Casi todas las compañías eléctricas ofrecen tarifas que son más baratas por la noche, que es el momento en que la electricidad tiene un menor coste generalmente por haber menos demanda. Son las denominadas tarifas de discriminación horaria, por las que se paga un 35% menos de los costes regulados de la tarifa y que la electricidad consumida cuesta menos durante 14 de las 24 horas del día (a cambio de que durante el resto de horas se pague un poco más). A la gran mayoría de clientes les sale -o les saldría- a cuenta.
En los últimos meses se está produciendo un trasvase enorme de clientes hacia este tipo de tarifas con discriminación horaria. A principios de 2018 había en España un total de 3,53 millones de pequeños clientes –hogares y pymes con una potencia contratada inferior a 10 kilovatios- acogidos a esta fórmula. Más de dos millones de usuarios dieron el salto a este tipo de tarifas durante el año pasado.
Al cierre del año pasado eran casi 5,83 millones de hogares los que ya habían contratado la tarifa nocturna, según los últimos datos oficiales de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC). Y la previsión que maneja el Gobierno es que durante este 2019 la huida hacia este tipo de tarifas continúe y se sumen otros dos millones más de usuarios, hasta llegar a los 7,7 millones a finales del año.
El trasvase hacia la discriminación horaria se está produciendo tanto entre los clientes que tienen contratada la tarifa regulada (conocida como Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, PVPC) como entre los que cuentan con tarifas del mercado libre. De hecho, es muy mayoritariamente esta última modalidad la que aporta clientes de la tarifa nocturna. A finales de 2018, eran 750.000 los clientes con discriminación horaria en el PVPC (de un total de 11 millones) y casi 5,13 millones las que la tenían con una tarifa del mercado libre (de un total de más de 15 millones de usuarios).
El Gobierno y las eléctricas empujan
Las razones de la fuga masiva hacia la tarifa nocturna son varias. Las comercializadoras eléctricas del mercado libre reconocen que fomentan este tipo de tarifas (algunas incluso es la que ofrecen casi exclusivamente a sus nuevos clientes) porque, según argumentan las propias compañías, así mejoran sus márgenes trasladando parte del consumo de sus usuarios a la noche porque ellas mismas compran la electricidad a un mejor precio.
En paralelo, también el Gobierno promueve activamente el cambio hacia la tarifa nocturna para cambiar los hábitos de consumo de los ciudadanos. El Ministerio para la Transición Ecológica obliga desde el pasado octubre a las compañías obligadas a comercializar la tarifa regulada, las cinco grandes (Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y ahora también Repsol), a informar en cada factura que reciben sus clientes de cuánto habrían pagado en caso de contar con discriminación horaria.
La combinación de ambos factores ha hecho que el trasvase a estas tarifas vaya acelerándose cada vez más. De los dos millones de clientes que cambiaron a la discriminación el año pasado, un millón lo hizo en sólo los últimos cuatro meses de 2018: después de una fortísima escalada de precios de la electricidad al final de verano y en un momento en que se promocionó activamente desde el Ejecutivo las ventajas de la opción nocturna.
Una rebaja del 8% en el recibo
Tanto para la tarifa regulada como para las del mercado libre, existen dos tipos de contratos con discriminación horaria. Casi todos los clientes que han optado por la discriminación horaria tienen contratada la tarifa de dos periodos: con 14 horas valle en que el consumo sale más barato (de 22.00 a 12.00 horas en horario de invierno y de 23.00 a 13.00 horas en verano) y 10 horas punta en que sale ligeramente más caro. Una minoría –apenas 8.000 clientes del total de 5,8 millones con tarifa nocturna- han optado por otra fórmula que divide el día en tres periodos: 10 horas punta, ocho valle y seis supervalle.
Según las asociaciones de consumidores a la gran mayoría de los usuarios les saldría rentable dar el salto a las tarifas nocturnas, incluso sin cambiar sus hábitos de consumo (aunque es más ventajoso cuanto más consumo se traslade al horario de noche). Un consumidor medio puede ahorrar entre un 5% y un 8% en el importe final del recibo de la luz manteniendo sus costumbres en el uso de aparatos eléctricos. Con tener un 30% del consumo eléctrico concentrado en las horas valle ya sale a cuenta, y la gran mayoría de hogares con usos normales superan esa proporción.
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