Los tipos negativos vuelven a enseñorearse de los mercados de deuda. Y lo hacen con más fuerza que nunca. La combinación de unos crecientes temores económicos a nivel global, la persistente debilidad de la inflación y la expectativa de que los bancos centrales regalen una nueva dosis de estímulos monetarios para hacer frente a esta situación ha provocado en las últimas semanas una vertiginosa caída de las rentabilidades de la deuda que ha llevado a un creciente número de bonos a cotizar en tipos negativos.
Este escenario se ha visto azuzado este martes en la Eurozona después de que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, reconociera la necesidad de poner en marcha nuevos estímulos (ya sean bajadas de tipos adicionales o un nuevo programa de compra de deuda) si la situación económica de la región no mejora sustancialmente.
Los inversores se muestran cada vez más convencidos de que el BCE tendrá que aprobar en los próximos meses esas nuevas herramientas con las que combatir las nuevas amenazas que se ciernen sobre la economía, del mismo modo que se espera que la Reserva Federal de Estados Unidos -que se reúne entre este martes y el miércoles- abra la puerta a una próxima rebaja de los tipos de interés en el país.
El interés del bono español a 10 años ha caído en 2019 más de 100 puntos básicos
Con estos elementos sobre la mesa, las rentabilidades de los bonos soberanos europeos se hundieron a ritmos de doble dígito este martes, acelerando la tendencia a la baja que vienen reflejando desde hace varias semanas.
La deuda española no ha sido, ni mucho menos, una excepción en esta situación. El interés del bono español a 10 años alcanzó este martes un nuevo mínimo histórico, por debajo del 0,4%, tras restar 13 puntos básicos en un sólo día. Desde el inicio de junio acumula una caída de más de 30 puntos y son más de 100 los que se ha reducido desde que arrancó 2019 (lo que a su vez ha significado que la prima de riesgo con países como Alemania o Francia se haya reducido a niveles próximos a los 70 y los 40 puntos básicos, respectivamente, mínimos de varios años).
Obviamente, la caída de las rentabilidades se ha dejado notar en todos los plazos de la deuda española y ha provocado que, según los datos de Investing.com, todos los títulos de deuda españoles a plazos de hasta seis años coticen a día de hoy a tipos por debajo de cero, lo que significa que casi medio billón de euros en deuda del Tesoro ofrecen rentabilidades negativas.
Esto no significa que el Tesoro esté cobrando a los inversores que le han prestado dinero por todos esos bonos, ya que muchos, en el momento de su emisión (que es cuando se fija el precio que pagará el Estado durante la vida del mismo) salieron a tipos positivos. Pero sí muestra que, a día de hoy, los inversores están dispuestos a perder dinero por refugiarse en un bono español de hasta seis años, lo que, de no mediar ningún cambio brusco de la situación, se plasmará en las próximas emisiones de deuda. De hecho, ya el pasado 6 de junio España cobró por primera vez a los inversores que le prestaron su dinero por un bono a 5 años.
La caída de rentabilidades desde 2011 supone para el Tesoro un ahorro anual de hasta 17.000 millones
El escenario de los tipos negativos en los bonos, que surgió como una anomalía en un momento crítico para la Eurozona, en plena crisis de la deuda, ha acabado por perpetuarse en la región y su incidencia no ha dejado de crecer. Para las arcas públicas españolas este fenómeno ya ha significado unos ingresos nada desdeñables y ha contribuido a reducir el coste medio total que el Tesoro debe asumir por toda su deuda en circulación a un mínimo histórico del 2,4%, frente al más del 4% que pagaba al cierre de 2011.
Grosso modo, esa rebaja de rentabilidades, teniendo en cuenta el volumen actual de deuda pública supone un ahorro aproximado para el país de casi 17.000 millones de euros al año. Y todo apunta a que la cifra se seguirá reduciendo en los próximos meses, ya que las rentabilidades medias de las nuevas emisiones de 2019 son casi cinco veces inferiores.
Sin duda, la caída de los costes de la deuda española se enmarcan dentro de un escenario general propicio, en el que la práctica totalidad de los países europeos está experimentando un movimiento similar. Sin embargo, no puede obviarse que la deuda española ha tenido casi desde el inicio de España una evolución muy superior a la del resto de países europeos, sólo seguida de cerca por la del vecino Portugal.
Esto avala que la buena marcha de la economía española en los últimos tiempos, así como de la portuguesa, ha ido alejando poco a poco la percepción de ambos estados ibéricos como economías vulnerables de la Eurozona.
Un fenómeno muy extendido
No obstante, los tipos que pagan tanto España como Portugal por su deuda siguen siendo superiores a los de la mayoría de países vecinos. No en vano, países como Austria, Finlandia u Holanda, además de Alemania, extienden el fenómeno de los tipos negativos incluso a bonos de hasta 10 años.
Fuera de la Eurozona existen también casos paradigmáticos de esta extraña situación por la que los inversores optan por perder dinero por prestárselo a un Gobierno. Tanto Dinamarca como Suiza se sitúan entre los estados con una mayor proporción de su deuda en tipos negativos, hasta el punto de que casi la totalidad de sus bonos se encuentra en esta situación.
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