Sobre la economía española sobrevuela desde hace varios años una duda hasta cierto punto inquietante: ¿qué pasará cuándo vuelvan a subir los costes de la deuda? Con unos niveles de deuda pública que superan el billón de dólares y se aproximan al 100% del PIB, España es visto como uno de los países más sensibles a un futuro repunte de los tipos de interés en la Eurozona.
Sin duda, para las cuentas nacionales, el escenario de tipos en mínimos históricos en que se ha movido en los últimos años ha supuesto un alivio considerable, cuya relevancia en la recuperación económica reciente no debe minusvalorarse. Y por eso, cualquier atisbo de reversión ha sido siempre considerado como una amenaza.
Pero lo cierto es que lejos de plasmarse ese temido escenario, España sigue encontrando margen para exprimir el contexto de los tipos de interés en mínimo. Frente a lo que se preveía hace apenas unos meses, el Banco Central Europeo (BCE), que dirige Mario Draghi, se ha visto obligado a posponer hasta, al menos, 2020, cualquier subida de los tipos de interés en la Eurozona. De hecho, antes que llevar a cabo cualquier endurecimiento de sus políticas monetarias, la institución ha tenido que abrirse a aportar nuevos estímulos para combatir las señales de debilidad que arroja la economía europea.
Si se mantuviera la tendencia todo el año, el Estado se garantizaría un ahorro de 874 millones, durante 7 años y medio
En ese contexto, la deuda española se ha beneficiado durante este primer tramo de 2019 de una rebaja adicional de sus costes que ha llevado los intereses del bono español a 10 años a situarse en el 0,9%, su nivel más bajo desde 2016 y a apenas tres décimas del mínimo histórico que registró en septiembre de 2016. Desde el inicio de 2019, esta tasa se ha reducido en 52 puntos básicos, mejorando con mucho el desempeño del bono alemán, francés o italiano.
Estas rebajas han servido asimismo al Tesoro para colocar su deuda al coste más bajo desde 2017. Según los datos de la institución, entre enero y abril se colocaron en el mercado 74.882 millones de euros a un coste medio anual del 0,587%, lo que representa un coste por año de 439,55 millones, 42,3 millones menos de lo que habría supuesto repetir los tipos medios del año anterior. Si se tiene en cuenta, además, que esta deuda tiene una vida media en el entorno de los 7,5 años, el ahorro garantizado para las arcas del Estado a lo largo de este periodo ascendería a algo más de 317 millones de euros.
Además, si este escenario se mantuviera vigente a lo largo de todo el año, en el que está previsto que España emita deuda por un monto total de 204.526 millones de euros, el ahorro anual para el Estado superaría los 116 millones de euros y se elevaría hasta los 874 millones de euros a lo largo del periodo medio de vida de estos títulos. Aunque estas cifras pueden resultar limitadas en medio de los grandes números del presupuesto español suponen un paso más sobre la rebaja sostenida de los tipos medios de la deuda española en circulación que acumulan 7 años de descensos, desde que en 2011 -en plena crisis de la deuda- superaron el 4% hasta el 2,38% en que se situaron al cierre de abril.
En esta rebaja adicional, España se ha beneficiado, indudablemente, de un entorno de mercado favorable para la renta fija, ante la conjunción de incertidumbres sobre la economía global -y sobre la europea, en particular- y el consecuente abandono por parte de los principales bancos centrales de cualquier pretensión de endurecer sus políticas monetarias.
La evolución del bono español en 2019 mejora con creces la del alemán, el francés o el italiano
Pero en el buen tono particular de la deuda española no puede ignorarse la favorable visión entre los inversores internacionales de la economía española, que sigue mostrando una solidez muy superior a la de sus vecinos europeos: España creció en el primer trimestre de 2019 un 0,7%, frente al 0,4% de la Eurozona. Además, los resultados de las recientes elecciones generales han sido acogidos con cierto optimismo por los mercados, que valoran que un gobierno de izquierdas con influencia limitada de Podemos podrá mantenerse en la senda económica marcada por Europa y, al mismo tiempo, facilitar una salida política a la crisis de Cataluña.
En este contexto, los inversores internacionales han mantenido vivo su apetito por la deuda española, lo que ha servido para evitar cualquier tipo de tensión por el papel menos activo del BCE, que desde diciembre ha dejado de realizar compras netas de bonos. Los éxitos del Tesoro en las últimas colocaciones sindicadas de deuda, que se saldaron con cifras históricas de demanda, es una buena prueba de esto.
Y desde el Gobierno se confía en que una próxima mejora del rating español sirva de acicate adicional para el interés de los inversores en los bonos nacionales. El pasado marzo, S&P decidió mantener sin cambios la nota que otorga a España a causa de la incertidumbre política previa a las elecciones y, a la espera de que se forme un nuevo Ejecutivo, los expertos apuestan a que Moody's optará por la misma decisión cuando revise la suya el próximo 24 de mayo.
Sin embargo, son muchos los que auguran que si se mantiene la favorable inercia económica y no hay ningún rebrote de tensión en Cataluña, la deuda del Estado podría recibir un nuevo respaldo por parte de las agencias de crédito en la segunda mitad del año.
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