Son pocas las ocasiones en los que, en los mercados financieros occidentales se suele reparar en las actuaciones del Banco de la Reserva de Australia, pero cuando este martes el banco central del gigante oceánico anunció una rebaja de sus tipos de interés, la primera en tres años, fueron muchos los que se apresuraron a interpretar el movimiento como una señal de un cambio a nivel global.
Las tensiones que han vuelto a azotar a los mercados financieros en las últimas semanas con el resurgir de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China y, más recientemente, entre el gigante norteamericano y su vecino México han vuelto a dirigir todas las miradas hacia los bancos centrales mundiales, que más de una década después del estallido de la crisis financiera siguen mostrándose como el único refugio fiable al que apelar en tiempos de incertidumbre.
Parece lógico. No sólo por su indiscutible papel protagonista a la hora de dejar atrás lo peor del descalabro financiero global precipitado con la caída de Lehman Brothers, sino también porque de nuevo ellos desempeñaron una función fundamental a inicios de del presente año para aplacar las turbulencias desatadas por las embestidas comerciales del presidente estadounidense, Donald Trump: el BCE anunciando nuevas medidas y la Fed poniendo fin al endurecimiento de su política monetaria.
La garantía de Powell de que actuará en caso de que la economía empeore propició este martes una recuperación de las bolsas
El escenario actual tiene similitudes con el de entonces: la reanudación de la guerra comercial, que se suma a otras amenazas como el Brexit, vuelve a plasmarse en un debilitamiento de los indicadores económicos internacionales y el miedo a un descarrilamiento del crecimiento económico ha conducido a una brusca caída de las rentabilidades de la deuda -el interés del bono español a 10 años ha recortado en 2019 casi 90 puntos básicos hasta registrar un mínimo histórico en el 0,66%-, al tiempo que las bolsas se desinflan, conforme los inversores rehuyen todo aquello que parece sugerirles riesgo.
La diferencia, y no es baladí, es que si en enero tanto el Banco Central Europeo (BCE), con Mario Draghi al frente, y la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) de Jerome Powell contaron a su favor, en la tarea de aplacar la tensión, con un alivio del conflicto comercial no parece que ahora puedan confiar en una ayuda similar.
"El presidente Trump parece menos preocupado por las reacciones del mercado a sus políticas comerciales de lo que se pensaba anteriormente", observa Nick Kounis, jefe de análisis de mercados financieros de ABN Amro, quien prevé que "habrá una escalada continua del conflicto comercial entre los Estados Unidos y China / México y posiblemente otros en el futuro".
Estos temores son los que están llevando a diversas firmas de análisis a rebajar sus estimaciones de crecimiento a nivel global y pronosticando en algunos casos, fundamentalmente en la Eurozona, un estancamiento que llega a rozar peligrosamente la recesión.
A ese escenario es al que tendrán que hacer frente nuevamente los bancos centrales, en un momento en el que la duda está en si, tras años de medidas extraordinarias, han acumulado la potencia de fuego suficiente para volver a revitalizar una economía que desfallece. Si esta duda está presente en el caso de la Fed, que ha llegado a elevar sus tipos de interés hasta un rango entre el 2,25 y el 2,5% y se encuentra en pleno proceso de reducción de balance-, mucho más en el caso del BCE, que recién acaba de finiquitar su plan de compra de deuda (QE) y aún no se ha llegado a plantear elevar unos tipos que se encuentran en el 0% y en el -0,4% en el caso de la facilidad de depósito.
Los bancos centrales tendrán que combatir la debilidad generada por el nuevo episodio de guerras comerciales desde Estados Unidos
Con todo, el mercado parece otorgar cierta confianza a la capacidad de los líderes de la política monetaria para reconducir la situación. Sólo así se explica la favorable reacción que registraron este martes las bolsas mundiales después de que Powell garantizara su disposición a actuar aunque fuera con un condicionante tan poco comprometedor como el de "si fuera necesario". Si a media sesión los grandes índices de Wall Street recuperaban algo más de un 1,5%, en Europa destacaban las ganancias superiores al 1,7 y el 1,5% del Ftse Mib italiano y el Dax alemán, respectivamente, mientras el Ibex se anotaba poco más de un 1%.
Tampoco se puede obviar, como subraya Alberto Gallo, jefe de estrategias macroeconómicas de Algebris, que, pese a las fuertes caídas de las últimas semanas, las bolsas mundiales aún acumulan un rédito nada desdeñable en 2019, tras un espectacular inicio de año: como muestra, el Ftse All World aún gana casi un 9% en el año.
Pero son pocos los expertos que dudan que los bancos centrales tendrán que emplearse a fondo y sin demora para combatir una desaceleración que vuelve a complicar, además, sus objetivos de hacer remontar la inflación. Sin ir más lejos, este martes en la Eurozona se ha conocido que la inflación subyacente se situó en mayo en el 0,8%, cinco décimas menos de la registrada el mes anterior, lo que, según sugiere Bert Colijn, economista de ING, añade presión al BCE para anunciar cuanto antes nuevos estímulos.
La primera oportunidad llegará este jueves, cuando la institución que dirige Mario Draghi vuelva a revisar -todo hace indicar que a la baja- sus estimaciones crecimiento e inflación en la Eurozona para los próximos años. Del encuentro se esperan nuevos detalles sobre las nuevas subastas de liquidez a largo plazo para la banca, que ya adelantó en marzo, y que está previsto que se inicien en septiembre. Y desde A&G Banca Privada consideran que también podría posponer aún más en el tiempo la posibilidad de una subida de los tipos de interés que, actualmente ya ha descartado hasta, al menos, inicios de 2020.
ABN Amro contempla que el BCE iniciará en 2020 un nuevo plan de compra de activos para reactivar la economía
Éstas, en cualquier caso, serían sólo los primeros pasos de una nueva ofensiva que el BCE tendrá que implementar en los próximos meses si la debilidad económica se perpetúa. Sobre la mesa ya está la posibilidad de aprobar medidas que alivien en la banca el impacto de los tipos negativos y en ABN Amro ya contemplan que la institución tendrá que iniciar una nueva ronda de compras de activos que, prevén, podría iniciarse a partir de enero de 2020 y que calculan, podría prolongarse durante 9 meses a razón de 70.000 millones al mes.
Más relevancia para el devenir de los mercados globales podrían tener no obstante, las medidas que adopte la Fed para combatir la nueva amenaza de crisis. Y los inversores ya esperan que el banco central dirigido por Jerome Powell recurra este mismo año a los recortes de los tipos de interés. Estados Unidos se encuentra inmersa en uno de los ciclos de crecimiento económico más prolongados de la historia y que empieza a dar algunas señales de agotamiento. En este contexto, el impacto de los distintos frentes comerciales abiertos por Trump puede acabar por truncar la buena marcha de la mayor economía del mundo.
Es así como se entienden las palabras de este martes de Powell, abriéndose a actuar en caso de que la situación lo requiera. Los primeros indicios de cómo de necesario lo ve podrían surgir de la próxima reunión de la institución, el próximo 19 de junio. Pero lo que nadie duda es que la Fed tendrá que despedirse por mucho tiempo de cualquier movimiento para endurecer la política monetaria. Y no será, ni mucho menos, el único. "Desde nuestro punto de vista, la política del banco central tendrá que permanecer moderada durante mucho tiempo en los EEUU. E incluso más en los países con una acumulación de desequilibrios estructurales de deuda pública y privada. Estos incluyen la zona euro, pero también Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Suecia, anteriormente considerados como refugios seguros de la crisis", observa Gallo.
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