Wall Street se afana estos días por estirar los rendimientos de la que pasará a la historia como una de las décadas más productivas para la mayor bolsa del mundo.
La recuperación tras el descalabro de la crisis financiera, iniciada en 2009, ha logrado continuidad -con el inestimable respaldo de los bancos centrales- a lo largo de los años, superando las más dispares incertidumbres, y llevando a los principales índices del mercado estadounidense a batir récord tras récord.
Desde el cierre de 2009 hasta hoy, el S&P 500 y el Dow Jones rondan el 200% de ganancias, mientras que las del Nasdaq se aproximan al 300%, lo que contrasta con el mucho más modesto crecimiento de las bolsas europeas, ejemplificados por el alza inferior al 30% del EuroStoxx 50 a lo largo de la década.
El JSE Index acumula unas ganancias superiores al 500% desde el inicio de 2010
Pareciera que ninguna bolsa es capaz de hacer sombra a la pujanza de Wall Street. Y sin embargo, en el ranking de los índices más rentables en los últimos diez años sobresale de forma inesperada uno que poco tiene que ver con el glamour del parqué neoyorkino.
El JSE Index, el principal índice de la bolsa de Jamaica, acumula un rendimiento superior al 500% desde el inicio de 2010. Y, al contrario que ocurre con frecuencia cuando una bolsa emergente descolla por sus elevadas revalorizaciones -así ha sucedido recientemente con las de Venezuela o Argentina- estos rendimientos no se encuentran desvirtuados por el hundimiento de su moneda (medido en euros, el rendimiento del índice en la década supera el 400%, frente al 270% del S&P 500).
Lo cierto es que la escalada de la bolsa jamaicana se ha fraguado básicamente el último lustro, en el que el JSE avanza más del 560%. Si el mercado de la isla caribeña ya destacó en 2018 como el más alcista del mundo, con ganancias que superaron el 30%, este año va camino de mejorar su rendimiento.
Lo más llamativo es que estos rendimientos no se han obtenido en una economía que haya registrado un crecimiento espectacular en los últimos años. Al contrario, la isla caribeña, que da cobijo a algo menos de tres millones de personas, acumula varios años de crecimientos limitados, que no parece que vayan a repuntar a corto plazo: la agencia Moody's pronostica que Jamaica cerrará 2019 con un crecimiento del 1,1%, que se reducirá una décima en 2020.
Sin embargo, detrás de estas cifras se esconde una exitosa historia de transformación de una economía que se vio al borde del colapso tras la crisis financiera, asfixiada por su elevada deuda (que llegó a representar el 147% del PIB) y que, tras años de dolorosas reformas supervisadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), se encamina hacia una senda de crecimiento más estable y resistente.
"Las autoridades jamaicanas han demostrado un compromiso ejemplar con las reformas bajo dos programas consecutivos apoyados por el FMI que han abarcado los últimos 6 años y medio. Se han implementado reformas difíciles, con considerables sacrificios por parte del pueblo jamaicano, que han institucionalizado la disciplina fiscal y condujeron a una reducción sustancial de la deuda pública, que ahora está en camino de cumplir el objetivo legislado del 60 por ciento del PIB para marzo de 2026. La tasa de desempleo está en su punto más bajo, la inflación es moderada, el sistema financiero es menos vulnerable y las reservas internacionales son cómodas", resaltaban recientemente los expertos del fondo, tras una revisión de la situación del país.
Los canales por los que esta situación ha derivado en un impresionante auge de la bolsa insular no son tan evidentes. Sin duda, es necesario considerar las particularidades de un mercado limitado, en el que apenas cotizan unas 60 compañías con un valor conjunto de poco más de 13.000 millones de euros (menos de lo que vale Grifols).
El país ha acometido con el apoyo del FMI importantes reformas para reducir su abultada deuda
Además, muchas de estas compañías cuentan con accionistas de referencia que controlan partes muy significativas de su capital, lo que provoca que el número de acciones que se negocian libremente sobre el parqué sea reducido. En la bolsa jamaicana son muy comunes las sesiones en las que las compañías que no llegan a moverse superan a las que sí.
Lo que significa todo esto es que muy poco dinero puede tener un impacto significativo en este mercado, que como otra particularidad tiene uno de los horarios de negociación diarios más reducidos, de apenas tres horas y media.
La economía jamaicana está ampliamente centrada en el sector turístico, aunque sectores como la minería y la agricultura también tienen un peso relevante. Pero en su mercado hay un sector que sobresale por encima del resto: el financiero.
Esto no es baladí. Como observaba recientemente la agencia Moody's, tras elevar el rating que otorga a Jamaica (a niveles de B2), los activos totales del sector financiero jamaicano -que se han triplicado en la última década- rebasan con creces el 200% del PIB, por encima de lo habitual en países con calificaciones similares. Así, "Jamaica se beneficia de una base de inversores internos relativamente profunda, que permite al gobierno emitir deuda en moneda local a tasas de interés relativamente favorables".
En un contexto en que la mejora de las finanzas públicas y la entrada en el país de inversión exterior -el Banco Mundial clasifica al país como el sexto mejor del mundo para abrir un negocio- ha permitido rebajar de forma considerable los intereses a pagar por el Gobierno para financiarse en el mercado, la búsqueda de rentabilidad ha derivado una creciente cantidad de fondos hacia el mercado bursátil.
Ambición
La combinación de unas finanzas más saludables y la ambición de hacer de su capital, Kingston, un centro logístico y financiero de relevancia en las rutas hacia el Canal de Panamá abrigan las esperanzas de que la economía del país, y con ella su bolsa, mantengan la exitosa escalada de los últimos años.
Sin embargo, no puede obviarse que el país presenta aún notables retos. Sin ir más lejos, Moody's citaba en su informe "las restricciones estructurales de crédito debido al pequeño tamaño del país, la considerable concentración económica en la industria del turismo, el bajo crecimiento económico y la vulnerabilidad a los shocks externos" de un territorio con un elevado porcentaje de deuda en moneda extranjera y siempre bajo la amenaza de los huracanes tropicales.
En cualquier caso, para bien o para mal, para los inversores extranjeros a día de hoy sigue siendo un desafío casi insuperable la entrada en un mercado cuyas acciones ni siquiera forman parte de fondos cotizados (ETF) en otras bolsas, pese a la existencia de algún proyecto para dar este paso a corto plazo.
Así, si bolsa que ha empequeñecido los logros de Wall Street en la última década consigue estirar su éxito en los próximos años es bastante posible que sus réditos acaben en manos de muy pocos.
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