Tras casi 180 años de historia, Thomas Cook se jugaba la vida en un fin de semana de infarto. El gigante turístico, el segundo mayor touroperador del mundo, necesitaba encontrar 200 millones de libras (unos 230 millones de euros) que sirvieran de garantía adicional para que sus grandes acreedores dieran el visto bueno al plan de rescate que prometía poner patas arriba a la compañía.
Tras años de caída de negocio en un sector sacudido por el bajo coste, el háztelo tú mismo online y el boom del alquiler al calor del auge de Airbnb, Thomas Cook acumulaba una deuda de 1.700 millones de libras (unos 1.920 millones de euros) y necesitaba un acuerdo urgente con sus acreedores para poner en marcha la reestructuración al frente del gigante a la china Fosun y que supondría una inyección de 900 millones para la compañía.
En una reunión de madrugada, los bancos acreedores comandados por Royal Bank of Scotland –que tiene precisamente al Estado británico como primer accionista- dijeron nones a las alternativas que ofrecía el grupo. Y Thomas Cook anunció la suspensión de pagos y el cese de todas sus operaciones. Un anuncio que llegó vía Twitter y que, de un plumazo, dejaba 600.000 clientes tirados por todo el mundo y 22.000 empleos en el aire.
Antes de la sentencia final, grandes hoteleros españoles se lanzaron a una actividad frenética durante todo el fin de semana para poner en pie un plan para salvar Thomas Cook. El presidente de Iberostar, Miguel Fluxá, y el propio presidente de la patronal hotelera Cehat, Joan Molas, contactaron telefónicamente con empresarios hoteleros y con las asociaciones hoteleras de los destinos más afectados, y fueron sumando apoyos a su plan alternativo para evitar la caída de la compañía.
Decenas de cadenas hoteleras se sumaron a la iniciativa que proponía a Thomas Cook aplazar tres o cuatro años el pago de las cantidades que le adeudaban para en ese plazo acabar capitalizando la deuda y entrar en el accionariado de la compañía. Entre todas las compañías –cadenas grandes, medianas y también pequeñas- sumaban más de 120 millones de euros en deudas que ofrecían no cobrar hasta 2023 o 2024, según fuentes conocedoras de la oferta.
El plan de rescate liderado por empresarios españoles –adelantado por el portal especializado Preferente- no era suficiente para cubrir los más de 200 millones de garantías adicionales que los acreedores exigían para dar el ok a la reestructuración de la compañía, así que el gigante turístico lo desechó y acabó resignándose a la bancarrota.
La caída de Thomas Cook amenaza con poner patas arriba el turismo español. La quiebra del gigante turístico, el segundo mayor operador del planeta, deja en el aire entre seis y siete millones de viajes hacia España al año y pone en jaque el negocio de muchos hoteles españoles que concentran miles de reservas a través de los grandes touroperadores internacionales y que acumulan deudas millonarias con la compañía que se van a quedar sin pagar. De ahí la implicación directa de los hoteleros españolas para intentar salvar al histórico touroperador.
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