Entre los méritos de los que presume Bodegas Riojanas en su web corporativa hay un hito de resonancias bíblicas: haber sobrevivido a la tremenda invasión de filoxera que asoló los viñedos de La Rioja en 1898 y que llevó a la ruina a cientos de pequeños viticultores. Corrían tiempos agrios para el campo en una España que agonizaba como imperio. Pero, a esas alturas, algunos agricultores ya habían ganado músculo financiero suficiente no sólo para sobrevivir a las plagas.
Las familias Frías y Artacho, con raigambre en la comarca de Cenicero, eran un ejemplo. Ocho años antes de que el parásito arrasara La Rioja, habían fundado Bodegas Riojanas junto al empresario catalán Rafael Carreras. 129 años más tarde, la firma es una de las 13 bodegas centenarias que sobreviven en la región y se arma frente al doble reto que comparten los grandes bodegueros: la internacionalización y el comercio electrónico.
“Mis tatarabuelos nunca habrían imaginado adónde llegaría esta industria”, reflexiona en voz alta Santiago Frías, presidente del grupo familiar que elabora y comercializa enseñas tan conocidas como Viña Albina o Monte Real. El directivo, descendiente directo de los fundadores (es miembro de la quinta generación), ha pasado por Madrid esta semana para vender el último proyecto de la compañía: usar el blockchain para vender más vino.
¿Un bodeguero hablando de blockchain? “Para nosotros siempre ha sido fundamental mantener el equilibrio entre tradición y vanguardia”, explica Frías. “Ser una bodega clásica no implica hacer un vino antiguo”.
Blockchain significa, literalmente, cadena de bloques. Es un novedoso sistema que permite estructurar los datos y que anticipa enormes posibilidades para sectores como la banca o la distribución. Toda actividad que maneje cantidades inmensas de datos es susceptible de usar el blockchain.
El desafío de una bodega no se limita a elaborar buenos caldos sino acertar a la hora de distribuirlos y comercializarlos. En Bodegas Riojanas están convencidos de que las nuevas herramientas digitales tienen mucho que aportar al sector. De ahí su decisión de aliarse con la compañía china Blockchain Wine. Esta empresa asiática ha desarrollado una plataforma denominada Tattoo Wine. Según sus creadores, permite a las bodegas aprovechar la tecnología blockchain y el comercio electrónico para impulsar sus ventas y abrirse a nuevos mercados.
Tattoo Wine es el acrónimo en inglés de trazabilidad, autenticidad, transparencia, comercio, origen y opinión. Su promotor, el empresario chino Tim Tse, asegura que la combinación de los cinco factores “abre oportunidades para expandirse en Asia”. “Se trata de facilitar la accesibilidad a más opciones y mejores precios”, explica.
Tattoo Wine facilita, tanto al cliente como a la bodega, información precisa y de fácil acceso sobre la vida de la botella, desde el embotellado al instante en que el consumidor la paga en una tienda o en un restaurante. Los compradores pueden acceder a datos como la ubicación del viñedo, la climatología durante la vendimia, las variedades de uva, las barricas utilizadas o las notas de cata.
Además –o sobre todo- integra a las empresas en una plataforma de comercio electrónico especializada en el vino. “Todo ello con un foco especial en los mercados de China, Japón, Corea del Sur, Tailandia y Singapur, donde el consumo de vinos europeos se está expandiendo”, explican desde la compañía riojana.
El objetivo último es “ampliar nuestra presencia a nivel mundial”, señala Santiago Frías. El objetivo de crecer dentro es complicado, por el elevado grado de competencia y madurez del mercado en España. Cuando los antecedentes del actual presidente iniciaron la aventura, en 1898, la bodega tenía una capacidad de 500 barricas y 50.000 botellas. Hoy, contiene 25.000 barricas tras ocho ampliaciones y produce cinco millones de botellas.
Bodegas Riojanas cuenta con bodegas en tres denominaciones de origen fuera de su territorio natural: en Toro, Rias Baixas y Rueda. También posee una sociedad comercializadora afincada en Nueva Jersey desde la que dirige su actividad en el continente americano. Frías confía en que el futurista blockchain le dé un empujón en Asia a los ingresos que generan sus terruños centenarios.
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