La aplicación que hoy siguen muy de cerca los gigantes de la distribución nació en un supermercado francés. Se le ocurrió a Benoit, cuando se encontraba –como él mismo describe en su web corporativa- “perdido frente a las etiquetas en medio de esta jungla alimentaria”.
Compartió la idea con su hermano y una amiga, e hicieron un boceto de plan de negocio. En 2016 se presentaron con Yuka a un concurso de star-ups (Food Hackathon). Y lo ganaron. Esa pequeña victoria les dio el empujón que necesitaban para embarcarse, en serio, en el proyecto.
Un año más tarde vio la luz en Francia en forma de app, que escanea los productos con la cámara fotográfica de los móviles. Y a finales del pasado mayo aterrizó en los smartphones españoles.
Yuka ha arrasado desde el inicio. Cuenta con cinco millones de descargas en Android y iPhone, y acumula más de 36.000 comentarios de usuarios registrados. En España, el desembarco ha sido fulgurante, con más de 100.000 descargas cada mes.
A estas alturas, con poco más de dos años de recorrido, es temida y controvertida. Infunde cierto temor a los dueños de las marcas –blancas o no-, ya que la aplicación recoge y puntúa la calidad de miles de productos. Salvando las distancias, es algo así como un Tripadvisor de la distribución comercial. Paralelamente genera controversia, porque tanto expertos como usuarios han puesto en duda los criterios que sigue Yuka para poner nota a productos de consumo masivo (alimentos y cosméticos).
La idea de base era sencilla: “Tener una herramienta que permitiese analizar automáticamente las composiciones de los productos”. Pero era difícil de llevar a la práctica, por la inmensidad de referencias que pueden encontrarse en los lineales de los supermercados.
Los promotores arrancaron con Open Food Facts, una base de datos abierta y colaborativa que funciona con el mismo modelo que Wikipedia. “En enero de 2018, Yuka decidió constituir su propia base de datos para poder poner en marcha avanzados sistemas de control y verificación de contribuciones”, asegura la compañía.
En la actualidad, la app se nutre de esa base de datos y de “las contribuciones de usuarios que pueden ingresar directamente mediante la aplicación los productos que Yuka no reconoce”, precisa la empresa.
Son los criterios para puntuar lo que inquieta a quienes fabrican y venden los productos. Pero, sobre todo, preocupa el ruido que pueden generar en redes sociales los comentarios sobre las puntuaciones.
Miles de productos de alimentación y cosmética están a un golpe de escáner para los usuarios de Yuka, los mismos que posteriormente pueden compartir sus conclusiones en las redes. Un ejemplo: esta semana ha causado cierto revuelo entre los clientes más fieles de Mercadona las críticas a una de las referencias veteranas de la cadena: la crema facial masculina de Deliplus.
La app, bienvenida de entrada por los ciudadanos más interesados en el nutricionismo y la alimentación sana, está empezando a despertar recelo en algunas organizaciones de usuarios. Tanto dermatólogos como expertos en nutrición han puesto en duda los parámetros que sigue la empresa para suspender o alabar un producto.
¿Cuál es la versión de los empresarios? De entrada, recuerdan que su negocio es independiente, libre de presiones de fabricantes y distribuidores. Es decir, se financia únicamente con los ingresos que perciben por la versión premium de la app y por la comercialización de programas nutricionales.
La firma defiende a capa y espada su método. Para los productos alimenticios usa tres parámetros. El más importante es la calidad nutricional: aporta el 60% de la nota en base al sistema Nutri-Score, recogido en el Programa Nacional de Nutrición y Salud de Francia. "Este sistema tiene en cuenta los siguientes elementos: calorías, azúcar, sal, grasas saturadas, proteínas, fibras, fruta y legumbres", precisa Yuka en su página web.
La presencia de aditivos representa el 30 % de la nota. Pero en este apartado las explicaciones de la empresa son menos concreta. "La referencia se basa en el estado de la ciencia ese día", indican los promotores de Yuka. "En función de los diferentes estudios existentes, cada aditivo tiene un nivel de riesgo: sin riesgo (pastilla verde), riesgo limitado (pastilla amarilla), riesgo moderado (pastilla naranja), riesgo elevado (pastilla roja)".
Por último, la "dimensión orgánica" representa el 10 % de la nota. "Los productos que se consideran ecológicos son los que cuentan una etiqueta ecológica europea (Eurohoja)".
Cómo se puntúan los cosméticos
En el caso de los cosméticos, el sistema de puntuación "se basa en el análisis de todos los ingredientes que entran en la composición de un producto". Y esta es la explicación oficial que aporta la empresa: "Al basarse en el estado actual de la ciencia, cada ingrediente tiene un nivel de riesgo en función de sus potenciales efectos sobre la salud: disruptor endocrino, cancerígeno, alérgeno o irritante. Los riesgos potenciales asociados a cada ingrediente aparecen en la aplicación, con las fuentes científicas asociadas".
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