Las catástrofes de cualquier tipo suelen ser terreno abonado para las teorías conspirativas. Y más aún si éstas se suceden de forma difícilmente explicable. Los incendios que ha padecido en las últimas semanas la isla de Gran Canaria -y que aún sigue padeciendo- y que han calcinado más de 12.000 hectáreas de terreno también han alimentado algunas especulaciones sobre posibles intereses ocultos en arrasar con la superficie forestal de la isla atlántica.
En este caso, además, estas teorías están alimentadas por una investigación científica publicada hace escasas semanas en la revista Journal of Geochemical Exploration. En ella, un grupo de investigadores entre los que se encuentran los profesores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria José Mangas e Inmaculada Menéndez determinaba que el territorio gran canario podría albergar cerca de dos millones de toneladas de tierras raras.
Estos minerales, que son empleados de forma masiva en la industria tecnológica para la elaboración de productos tan cotidianos como los teléfonos móviles, los ordenadores o los vehículos, se han situado en los últimos meses en el centro de la batalla comercial entre Estados Unidos y China.
La razón es que el gigante asiático concentra alrededor del 40% de las reservas mundiales registradas de estos elementos y acapara más del 80% de su producción, lo que le convierte en un actor casi hegemónico en el comercio de unos minerales que también resultan esenciales en industrias tan delicadas como las de salud o defensa. Ese pseudomonopolio chino ha azuzado los temores de que el país opte en algún momento por limitar sus exportaciones de estos productos como una poderosa forma de presión en la guerra comercial internacional. De hecho, ya en 2010 el Gobierno chino tomó una medida de este tipo, provocando una alarma global.
La Comisión Europea considera las tierras raras elementos críticos de gran importancia económica
Ante esta situación, garantizarse un suministro importante de tierras raras se presenta para las grandes potencias no sólo como una considerable oportunidad económica sino como una baza estratégica muy relevante. No en vano, la Comisión Europea ha lanzado un proyecto (denominado SecREETs) para establecer un suministro estable y seguro de tierras raras, a las que se refiere como "materias primas críticas y no sustituibles con una gran importancia económica para la industria europea, ya que son componentes cruciales para una amplia gama de productos avanzados".
Lo cierto es que las tierras raras, un grupo de hasta 17 minerales entre los que se encuentran el escandio, el itrio, el lantano o el cerio, no son tan escasas a nivel mundial como su nombre podría sugerir, sino que la mayor parte de ellas se encuentra ampliamente distribuidas a nivel global. El problema surge de la más limitada presencia de concentraciones en forma pura lo suficientemente elevadas para hacer rentable su extracción y explotación.
En España han sido varios los proyectos que se han iniciado en lugares tan dispares como Campo de Montiel (Ciudad Real) o el monte Galiñeiro (en Pontevedra), pero sus promotores chocaron, además de con las dificultades técnicas propias, con una fuerte oposición social a la explotación de los posibles yacimientos. Del mismo modo, el pasado mes de junio, la minera australiana Berkeley informó de que había encontrado indicios de tierras raras en la provincia de Salamanca.
La mayor parte de las concentraciones de tierras raras en Gran Canaria se encuentran en áreas protegidas
En Gran Canaria, según los autores del estudio, que analizaron una amplia muestra de rocas, existiría una concentración de 672 miligramos por kilo de roca félsica, formadas a lo largo de siete millones de años, de las que se calcula que existen unos 1.000 kilómetros cúbicos de materiales. De estas cifras, que suponen un enriquecimiento de hasta cuatro veces sobre las concentraciones medias en la superficie terrestre, se deduce un potencial de tierras raras en la isla en el entorno de los 1,814 millones de toneladas, aunque en algunas zonas.
Estas cifras suponen que la isla atlántica concentraría un 1,5% de las reservas mundiales de tierras raras a nivel global (cifradas en unos 120 millones de toneladas) y contaría con capacidad para cubrir la demanda actual de estos productos durante una década. No obstante, hay que tener en cuenta que se prevé un rápido crecimiento de la demanda de estos minerales conforme se avanza en la transición hacia energías limpias como el vehículo eléctrico, cuyas baterías también precisan de estos componentes.
En cualquier caso, los autores del estudio, en el que también participaron investigadores de las universidades de Barcelona, La Laguna y Córdoba, advierten de que el potencial de extracción de estos minerales estaría limitado por las particularidades de una isla enfocada al turismo y en la que una gran cantidad del territorio está clasificado como espacio natural protegido. "La mayoría de los afloramientos clave aparecen en áreas protegidas, donde las operaciones de extracción están prohibidas y la minería no es viable", resaltan.
A esto se añade, en opinión de la profesora Menéndez aclara a El Independiente que el elemento que más predomina en el territorio grancanario es el cerio, que es una de las tierras raras menos cotizadas. "El valor de extracción sería 3,2 dólares por kilo de óxido de cerio. Para conseguir el kilo de cerio habría que mover y tratar unas dos toneladas de roca, no cubriría ni una mínima parte de los gastos de explotación, no es en absoluto rentable", explica.
Son varios los condicionantes que parecen alejar la idea de que los recientes incendios en Gran Canaria pudieran estar relacionados con el interés en explotar esas reservas de tierras raras. No en vano, estos fuegos ni siquiera se han centrado en las zonas con mayor presencia de estos materiales, ubicados principalmente en la mitad sur de la isla.
Además, los propios autores del informe señalan que sus hallazgos en la isla capitalina pueden extrapolarse a otras islas de características similares, lo que haría igualmente posible el hallazgo de estos elementos en el resto del archipiélago.
Pero sin duda, con la posibilidad de que un tesoro de este tipo se esconda bajo el suelo de Gran Canaria, se muestra aún más necesario resaltar los muchos que aún perviven en su superficie. Pese a los estragos del fuego.
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