La economía europea avanza renqueante desde hace varios meses. Las señales de recuperación que deparó el primer tramo de 2019 pronto quedaron aplastadas por una sucesión de incertidumbres internacionales que, a fuerza de perpetuarse, han acabado por convertir lo que se presentaba como una desaceleración temporal en una amenaza de mucho mayor calado.
Las cifras de actividad en la Eurozona publicadas este lunes, las peores desde el verano de 2013, volvieron a encender todas las alarmas de los mercados. La persistente debilidad del sector industrial no da ninguna muestra de remitir -al contrario, sigue profundizándose- y comienza a arrastra a un sector servicios que, hasta ahora, se había mantenido como el pilar al que se aferraba Europa para esquivar la recesión.
Con Alemania enfilada hacia la contracción económica -su índice PMI registró en septiembre su nivel más bajo en siete años- e Italia sumida en un estancamiento casi crónico, cada vez son más los analistas que temen que Europa se encamine en los próximos trimestres hacia una nueva recesión.
El hundimiento de la industria alemana amenaza con arrastrar al conjunto de la economía europea
Entre otras cuestiones, los analistas resaltan que los principales motores del crecimiento reciente en la Eurozona, el consumo y la inversión interna, dan cada vez más muestras de estar viéndose afectados por la debilidad manifiesta de las manufacturas.
"En medio del debilitamiento de la actividad económica y una contracción prolongada en la industria alemana, los temores de que la Eurozona caiga en una recesión económica están aumentando rápidamente", advierten los analistas de Oxford Economics. La firma augura una probabilidad del 14% de que la economía europea se contraiga en el segundo semestre y apunta que, "si bien esta probabilidad puede parecer relativamente baja, su rápido aumento no es menos preocupante, especialmente porque las perspectivas tienen muy pocos puntos brillantes".
A esta realidad se refirió este lunes el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en su comparecencia ante el Parlamento Europeo. "Si bien el sector de servicios de la Eurozona sigue siendo resistente, no deberíamos ser complacientes con su capacidad para seguir siendo robusto ante efectos negativos. Mientras más persista la debilidad en la manufactura, mayores serán los riesgos de que la desaceleración afecte a otros sectores de la economía", alertó el banquero italiano.
ABN Amro augura que el BCE tendrá que bajar algo más los tipos de interés y ampliar el monto de su plan de compra de deuda
Precisamente, el banco central aprobó el pasado 12 de septiembre un amplio paquete de estímulos para luchar contra la prolongada desaceleración de la economía europea y los analistas del banco ABN Amro auguran que en los próximos meses redoblará su actuación, con una nueva bajada de tipos y aumentando el monto del programa de compra de bonos, que fijó en 20.000 millones de euros al mes.
Con todo, entre los expertos y los inversores -e incluso entre los banqueros centrales- son muchas las dudas de que estas medidas puedan resultar efectivas sin el apoyo de la política fiscal europea. El propio Draghi advirtió entonces de que ésta debía tomar el relevo a la política monetaria para evitar la caída de Europa en la crisis.
"El arsenal monetario desplegado por el BCE podría ayudar a contener los riesgos de recesión. Sin embargo, la falta de flexibilización fiscal preventiva para acompañar la acción del BCE aumenta el riesgo de recesión el próximo año, ya que las amenazas externas (Brexit, aranceles de Estados Unidos a las exportaciones europeas, aumento de las tensiones comerciales) parece poco probable que disminuyan", observan en Oxford Economics.
Búsqueda de refugio
La creciente amenaza de recesión ha sentado como un jarro de agua fría en unos mercados financieros que en las últimas semanas habían experimentado un repunte, aferrados a la idea de que el apoyo del banco central serviría para dejar atrás lo peor de la crisis.
La banca europea frustró su reciente remontada con su mayor caída en las últimas seis semanas
El revés se hizo especialmente notorio en el sector financiero, principal penalizado ante las dudas sobre el ciclo económico. El índice sectorial de banca de la Eurozona sufrió un recorte superior al 2,7%, en lo que supuso su mayor tropiezo en las últimas seis semanas, frustrando así su reciente remontada. Entidades como Commerzbank, que se dejó más de un 7%; BBVA, que sufrió un recorte del 4,38%; y Deutsche Bank y Unicredit, que cedieron alrededor del 3,5% se convirtieron en los principales damnificados del retorno de los temores al mercado.
La desconfianza también se plasmó en la caída del euro por debajo de los 1,1o dólares y la entrada de dinero en los bonos considerados más seguros, como el alemán o el francés, que profundizaron sus tasas negativas. La búsqueda de refugio también favoreció el rendimiento del oro, que recuperó un 1%, por encima de los 1.530 dólares.
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