El mercado ha dictado veredicto. Lo señalaba este jueves el presidente de la patronal bancaria AEB, José María Roldán: sólo hay que mirar a la reacción de los bancos en bolsa para entender que los inversores temen el efecto de los tipos negativos sobre el sector.
La reactivación de las políticas de estímulo por parte de los bancos centrales mundiales -y el BCE entre ellos- en los últimos meses para hacer frente a los signos de debilidad de la economía ha reabierto el debate entre el supervisor y las entidades sobre los supuestos daños que la perpetuación del escenario de tipos negativos provoca en los balances financieros.
Este jueves fue el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, el que recalcó un mensaje que ya es dogma en el seno de la institución: por el momento, los efectos positivos del escenario de tipos negativos (abaratamiento de la financiación o reactivación de los volúmenes de crédito) superan con creces al impacto negativo. "Los tipos negativos no son el problema de la baja rentabilidad de la banca", afirmó el exministro español de Economía, durante su intervención en un seminario financiero organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y la APIE, con el patrocinio de BBVA, en la ciudad de Santander.
En sólo dos meses, el sector financiero español ha restado casi un 14% de su valor en bolsa
Roldán, en cambio, aprovechó su participación en el mismo foro para rechazar esa lectura. "Es obvio", afirmó, que los tipos negativos son un lastre para las cuentas del sector, un mensaje repetido desde hace años por la mayor parte de la industria, que ve en la reciente evolución de sus acciones en bolsa la prueba más palmaria.
En la sesión de este jueves, los cinco valores del Ibex que registraron mayores caídas fueron entidades financieras. En una jornada que tuvo un tono general positivo en los mercados internacionales, motivado por el mensaje lanzado en la noche del miércoles por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), que abre la puerta a un próximo recorte de tipos en el país, los bancos se desmarcaron a la baja, con caídas que, en el caso de Sabadell, superaron el 4%, rozaron el 3,5% en Bankia y se situaron por encima del 2% para Bankinter y CaixaBank.
Este revés agrava una dinámica negativa reciente que ha llevado al índice bancario del Ibex a situarse en sus niveles más bajos en tres años, tras restar casi un 14% de su valor en sólo dos meses. La percepción entre los inversores, posteriormente confirmada, de que las incertidumbres que envuelven a la economía europea impedirían cualquier subida de los tipos de interés en un horizonte temporal previsible ha ido alejando a los inversores de unas acciones financieras que habían arrancado el año con energías renovadas, precisamente mientras se mantuvo vivo el escenario que apuntaba a un próximo inicio de la normalización monetaria.
Y esta huida se ha acelerado en las últimas semanas, a medida que los mensajes del BCE empiezan a apuntar hacia una nueva bajada de tipos -que el mercado ya asume que tendrá lugar este mismo año-, que supondría un refuerzo del escenario de tipos negativos en el que se mueve la economía europea desde hace ya cinco años.
En este contexto han sido precisamente los bancos menos diversificados fuera de la Eurozona -y por tanto los más expuestos a la política de tipos del BCE- los que han corrido con la peor parte. Bankia se deja ya un 23% de su valor desde sus máximos en el año, registrados en enero, lo que le ha conducido a sus niveles más bajos en tres años, dificultando así, además, la continuación del proceso de privatización de la entidad controlada por el Estado.
También en niveles de 2016 se sitúan tanto CaixaBank como Bankinter. La entidad que preside Jordi Gual ha visto esfumarse hasta un 27% de su valor en los últimos cinco meses, mientras que Bankinter, ha acumulado sus pérdidas desde el pasado abril, cuando cotizaba hasta un 20% por encima de sus niveles actuales. Este movimiento negativo ha sido igualmente replicado por Santander y BBVA, aunque con menor intensidad, gracias a la protección que representan sus negocios internacionales ante estas circunstancias.
La banca española vuelve a mostrar así su especial sensibilidad al entorno de tipos negativos, que, según denuncian, le supone un golpe en sus resultados por diversas vías: por un lado porque hace caer las rentabilidades de las operaciones de concesión de crédito, en un duro entorno competitivo que está ajando los márgenes del sector; por otro, porque la tasa negativa impuesta por el BCE implica que la institución que preside Mario Draghi cobra a los bancos por utilizar su facilidad de depósito, una especie de hucha en la que los bancos centrales guardan a diario sus excesos de liquidez.
El sector asume que tendrá que convivir con esta situación y descarta cobrar al cliente por los depósitos
El efecto que este tipo tiene en las cuentas de la banca europea no es baladí, ya que se calcula que el -0,4% que aplica el BCE a ese dinero representa una pérdida para el sector al año superior a los 7.500 millones de euros. Y este golpe no puede compensarse limitando la rentabilidad que los bancos aplican a los depósitos de sus clientes, ya que, según indicaba el propio Roldán este jueves, resulta impensable que el sector adopte una estrategia de cobrar a sus depositantes una tasa negativa. "De facto, el límite de remuneración de los depósitos minorista es cero", apuntó.
La banca española se ha mostrado más sensible a este escenario de prolongación de los tipos negativos que sus homólogos europeos. Una de las razones principales de esto se encuentra en la cartera de crédito de las entidades españolas, en la que los créditos a tipo variable -los que precisamente se hacen menos rentables en este escenario- tiene un peso relativo aún superior al de la industria bancaria europea.
Esto no significa, en cualquier caso, que la banca europea no haya padecido igualmente el golpe de esta 'amenaza' de nuevos estímulos monetarios. Sin ir más lejos, el índice sectorial de la banca europea en el EuroStoxx cerró este jueves con un recorte del 1,75% que abulta sus pérdidas de los últimos dos meses hasta el entorno del 16%.
Unas cifras que evidencian el mazazo que ha supuesto para el sector el nuevo giro de la política monetaria, que ha sido recibido por el sector con cierta resignación. "Tenemos que asumir que esta situación va a continuar y generar la rentabilidad del cliente con una mayor eficiencia", sentenciaba Roldán.
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