La amenaza de una guerra de divisas vuelve a sobrevolar los mercados financieros. La decisión del Banco de China de permitir la depreciación del yuan, que por primera vez en más de una década se ha intercambiado a más de siete yuanes por dólar, ha azuzado los temores a que el gigante asiático recurra al campo de las divisas para responder a Estados Unidos en la batalla comercial que ambos países mantienen desde hace varios trimestres.
Después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, anunciara el pasado viernes la entrada en marcha de una nueva ronda de aranceles sobre productos chinos, los analistas consideran que las autoridades del gigante asiático se han quedado sin opciones para seguir respondiendo en el mismo frente (sus importaciones de productos de EEUU son menos y más difícilmente sustituibles) y necesitan recurrir a otras palancas para mantener el pulso a su rival.
En ese contexto, el movimiento producido este lunes, que el propio Banco de China ha achacado al creciente proteccionismo comercial y al incremento de las tarifas sobre productos chinos, ha sido visto como un paso para recordar a la Administración estadounidense que sigue teniendo una elevada capacidad de respuesta. Al permitir un debilitamiento de su moneda, China eleva la presión para un fortalecimiento del dólar, algo que va en contra de las intenciones de la Casa Blanca, ya que limita la competitividad exterior de su economía. La barrera de los siete yuanes ha sido considerada en anteriores episodios de tensión un punto de equilibrio crítico.
La medida del Banco de China ha provocado una fuerte caída de las divisas asiáticas y agrava el hundimiento de las bolsas europeas
La medida no ha hecho sino agravar el nerviosismo en los mercados financieros, lo que se ha visto plasmado no sólo en el derrumbe generalizado de las monedas asiáticas, sino también de las bolsas de la región (el Hang Seng hongkonés restó casi un 3% y el Kospi surcoreano, algo más del 2,5%), en primer lugar, y más tarde de las bolsas europeas, con el EuroStoxx restando algo más del 1,5% y el Ibex entorno al 1,2%, acercándose a sus niveles más bajos del año.
Como observan en Oxford Economics, el fortalecimiento del dólar suele tener implicaciones negativas para la economía mundial, ya que suele ser un factor de desestabilización para los mercados emergentes (que en muchos casos se financian en la moneda estadounidense), así como un contratiempo para el comercio de un buen número de productos (las materias primas, en general) que suelen referenciarse en dólares a nivel internacional. Esta situación ya estuvo cerca de motivar una tormenta financiera a inicios de 2016.
Además, en el caso de que se desatara una auténtica guerra de divisas sería lógico pensar que Estados Unidos no se quedaría de brazos cruzados. El Gobierno de Trump ya ha clamado en distintas ocasiones contra lo que considera la manipulación de las divisas de China y Europa, en aras a obtener unas ventajas comerciales injustas. En ese contexto, sería previsible que la Casa Blanca recrudeciera la presión sobre la Fed para llevar a cabo unas políticas monetarias más laxas, tendentes a lograr la depreciación del dólar.
Un escenario de depreciaciones cruzadas por parte de las distintas potencias económicas internacionales tiene el poder de frenar aún más la ya debilitada actividad del comercio internacional, clave de la desaceleración económica que se viene registrando a nivel global en los últimos trimestres.
Los expertos ven el movimiento más como un mensaje hacia EEUU que como muestra de la intención de devaluar con fuerza el yuan
En cualquier caso, los analistas se muestran escépticos sobre la disposición de China a embarcarse sin reparos en un conflicto de este tipo, ya que una depreciación brusca del yuan iría en contra de sus objetivos estratégicos para convertir su moneda nacional en una divisa de referencia para los intercambios internacionales y podría desencadenar, como ya ocurrió entre la segunda mitad de 2015 y principios de 2016 una intensa fuga de capitales que comprometería la estabilidad de su propia economía.
Por eso, Bart Hordijk, analista de Monex Europe, prevé que cualquier descenso adicional del yuan será moderado y controlado. El experto cree que el movimiento de este lunes debe entenderse más como un mensaje hacia Estados Unidos, que tampoco es probable que quiera embarcarse en una guerra de divisas con el gigante asiático, dado que el mayor volumen de reservas de China le coloca en una mejor posición para hacer daño a su rival.
Lo que parece innegable es que esta nueva ronda de amenazas y golpes entre las dos grandes potencias económicas mundiales entraña unos riesgos que no han pasado desapercibidos para los inversores, que han optado una vez más por tomar una posición cauta a la espera de un entorno más favorable, lo que oscurece las perspectivas a corto plazo para las bolsas.
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