Hay un mensaje que se ha lanzado desde la sede central de Telefónica en muchas ocasiones durante los últimos años, y es que, desde que José María Álvarez-Pallete es el presidente, la compañía se dedica exclusivamente al negocio, y no a hacer política. Esta visión contrasta con la que César Alierta tuvo en varios momentos durante su presidencia, que, por ejemplo, llevó a reclutar para la operadora a Eduardo Zaplana, Trinidad Jiménez o Yolanda Barcina; y a que el propio Alierta abanderara aquel Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), el lobby que organizaron varias de las grandes compañías españolas en plena crisis económica.
Este cambio de filosofía fue una de las primeras grandes ideas que se transmitió desde la sede madrileña de Las Tablas después de la llegada a la presidencia de Álvarez-Pallete. Posteriormente, y casi pieza a pieza, fueron saliendo del alto mando varios hombres del núcleo duro de Alierta. Desde Santiago Fernández Valbuena, quien apareciera en las quinielas para la sucesión del ejecutivo aragonés, hasta el propio Alierta, quien abandonó el Consejo de Administración en mayo de 2017 junto con dos rostros muy significativos de la anterior etapa y hombres de confianza: Gonzalo Hinojosa (Cortefiel) y Pablo Isla (Inditex).
Este miércoles, Álvarez-Pallete ha reconocido que el modelo que llevó al éxito a Telefónica ha ofrecido señales de desgaste durante los últimos tiempos y, por tanto, es necesario cambiarlo. No se puede decir que haya anunciado una revolución, pero sí que ha adelantado una evolución, lo que distanciará más a la telco de lo que era antes de abril de 2016.
Hispanoamérica, en el punto de mira
Una de las grandes decisiones que ha anunciado, sino la que más, es la que implicará revaluar los activos en Latinoamérica. Es decir, allí donde su predecesor realizó una parte importante de los movimientos expansivos del grupo en los primeros años del actual milenio, como fueron la adquisición de las filiales de la estadounidense Bellsouth; o la compra del 50% de VIVO a Portugal Telecom.
El Consejo de Administración de la compañía de telecomunicaciones ha aprobado este miércoles la creación de una unidad que, según Álvarez-Pallete, buscará fortalecer la posición de Telefónica en la región sudamericana, bien buscando oportunidades y alianzas con inversores o agentes del sector; o bien redefiniendo su posición. En este último caso, también se incluye la posibilidad de estudiar alguna desinversión.
Estas acciones no está previsto que afecten a Brasil, el único mercado intocable junto con España, Reino Unido y Alemania. Entre todos, generan alrededor del 80% de los ingresos y del resultado operativo EBITDA de la compañía.
En una carta remitida a los accionistas y a los grupos de interés, Álvarez-Pallete ha incidido en que las operaciones en Latinoamérica eran hasta hace unos años el “motor de crecimiento de Telefónica, pero que, sin embargo, todo ha cambiado y se percibe cierto agotamiento. “Estos mercados han impactado en la evolución de los negocios, mermando su contribución en los últimos años por distintos motivos y eso a pesar de los enormes esfuerzos de los equipos locales, que siempre han mostrado un fuerte compromiso”, explica.
Ser mucho más que una operadora
Otro de los mensajes que ha lanzado Álvarez-Pallete en su comparecencia de este miércoles es que Telefónica tiene que ser mucho más que una compañía de banda ancha fija y móvil. Este modelo funcionó durante un tiempo, pero también ha ofrecido señales de fatiga.
Por esta razón, ha mostrado su intención de convertir a Telefónica en una compañía de "infraestructuras y tecnología" y de evolucionar sus redes para hacerlas mucho más dinámicas. "El mundo de los smartphone ha sido un aperitivo (...) Vamos a un mundo en el que la inteligencia artificial va a imperar", ha apuntado. Y ha añadido que Telefónica tiene que estar a la altura para este nuevo mundo, en el que va a haber una "explosión" de la conectividad y dispositivos como la ropa, las gafas, el contador del gas o los coches van a emitir datos de forma constante.
Este discurso -y sus anteriores acercamientos a los gigantes tecnológicos- es diametralmente opuesto al que mantuvo durante varios años Alierta, quien fue muy crítico con los Google, Apple, Facebook y compañía; y quien, en tono jocoso, llegó a decir que su teléfono era una "carraca" para conservar su privacidad. El cambio de tono se ha hecho este miércoles más evidente.
En su discurso, Álvarez-Pallete también ha lanzado un dardo a los reguladores de los mercados, al igual que ha hecho en algunas de las juntas generales de accionistas. "Tenemos reguladores que no entienden lo que está pasando y no son capaces de adaptar el entorno regulatorio a la nueva realidad del mercado (...) Se nos agotan fuentes de crecimiento y, además, el regulador no está entendiendo lo que está pasando", ha criticado.
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