Es sólo una de las vertientes de la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos y China, pero puede acabar siendo una de las que de mayor a calado a escala internacional. Washington lanzó hace unos meses una auténtica ofensiva diplomática acusando a Huawei de espionaje industrial y problemas de seguridad en sus redes.
La crisis derivó en la imposición por parte de la Administración de Donald Trump de un veto contra el gigante tecnológico chino, que implica la prohibición de contratar sus servicios y que empresas norteamericanas no pueden suministrarle su tecnología. Una medida que Estados Unidos acaba de ampliar a otros cinco grupos tecnológicos chinos, ahondando la tensión diplomática entre ambas potencias.
De momento, el veto a Huawei no está siendo secundado por otras potencias y en Europa se siguen tomando con cautela las acusaciones que vienen desde el otro lado del Atlántico. Las grandes compañías de telecomunicaciones vigilan la situación con atención y preparan sus planes de contingencia por si se extiende la medida contra el gigante chino -que todas o casi todas tienen como uno de sus proveedores-.
Huawei es el mayor proveedor de redes para el 5G, la nueva generación de comunicaciones móviles en la que se asentará la revolución digital que viene. Y la aplicación de un veto total por otros países además de Estados Unidos podría suponer un retraso en el despliegue del 5G de al menos dos años en todo el mundo, según alertan fuentes del sector de las telecos.
“Si hay un veto generalizado y hay que dejar de trabajar con Huawei, habrá que sustituir los equipos ya instalados y buscar otros suministradores para los equipos del futuro. Si todos los operadores de telecomunicaciones lo hacen a la vez es evidente que se provocará un retraso en el despliegue del 5G en todo el mundo”, advierten desde las compañías de móvil. “Simplemente por los problemas logísticos el retraso sería de al menos dos años”.
Ante esta situación, las telecos ya empiezan a moverse y a buscar otras opciones. Esto es, otros proveedores. Las grandes compañías de telecomunicaciones negocian con nuevos suministradores de red core –el núcleo del sistema y el más delicado en materia de seguridad), de banda base y también de los componentes de radio para reducir su dependencia de los proveedores tradicionales y en concreto de Huawei, por la incertidumbre sobre su futuro.
El calendario que de manera general conjunto del sector de las telecos, por los plazos que impone la estandarización de los diferentes avances tecnológicos, pasa por que en 2020 ya se empiece a desarrollar un despliegue de las redes de 5G bajo demanda, que en 2021 se inicie el despliegue comercial de las infraestructuras y que sea a partir de 2022 cuando se produza la expansión masiva de la red. Pero la crisis de Huawei, si se agrava, amenaza con alargar los plazos.
Grupo Vodafone ya anunció su decisión de dejar fuera a Huawei de manera temporal del despliegue de nueva red core de 5G, mientras que mantiene a Ericsson. Otros grandes grupos de telecomunicaciones –entre los que previsiblemente se encontrará Telefónica- apostarán por promover que en todas las partes de la red de 5G participen varios proveedores y así protegerse ante potenciales problemas de alguno de ellos (léase Huawei).
La patronal del móvil GSMA –que agrupa a operadoras y a tecnológicas- ya ha advertido de que no se ha encontrado ninguna prueba contundente contra Huawei y contra sus estándares de seguridad, y tampoco ninguna evidencia de su vinculación a actos de espionaje. GSMA, la organizadora del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona, reclama que gobiernos y operadores móviles trabajen juntos para consensuar el estándar de certificación de seguridad de los equipos.
España, país prioritario
Huawei destinó en 2018 un total de 800 millones de dólares (unos 720 millones de euros) para desplegar redes de 5G en todo el mundo. Y en esta tarea tiene a España “como mercado prioritario en el desarrollo de la tecnología” y con “un compromiso de distribuir en España la primera ola del 5G en Europa”, según explican fuentes del fabricante a El Independiente.
“España es un mercado prioritario. Ya fuimos pioneros en el despliegue de la red de fibra óptica y colaboramos con los operadores para convertir a España en líder en fibra óptica. Con el 5G nuestro compromiso es el mismo”, apuntan desde la compañía tecnológica asiática
Vodafone ha estrenado este mismo mes la revolución 5G en España. Lo ha hecho con la tecnología actual, que aún no contempla el estándar tecnológico definitivo que permitirá explotar toda la potencialidad de la nueva generación móvil. Pero la compañía ya ha puesto en marcha la primera red comercial con parte de las características de la nueva generación.
Telefónica y Orange han optado por esperar a que haya más disponibilidad de tecnología, de dispositivos y de espectro radioeléctrico (el Gobierno español aún tiene que subastar licencias para la banda de 700 MHz), mientras que Vodafone se lanza a poner en marcha servicios 5G no sólo en España también en sus otros tres grandes mercados europeos.
Los clientes de Vodafone que quieran empezar a experimentar las virtudes del 5G han de tener un teléfono móvil compatible con la nueva tecnología. De momento, la compañía reserva esa posibilidad sólo tres modelos de los fabricantes Samsung, LG y Xiaomi (cuya compra financia la teleco y los usuarios pueden comprar a plazos). Quedan al menos de momento fuera los teléfonos de Huawei, aunque la compañía ya ha certificado la seguridad del móvil 5G del fabricante chino y espera el ok de su matriz para empezar a utilizarlo.
Hasta que llegue esta orden desde las oficinas centrales en Reino Unido, los teléfonos de Huawei quedan al margen del experimento de Vodafone con el 5G en España. Pero la compañía sí ha desarrollado su servicio apoyándose en redes de última generación de Huawei y de Ericsson, que participan -ambas- en el core las infraestructuras.
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