Meses de búsqueda, mucho papeleo y unos precios “desorbitados”. Alquilar un apartamento en París, donde el metro cuadrado oscila entre los 20 y 33 euros, no es nada sencillo. Menos aún para algunos españoles que se marcharon a la ciudad del Sena a estudiar y trabajar y que no tardaron en darse cuenta de la “pesadilla” que les esperaba: “Esta uno tan desesperado que dice que sí a lo que sea”.
Son experiencias como la de Bárbara, Jorge o Lily, dos españoles y una colombiana que viven y trabajan en París y que cuentan a El Independiente cómo se las han arreglado en los últimos años. Todos ellos forman parte del grupo de Facebook ‘Españoles buscando alojamiento en París’, un canal más de ayuda para las personas de habla hispana que se encuentran ante la encrucijada de buscar piso en una de las ciudades más caras de Europa.
Alquilar en París es más caro que en ciudades como Madrid (819 €) o Berlín (879 €), pero más barato que en Londres (1.139 €)
Cuando un español viaja a Francia sólo necesita su DNI para circular y residir libremente durante un periodo máximo de tres meses. Después todo cambia y, básicamente, para poder quedarte tienes que estar estudiando o trabajando. Entras entonces en el mundo de las agencias, de las residencias o los portales inmobiliarios… Un mercado con muchísima demanda y en el que los extranjeros lo tienen más complicado. París es una de las capitales más caras de Europa, con precios de alquiler más altos que los de Madrid (819 €), aunque más baratos que en Londres (1.139 €) La ciudad francesa tomó medidas en julio para frenar la escalada de los precios, unos controles que ya había aplicado sin éxito entre 2015 y 2017.
El papeleo, el salario y el aval francés
En París es más barato alquilar directamente a un propietario que hacerlo a través de una agencia inmobiliaria, pero es más arriesgado. Antes de firmar te exigen mucho papeleo, como el pasaporte o información sobre el visado. Pero también el contrato de trabajo, referencia del empleador, declaración de impuestos, un depósito de dos meses y nóminas, según la web de información Expatica.com.
El de las nóminas es uno de los puntos más polémicos entre los españoles consultados por El Independiente. Todos ellos aseguran que uno de los requisitos es que el inquilino gane un salario mensual tres veces superior al precio del alquiler o bien presente un aval francés. “Tu como español y trabajador te encuentras en una situación en la que dices: ‘No gano lo suficiente, mi jefe no me quiere pagar más, no tengo un aval en Francia… ¿Qué hago?’”, cuenta Jorge, un traductor guipuzcoano que se fue a Francia hace tres años para estudiar un máster en la Escuela Superior de Intérpretes y Traductores (ESIT).
Al principio, explica, no tuvo ningún problema. Vivía en una residencia de estudiantes en la que le permitieron alojarse durante un año. Después utilizó una agencia de alquiler –los portales más conocidos ahí son Se Loger y Particulier à Particulier (PaP)- para buscar un nuevo piso: “No pusieron muchas pegas porque me fui con dos franceses”. Encontraron un apartamento de unos 80 m2 en Saint-Denis, al norte de París, por el que pagaban 1.500 euros. Cómo continuaba en prácticas en una empresa de traducciones y no sabía si le harían contrato pidió como favor a su residencia que le dejaran quedarse un tiempo. Ahora vive por 900 euros en el extrarradio de París, en Saint Ouen, en una vivienda que consiguió a través de una agencia que sí que aceptaba aval extranjero. “Un trabajador extranjero que gana más o menos el salario mínimo no tiene oportunidad de conseguir un piso medianamente digno”, alerta.
“Me tragué miles y miles de anuncios falsos o un ‘no apto’ por no tener contrato [de trabajo]. También hay quien por ser español te deja de contestar, un poco de racismo, como en todas partes”, recuerda Alba, una sevillana que se mudó en septiembre a la metrópoli francesa para trabajar como niñera y que tuvo “suerte” porque gracias a un conocido de su pareja, que también vive en París, encontraron piso.
Pero… ¿Qué tipo de viviendas te puedes encontrar? Lo más común en París son los apartamentos. Muchos de ellos están en edificios de seis y ocho plantas con más de un siglo de vida y que carecen de instalaciones modernas, como ascensores. Según detalla Example, el contrato de alquiler típico incluye el agua, el alcantarillado, y el mantenimiento de las zonas comunes, pero no la línea de teléfono, internet o televisión por cable. Todos los años, además, hay que abonar al Ayuntamiento un “impuesto de residencia”.
En sus casi ocho años de experiencia en París, Bárbara Ortega asegura que ha pasado por más de una decena de viviendas. Llegó como estudiante y con un presupuesto de 400 euros, pero no tardó en darse cuenta de que por ese dinero era “casi imposible” encontrar algo que no fuera una buhardilla de pocos metros cuadrados. Ganaba 700 euros con sus prácticas y recibía otros 200 de una ayuda del Estado. Era febrero de 2012 y Bárbara empezó su vida parisina en una buhardilla de 9 m2 cerca de Notre Dame: “Está uno tan desesperado que dice que sí a lo que sea”, señala.
Durante los siguientes años tuvo “muchos problemas” para encontrar piso y deambuló por varios apartamentos. En pisos alquilados, en el apartamento de un novio que tuvo, amigos e, incluso, subarrendada, una experiencia “muy mala”. También llegó a publicar un anuncio para buscar un compañero de piso: “En dos horas recibimos más o menos 200 emails… tuvimos que quitar el anuncio”.
Otra de las particularidades que recuerda son las colas de candidatos para entrevistarse con una agencia o propietario: “Crees que vas sólo y tienes ahí una cola que no sabes cómo hacer para que te cojan”. Tras vivir en el distrito 11 en un piso compartido y otro en el 18 por unos 1.000 euros, Barbará se compró un apartamento de 70 m2 en Mary-le-Roi, un pueblo de las afueras de la capital por el que paga un crédito mensual de 1.000 euros: “Por ese precio tenía lo mismo en París pero por 20 m2”.
¿Consejos para el que se aventura a vivir en París? “Mucha paciencia, tener amigos y si no conoces, hacerlos”, recomienda Bárbara. Lo mismo que aconseja Lily, una mujer colombiana que vive desde hace años en Francia: “Es muy caro vivir en París, muy duro de conseguir”.
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