit. Pero eso es solo sería en el corto plazo.
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