España empieza a dar los primeros pasos hacia lo que será un auténtico boom de nuevas energías renovables. Tras años de parón, sólo en lo que va de 2019 han empezado a funcionar algo más de 3.000 nuevos megavatios de energías limpias. Es sólo una primera parte de la gran ola de energías verdes que se avecina, pero el sector ya empieza a marcar nuevos hitos.
España ha alcanzado ya la mayor potencia eléctrica instalada de toda su historia. Nunca antes hubo tanta capacidad eléctrica operativa en el país. Al cierre de octubre, España alcanzó los 106.764 megavatios (MW) de potencia instalada gracias a las nuevas renovables, con lo que supera el anterior récord histórico de 105.830 MW que se alcanzó en 2013, según los últimos datos de Red Eléctrica de España (REE).
Desde entonces, durante estos seis años, el sistema eléctrico español ha desenchufado potencia nuclear (la central de Garoña), algunas centrales de carbón, también plantas de ciclo combinado (de gas natural) y algo de cogeneración, pero sobre todo ha sumado este año más renovables. Muchas renovables. Entre enero y octubre el sector eléctrico español ha incorporado 1.188 MW de nuevos parques eólicos y 1.830 MW de nuevas plantas fotovoltaicas. El resultado, un nuevo máximo histórico.
Esa capacidad total del sistema eléctrico nacional es muy superior al pico máximo de demanda registrado nunca por el país. El máximo histórico del sistema eléctrico español de demanda simultánea se alcanzó justo antes de que arrancara la crisis económica y en pleno invierno, cuando hay un mayor consumo. Fue en diciembre de 2007 y se registró un récord de demanda simultánea de 45.450 megavatios. Menos de la mitad de la potencia instalada total.
Sin embargo, el sistema eléctrico sigue necesitando la potencia de respaldo (segura, que pueda ponerse en marcha a voluntad) que proporciona la energía nuclear, el gas natural y, cada vez en menor medida, el carbón. Hasta que se desarrollen lo suficiente las tecnologías de almacenamiento de electricidad –baterías de grandísima capacidad-, las energías renovables van a seguir necesitando el resto de tipos de generación.
España marca un nuevo máximo de potencia en su historia al calor de las nuevas renovables instaladas muy fundamentalmente como resultado de las subastas de 2017. El Gobierno de Mariano Rajoy impulsó dos megasubastas que se saldaron con la adjudicación de algo más de 8.100 megavatios (MW) de nueva potencia renovable, más o menos repartidos a partes iguales entre eólica (4.108 MW) y fotovoltaica (4.009 MW). A los ganadores se les garantizaba un precio suelo de la electricidad durante 25 años.
Esa nueva potencia renovable adjudicada debería estar en marcha antes de que terminara este año. Pero una parte no va estar a tiempo. Entre noviembre y diciembre no se van a sumar al sistema eléctrico los más de 5.000 MW que faltan. Y es que las estimaciones que manejan las compañías del sector anticipan que entre 2.400 y 2.650 megavatios del total adjudicado pueden acabar no cumpliendo los plazos, casi un tercio del total.
El crecimiento de este año es sólo apenas un ensayo de lo que vendrá en lo próximos años. España vivirá un auténtico boom renovable en la próxima década con la instalación de nuevas plantas de energías limpias. El plan del Gobierno de Pedro Sánchez para reducir las emisiones de efecto invernadero contempla la construcción de unos 55.000 megavatios (MW) de nuevas renovables hasta 2030, desde los más de 33.000 MW actuales (al cierre de octubre, casi 24.700 MW de eólica, 6.540 MW de fotovoltaica, 2.300 MW de termosolar y 900 MW de otras renovables).
Sin embargo, las solicitudes de conexión superan ya con mucho esas magnitudes. Red Eléctrica ha concedido el permiso de acceso preliminar a proyectos con 91.300 MW y aún tiene estudio el permiso de otros 43.400 MW. Entre los autorizados y los que aún se evalúa la autorización suman proyectos de 134.700 MW, mucho más del doble de toda la nueva potencia verde prevista por el Gobierno para 2030.
Y eso después de que Red Eléctrica de España se haya lanzado a pinchar la burbuja en el sector de las renovables. El grupo, encargado de gestionar las solicitudes para conectarse a la red de alta tensión, ha puesto en marcha una auténtica criba masiva de proyectos de nuevas renovables en un momento en que el aluvión de peticiones de enganche a la red desbordaba ya todas las previsiones.
REE ha denegado ya la solicitud de acceso a la red de proyectos que acumulan una potencia de 46.200 megavatios (MW), según los datos hasta final de septiembre. El proceso de depuración de los proyectos se ha disparado en los últimos meses: sólo en septiembre la compañía tumbó 8.400 MW y desde junio ha rechazado permisos solicitados de 27.600 MW.
Desde Red Eléctrica se subraya que las razones para denegar estas autorizaciones son técnicas, y las causas que se esgrimen ante los solicitantes para justificar los rechazos son mayoritariamente que “no haya capacidad en el nudo solicitado” o que “se solicita acceso en una subestación no incluida en la planificación vinculante”. En el sector energético se da por hecho, no obstante, que REE se ha lanzado a hacer una depuración para frenar la burbuja que se avecinaba.
El gran problema -aunque desde REE se evita utilizar públicamente ese término para describir la situación del sector renovable- es que una parte sustancial de las solicitudes no cuentan con un proyecto real para construir una planta energética. La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) estima también que una “proporción significativa” de las peticiones de enganche no cuentan con proyectos viables reales que los respalden (su cálculo es que por cada proyecto viable se han solicitado dos o tres permisos que no lo son) y que hasta dos terceras partes de ellos renunciarán a continuar con la tramitación del permiso de acceso a la red.
En este contexto, en el sector de las energías limpias está proliferando la especulación. Conseguir una conexión a la red eléctrica sufre una preocupante situación de cuello de botella y los permisos para hacerlo –pese a que Red Eléctrica los reparte gratuitamente- se han convertido ya en un activo con los que las empresas hacen negocio y por los que se pagan cantidades disparatadas en la reventa.
De hecho, se están revendiendo por entre 100.000 y 200.000 euros por megavatio de potencia del proyecto, en función del grado del proceso de solicitud. Un fenómeno que está atrayendo a actores que sólo buscan especular con los permisos o simplemente con las solicitudes de acceso.El sector renovable está a la espera de que salga adelante la nueva regulación de acceso y conexión a la red, empantanada por el choque entre la CNMC y el Gobierno.
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