El Gobierno organizará el próximo año una subasta de espectro radioeléctrico que se utilizará para la expansión del 5G. La puja, que se celebrará en la primera mitad del año, servirá para entregar a las operadoras de telecomunicaciones espectro de la banda 694-790 MHz (en resumen, la banda 700 MHz) para que desarrollen servicios de la nueva generación de comunicaciones.
El Gobierno aún tiene que fijar las reglas que regirán en la subasta, y las telecos ya han empezado a meter presión al Ministerio de Economía para evitar que el precio de compra del espectro se dispare y suponga un lastre para acometer las multimillonarias inversiones necesarias para el despliegue de la red del 5G y para conseguir que los servicios sean rentables.
El fantasma de una subasta con precios disparados está más que presente en el sector después de la puja que acaba de celebrarse en Alemania y que ha llevado a las compañías a invertir más de 6.500 millones de euros (en el caso de Telefónica destinará 1.425 millones) sólo en la compra de espectro. Aunque ambas subastas, la alemana y la futura española, no son estrictamente comparables, las compañías ya maniobran para evitar un importe desorbitado.
Desde la Secretaría de Estado de Avance Digital se insiste en que las normas no están fijadas de momento y que no hay nada decidido sobre los criterios que se utilizarán para la subasta de los 700 Mhz. Ahora toca estudiar las alegaciones presentadas por todo el sector en el proceso de consulta pública de la subasta, y ya se verá cuál y cómo se atienden.
De momento, la ministra de Economía, Nadia Calviño, trató ayer de apaciguar temores y subrayó que no habrá afán recaudatorio alguno por parte del Gobierno en la puja del próximo año. El mantra que ayer repitió la ministra, como viene haciendo todo su Ministerio, es que se buscará una posición de equilibrio entre un precio “adecuado” (adecuado Hacienda por sus ingresos, se entiende) y que sirva para garantizar la inversión e impulsar el despliegue de la infraestructura del 5G en el país.
“Nuestra prioridad en la subasta del espectro no es la recaudación, es lograr el adecuado equilibrio entre una recaudación que refleje el valor de ese espectro que se está poniendo a disposición de los operadores y los adecuados incentivos al despliegue de las redes, la innovación y la inversión", apuntó Calviño en declaraciones a la prensa tras inaugurar el congreso de la patronal tecnológica de DigitalES.
Si establece un precio de salida alto o no, si se paga todo el importe ofertado en la subasta al principio o de manera anualizada, si las concesiones son a perpetuidad o por unos años… todos esos criterios, y algunos otros, condicionarán que haya, como temen las telecos, una subasta cara o no. Las compañías no se mojan públicamente, pero fuentes del sector apuntan a que las empresas auguran que el importe conjunto final que se pague por el espectro de 700 podría estar entre los 1.500 y los 2.500 millones de euros. Y serían cifras que al menos algunas de las compañías podrían dar por buenas.
“Los viejos modelos no valen”
“En España hemos hecho los deberes en fibra óptica, ahora toca hacer los deberes en 5G”, apuntó Emilio Gayo, presidente de Telefónica España, durante su intervención en el congreso de DigitalES. Y esos deberes, según reclamó el ejecutivo, pasan no sólo por el despliegue de las redes y la puesta en servicio del 5G sino también por una regulación que haga el negocio sostenible.
“Los viejos modelos no valen para los nuevos momentos y a lo mejor modelos basados en puras subastas o en inversiones fijas a lo mejor no tienen sentido…”, subrayó Gayo, sin precisar cuáles son esos modelos por los que apuesta, pero dejando claro que la posibilidad de una subasta que un precio disparado puede poner en jaque cuándo y cómo está listo el 5G en el país.
“Vamos a pensar qué modelos son necesarios para habilitar esta tecnología y para que el sector sea sostenible. Porque si el sector no es sostenible, no va a llegar esta tecnología”, sentenció. Una exigencia, la de que la regulación no sea un estorbo y que sólo sirva para engrasar la expansión del 5G, que muchos ejecutivos han compartido durante el congreso de la asociación tecnológica.
MásMóvil pide un trato especial
MásMóvil es con diferencia el grupo de telecomunicaciones que más crece en España en los últimos años. Pero aún sigue lejos de las magnitudes de las tres grandes telecos Movistar, Orange y Vodafone. Es el cuarto operador del mercado, y para seguir siéndolo en el futuro la compañía entiende que debe recibir un trato diferencial en la próxima subasta del 5G.
Y es que MásMóvil es el único cuarto operador de los mercados europeos que no tiene nada de espectro radioeléctrico en las bandas bajas (mientras que las tres grandes ya están presentes), que son las que se subastarán el próximo año en España y que son cruciales para dar una buena experiencia de conexión dentro de los hogares y de las empresas.
Por estar en desventaja y por sus particularidades como cuarto operador (una figura que tanto el Gobierno como sobre todo la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia apuestan por mantener), el consejero delegado de MásMóvil, Meinrad Spenger, reclamó al Gobierno que le reserve una parte del espectro en condiciones especiales.
"Queremos que España siga el ejemplo de otros países y reserve una parte de ese espectro para un operador atractivo que no dispone del mismo", reclamó Spenger, que apuntó que el Gobierno “entiende” su punto de vista y confía en que la Administración acabe facilitando que un cuarto operador se acabe haciendo con una parte del espectro.
La llaga de si hay ya 5G o no
Vodafone anunció hace justo un mes que estrenaba en España la revolución del 5G. La operadora lanzó la primera red comercial de la nueva generación de conectividad móvil de España, y lo hizo en 15 ciudades (Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga, Bilbao, Valencia, Zaragoza, Vitoria, San Sebastián, La Coruña, Vigo, Gijón, Pamplona, Logroño y Santander) llegando aproximadamente el 50% de la población.
Es un primer paso con el que Vodafone se adelantaba a sus grandes rivales aprovechando su posición en el espectro de 3,7 Ghz (en que la operadora se adjudicó 90 Mhz en la subasta del pasado junio) para posicionarse en el 5G.
Vodafone insiste en que con su iniciativa la llegada de las primeras prestaciones del 5G ya es una realidad, mientras que sus rivales –de momento sotto voce- en que se trata de una maniobra de marketing, que esos servicios están sólo a medio camino entre el 4G y el 5G y que la nueva generación realmente sólo llegará a España dentro unos años cuando se defina y empiece a utilizarse el estándar oficial.
Y en plena debate sobre si hay ya 5G o no, la ministra de Economía levantó ampollas durante su discurso al hablar de que la nueva generación ahora mismo era sólo “experimental”, lo que provocó algún codazo y algún guiño entre ejecutivos, algún sofoco y, también, algún cabreo entre los asistentes.
El calendario que de manera general conjunto del sector de las telecos para el 5G, por los plazos que impone la estandarización de los diferentes avances tecnológicos, pasa por que en 2020 ya se empiece a desarrollar un despliegue de las redes de bajo demanda, que en 2021 se inicie el despliegue comercial de las infraestructuras y que sea a partir de 2022 cuando se produzca la expansión masiva de la red.
Telefónica y Orange han optado por esperar a que haya más disponibilidad de tecnología, de dispositivos y de espectro radioeléctrico (a la espera de la subasta de licencias para la banda de 700 MHz), mientras que Vodafone se lanza a poner en marcha servicios 5G no sólo en España también en sus otros tres grandes mercados europeos.
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