El hundimiento de Vodafone en bolsa no encuentra suelo. Tras restar más de un 5% este lunes, en la que resultó su peor sesión en cinco años, la operadora británica ha sumado este martes un revés adicional del 3,75%, tras anunciar unas pérdidas millonarias que superan los 7.640 millones de euros en su último año fiscal.
Aunque la compañía explicó que los números rojos están engordados por los ajustes relativos a la venta de su negocio en la India, lo cierto es que las cifras del negocio reflejan una debilidad generalizada y que tiene, además, en el mercado español uno de sus grandes problemas, afectada por la elevada competencia en precios. En el mercado nacional, Vodafone cerró el ejercicio con unos ingresos de 4.688 millones de euros, un 5,5% menos que el año anterior, mientras que el resultado bruto de explotación cerró en 1.079 millones, un 24% menos.
El cúmulo de dificultades, que además de a Italia o España se extienden a otros mercados importantes como Italia, Rumanía o Sudáfrica ha obligado a la compañía a tomar medidas drásticas como el anuncio -por primera vez en casi 20 años- de un recorte de su dividendo del 40%, después de que su de deuda neta se situara por encima de los 27.000 millones de euros, un 8,7% menos que hace 12 meses, pero aún por encima de las métricas que la dirección de la compañía considera apropiadas.
Vodafone anunció este martes un recorte del 40% de su dividendo, tras registrar pérdidas de 7.640 millones de euros
Sobre todo, teniendo en cuenta la reciente adquisición por unos 18.400 18.400 millones de euros de los activos de televisión por cable y banda ancha de la estadounidense Liberty Global en Alemania, Hungría, República Checa y Rumanía. Esta adquisición ha agudizado en las últimas semanas la preocupación por la situación del balance de Vodafone, como quedó claro con la reciente decisión de Fitch de situar su rating en perspectiva negativa, advirtiendo de la necesidad de desinversiones.
Esta advertencia no ha pasado desapercibida para los directivos de Vodafone, que han anunciado ya la venta de su negocio en Nueva Zelanda y estudian otras desinversiones -como sus torres en Italia, Países Bajos, Reino Unido y España-, mientras se dispone a acelerar el lanzamiento de sus servicios de 5G en Europa para dar un impulso a su negocio.
La intención de la compañía es poner en marcha su red 5G en siete ciudades de Reino Unido, entre ellas Londres, el próximo 3 de julio, mientras que ofrecerá itinerancia 5G durante el verano en otras ciudades de Reino Unido, Alemania, Italia y España. El precio del 5G será el mismo que en 4G, tanto para clientes comerciales como para los consumidores.
En cualquier caso, nada de esto ha valido para que el mercado dé un respiro a un grupo que ha visto ya esfumarse un 17% de su valor en 2019 y que cotiza en sus niveles más bajos en una década tras restar cerca de un 40% de su precio en los últimos 12 meses. En ese periodo, la empresa ha pasado de valorarse en bolsa en unos 55.550 millones de libras (algo más de 64.000 millones de euros) a unos 34.005 millones de libras (39.191 millones de euros), lo que representa una pérdida de capitalización cercana a los 25.000 millones de euros.
Algunos analistas consideran acertada la estrategia del grupo de centrarse en el mercado europeo y el despliegue de su red 5G
La preocupación sobre la situación del balance de la operadora británica se ha visto agravada en las últimas semanas, tras la adquisición por unos 18.400 millones de euros de los activos de televisión por cable y banda ancha de la estadounidense Liberty Global en Alemania, Hungría, República Checa y Rumanía. Tras esta adquisición, la agencia Fitch situó su rating sobre Vodafone en perspectiva negativa, advirtiendo de la necesidad
Todas estas transformaciones y la percepción de que el grupo está logrando estabilizar algunos de los mercados que más quebraderos de cabeza le han dado en los últimos tiempos -como la propia España- han llevado al consejero delegado del grupo, Nick Read, a afirmar que Vodafone está "en un momento clave de transformación: profundizar el compromiso del cliente, acelerar la transformación digital, simplificar radicalmente nuestras operaciones, generar mejores rendimientos de nuestros activos de infraestructura y continuar optimizando nuestra cartera".
Una estrategia que, pese a ser incapaz de convencer a los inversores sí ha cosechado algún respaldo entre los analistas. Es el caso de Pierce Byrne, analista de Cantor Fitzgerald, quien pese a reconocer los desafíos a los que se enfrenta el grupo británico se muestra favorable a la intención de Read de centrarse en los mercados europeos y en el despliegue del 5G.
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