Los mercados financieros europeos se encuentran actualmente en un escenario de adaptación a una nueva realidad. Un año que se iniciaba con el fin del programa de compras de deuda (QE) del Banco Central Europeo (BCE) y, por ende, con la perspectiva de que la normalización de la política monetaria estaba ya en marcha, ha experimentado en apenas cinco meses un cambio radical, motivado por la debilidad económica, que no sólo ha alejado la probabilidad de una subida de los tipos en un horizonte previsible, sino que ha abierto la puerta a recortes adicionales.
Este cambio de escenario ha tenido su mejor reflejo en los mercado de deuda, donde las rentabilidades, lejos de experimentar el repunte pronosticado por muchos analistas han registrado en las últimas semanas un vertiginoso descenso a niveles, en muchos casos, históricos. Esta es la situación, sin ir más lejos del bono español a 10 años, cuyos intereses se mueven actualmente por debajo del 0,6%, cotas nunca antes vistas, tras restar más de 90 puntos básicos desde el inicio de año.
En sólo cinco meses, el interés abonado por una sindicada a diez años ha descendido en más de 80 puntos básicos
Y esta situación no ha pasado desapercibida para el Tesoro, que ha aprovechado este escenario para cubrir sus necesidades de financiación con una sustancial rebaja de sus costes. El pasado 30 de mayo la ministra de Economía, Nadia Calviño, confirmaba que las arcas públicas se habían ahorrado hasta entonces más de 300 millones de euros por la caída de los intereses. Y este miércoles la institución que dirige Carlos San Basilio ha dado un nuevo paso para seguir exprimiendo a su favor este escenario.
El Tesoro ha cerrado la emisión de 6.000 millones de euros de un nuevo bono sindicado a 10 años, a un coste del 0,629%, un nuevo mínimo histórico a ese plazo. Esta cifra supone que el Estado tendrá que asumir un coste anual por los intereses de este bono de 37,74 millones de euros y, por ende, abonará un total de 377,4 años durante sus diez años de vigencia.
En la última emisión de este tipo, celebrada el pasado 22 de enero, España tuvo que aceptar un tipo de interés del 1,462%. De haberse repetido ahora esa tasa, el coste del nuevo bono a 10 años habría ascendido a 87,72 millones al año y un total de 877,2 millones hasta su extinción en octubre de 2029. Es decir, la caída de los intereses en sólo cinco meses le ha supuesto al Tesoro un ahorro de unos 500 millones de euros en esta nueva emisión.
La demanda superó los 27.500 millones y los inversores extranjeros acapararon hasta el 86% de la colocación
La caída de los intereses ha estado favorecida por la fuerte demanda, que superó los 27.500 millones de euros y que permitió al organismo público repartir su deuda entre unas 212 cuentas. Entres éstas tuvieron un peso fundamental los inversores extranjeros, que acapararon un 86% de la colocación, la cifra más elevada de los últimos años. Reino Unido e Irlanda fueron el origen de más de una cuarta parte de los inversores, mientras que más del 10% de los títulos fueron demandados por inversores de Asia. Por tipo de inversor, las gestoras de fondo y las tesorerías de los bancos concentraron más de dos tercios de la deuda.
El Tesoro se ha felicitado por unos resultados que, considera, evidencian la confianza del mercado en la fortaleza de la economía española, que sigue creciendo a tasas muy superiores a las del conjunto de la Eurozona. Tras esta nueva emisión, los costes de financiación del Tesoro experimentan un nuevo recorte hasta el 0,51%, mínimos históricos.
Con esta tercera sindicación del ejercicio 2019 el Tesoro ha ejecutado el 57,7% de su objetivo de emisión a medio y largo plazo para todo el año (121.933 millones de euros), ha explicado el Tesoro a través de una nota de prensa.
BBVA, Crédit Agricole CIB, Goldman Sachs International Bank, HSBC, Santander y Société Générale han actuado como directores de esta emisión. El resto del grupo de creadores de mercado de bonos y obligaciones del Estado han actuado como codirectores.
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