La sangre de la economía europea fluye a través de la banca. Los esfuerzos del Banco Central Europeo (BCE) por reactivar la economía de la región a través del sector financiero son el claro reflejo de la importancia que tiene éste. Sin el crédito bancario, Europa se frena.

Esta situación ya supuso un verdadero quebradero de cabeza cuando estalló la crisis financiera de 2008. La congelación de la financiación bancaria provocó un colapso de la economía europea, dejando a muchas empresas viables en una situación letal de iliquidez.

Esa coyuntura alentó los esfuerzos para el desarrollo de los mercados de capitales en Europa, con el objetivo de que las empresas de la región pudieran ampliar sus fuentes de financiación, aflojando su dependencia de la banca. Pero lo cierto es que más de una década después, la hegemonía bancaria en la financiación de las compañías europeas sigue siendo indiscutible.

El sector reclama un mayor desarrollo de los mercados de capitales, que limite la dependencia de la banca

La banca sigue gestionando el 88% de la financiación de las empresas europeas, frente al 12% captado en los mercados de capitales, a través de emisiones de acciones o bonos, según datos de la Asociación de Mercados Financieros Europeos (AFME, por sus siglas en inglés), referidos al ejercicio 2018. Esta cifra supone un incremento desde el 86% de media del periodo 2013-2017, cortando la racha de ligera mejora de financiación desde los mercados.

En ese periodo, la emisión de nuevo crédito bancario hacia las empresas en Europa se ha incrementado un 22%, hasta totalizar unos 3,3 billones de euros en 2018, según el informe de la asociación.

El freno experimentado en 2018 por la financiación de las compañías a través de los mercados de capitales se explica, según AFME, por "la volatilidad del mercado, las preocupaciones sobre el crecimiento económico y la creciente aversión al riesgo hacia el mercado de high yield", que "generaron una disminución en la cantidad de financiación recaudada por las empresas a través de los mercados públicos".

Sin embargo, la alta dependencia del crédito bancario es también la consecuencia de unos mercados financieros poco desarrollados en Europa, en la que existe una gran disparidad entre países. Por eso, desde AFME se reclama un impulso al proyecto de Unión de los Mercados de Capitales (CMU, por sus siglas en inglés).

"La CMU puede aumentar la diversidad de fuentes de financiación, reducir la dependencia excesiva de los bancos y apoyar a la economía europea con una fuente de financiación sólida y resistente", indica el informe.

España, a la zaga

En el balance de la situación que refleja el informe de AFME queda patente que España es uno de los países donde menos se ha desarrollado la financiación extrabancaria para las empresas. El país ocupa el puesto 18 en la lista de 28 en el desarrollo de la financiación corporativa a través del mercado de capitales.

España se sitúa en el puesto 26 de 28, en financiación de empresas a través del capital riesgo

Y peor aún es la situación de España en el apartado de financiación a través del capital riesgo, donde ocupa el puesto 26. "En 2018, las pymes españolas se beneficiaron de solo 1.800 millones de euros en inversiones de capital riesgo (procedentes de fondos de capital privado, venture capital, fondos de financiación colectiva -equity crowdfunding- y business angels), frente a los 194.000 millones de euros en préstamos bancarios".

AFME explica que "la disponibilidad de capital riesgo es vital para financiar el nacimiento y crecimiento de start-ups y pymes. Aunque en 2018 este tipo de financiación creció en Europa hasta los 25.000 millones de euros anuales, esta cantidad es casi 8 veces inferior a la de EEUU, que registró 193.000 millones de euros. Esto supone un 1% del PIB de EEUU, frente a un 0,2% del PIB de la UE".