Mientras las negociaciones para conformar un nuevo Gobierno en España siguen su curso, algunos de los ministros que integraron el Ejecutivo de Pedro Sánchez hasta las últimas elecciones generales se han visto reforzados, más allá de que vayan a tener o no continuidad en el cargo. Otros, como la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, son objeto de todo tipo de vaticinios. A nivel interno, no se pone en duda que es una pieza clave para Sánchez, de puertas para fuera fuentes conocedoras de los entresijos de su departamento aseguran que se prepara el desmantelamiento de su cúpula. Hagan sus apuestas.
María Jesús Montero, que dio el saltó de un PSOE tocado en Andalucía a un Ministerio de Hacienda con la ardua tarea de sacar unos nuevos Presupuestos con 84 diputados, ha logrado cumplir las expectativas. Su derrota parlamentaria se vive a nivel interno del partido como una media victoria, por la forma en la que Ciudadanos y PP quedaron supuestamente retratados como meros escudos ante cualquier iniciativa política del Gobierno de Pedro Sánchez.
Nadia Calviño, a la cabeza del Ministerio de Economía, ha conjugado un discurso a favor del crecimiento económico sostenido en la competitividad y la productividad, con una apuesta férrea por la reducción de la desigualdad, todo ello sin entrar en territorios de conflicto directo con las empresas. Además, ha desplegado un amplio conocimiento técnico y su imagen europeísta es un gran activo para el Gobierno.
Sin embargo, pese a la gran valoración profesional y personal que a menudo se oye en los mentideros parlamentarios y entre los agentes sociales de la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, su continuidad está en duda por las polémicas suscitadas por su ministerio y las críticas vertidas tanto por patronal como por los sindicatos. La ministra, que logrará previsiblemente en este mes de junio alcanzar cifras récord de afiliación a la Seguridad Social, no tiene clara su continuidad.
De un lado es una de las personas más afines al presidente del Gobierno. Personalmente, estuvo a su lado en sus momentos más duros, en plena remontada política. Fuentes internas del PSOE aseguran que es una de las ministras mejor valoradas por el presidente y recuerdan que parte de su campaña se basó en logros alcanzados por la propia Valerio, como la subida de las pensiones con el IPC, el incremento del salario mínimo (SMI) hasta los 900 euros, la ampliación de los permisos de paternidad hasta las ocho semanas o la recuperación del subsidio para mayores de 52 años.
Sin embargo, la breve gestión de Valerio ha dado muchas veces de qué hablar por sus desencuentros con su secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, mientras que del lado de la Secretaría de Estado de Empleo también se han dado sonoras polémicas, como la aceptación y posterior rechazo a la creación de un sindicato de prostitutas o el último encontronazo con el Banco de España a propósito del SMI.
Decepciona a empresarios y sindicatos
Pero quizás el mayor problema es el desencanto generado por su gestión entre empresarios y sindicatos. Lo que es lo mismo que decir que, mientras la ministra defiende a capa y espada el diálogo social, los logros por los que el presidente saca pecho no acaban de convencer a los que allí se sientan.
De un lado, los sindicatos CCOO y UGT celebraron que la moción de censura de Pedro Sánchez prosperara hace un año. Abría una ventana de esperanza. Sin embargo, pronto se toparon con un mantra: el Gobierno no legislaría sin el acuerdo con los empresarios y otras fuerzas políticas de la derecha sencillamente porque su exigua representación parlamentaria no se lo permitía.
Con esa tara, aunque Sánchez regó sus últimas semanas de mandato con los conocidos como 'viernes sociales', no llegó tan lejos como pidieron los sindicatos. Aprobó una Ley e Igualdad sin su acuerdo, y después de haber pasado el tamiz de los empresarios; sacó adelante una subida del SMI que, sin poder ser criticada abiertamente por los sindicatos, suponía una voladura del acuerdo de negociación colectiva alcanzado por CCOO, UGT y CEOE-Cepyme, que habían pactado un calendario de subida más dosificado, y no acabó por legislar en materia de pensiones, pese a que su vinculación al IPC incluso estuvo en algún que otro borrador.
La gota que ha colmado el vaso es la prometida 'contrarreforma laboral', que pronto quedó en una derogación de los aspectos más lesivos de la reforma de 2012, y a día de hoy se ha prácticamente aparcado. El Gobierno se centra ya en negociar un nuevo estatuto de los trabajadores del siglo XXI.
Fuentes sindicales aseguran que no es un problema que se centre en Valerio, sino que, como en otros Gobiernos anteriores, Sánchez no ha acabado de dar más peso al Ministerio de Trabajo sobre Hacienda o Economía. Defienden la buena sintonía con Valerio en las reuniones, pero achacan al área más económica del Ejecutivo la resistencia a dar ciertos pasos.
De hecho, fue la ministra de Economía, Nadia Calviño, la que hace unas semanas dio carpetazo a la 'contrarreforma' laboral --ha llegado a incluir la 'mochila austríaca' en su Agenda por el Cambio-- que Valerio aún defiende.
Por otro lado, las presiones de la CEOE hicieron efecto, y la agenda reformista del PSOE se aguó poco a poco. Pero los empresarios no olvidan que la batalla librada para frenar el avance de algunas de las promesas sociales del Gobierno ha sido ardua.
De lado de las empresas, patronales sectoriales consultadas por El Independiente hablan de decepción básicamente por que el mandato de Pedro Sánchez, con Valerio como punta de lanza laboral, les ha traído una mayor carga administrativa y mayores costes.
No solo ha elevado el SMI un 22,3%, lo que ha impactado de lleno en las empresas contratistas --una parte se está organizando en CEOE para parar una nueva subida del salario mínimo--, sino que también han sufrido una subida de las bases mínimas de cotización en esa misma proporción, puesto que estas bases están vinculadas al SMI. A ello se suma una subida de las bases máximas del 7%. Y todo ello se traduce a día de hoy en un repunte de los costes laborales unitarios.
Con todo, la mayor oposición la ha encontrado Valerio entre los autónomos, según precisan otras fuentes. La Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) no ha escondido en ningún momento su descontento con la intención del Gobierno de transformar el sistema de cotizaciones actual por otro en el que las aportaciones se vinculen a los ingresos reales, opción que a día de hoy se encuentra en la 'nevera' de Trabajo.
Tampoco por la subida de las bases mínimas al ritmo del SMI, que finalmente se frenó en el ámbito del empleo por cuenta propia en medio de unas farragosas negociaciones.
¿Podemos en el Ministerio?
En lo que unos y otros coinciden es en que, si Valerio y su equipo salen del Ministerio, no será porque Unidas Podemos se ha salido con la suya y ha logrado encabezar el Ministerio de Trabajo, como han pedido a Sánchez en las negociaciones para formar Gobierno. Sería difícil de gestionar un diálogo social en el que estuvieran enfrentadas las tres partes.
Así es que Valerio no tiene todos los apoyos que harían falta para dar por hecho su continuidad y las quinielas apuntan a que su eventual relevo sería por alguien de la 'casa' y con el mismo peso específico. No obstante, la última palabra siempre la tiene el presidente del Gobierno, su amigo Pedro Sánchez.
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