La continuidad de Teresa Ribera en el nuevo Gobierno se daba por segura. En las dos negociaciones de PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante la investidura –la del pasado verano y la de ahora- el equipo de Pedro Sánchez se ha cerrado en banda ante las aspiraciones podemistas de asumir las competencias de política ambiental y energética.
La lucha contra la emergencia climática es para Pedro Sánchez un pilar fundamental, absolutamente clave, de la acción de Gobierno. Que el Ministerio para la Transición Ecológica se quedaría en manos socialistas era un elemento indiscutible para el equipo negociador del PSOE que buscaba sellar la coalición de Gobierno con Podemos. Tanto que hace semanas ya se filtró la continuidad de Teresa Ribera en un futuro Ejecutivo.
Ahora el presidente Pedro Sánchez refuerza su apuesta tanto por la transición ecológica como por la propia Teresa Ribera encumbrándolas a una vicepresidencia de nuevo cuño. Una nueva nueva vicepresidencia para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que escuece en Podemos.
Escuece, por un lado, por quedarse fuera de su ámbito de influencia y, por otro, porque diluye el protagonismo del también vicepresidente Pablo Iglesias, que lejos de adquirir el halo de número dos del Ejecutivo se convierte en el más débil de los cuatro vicepresidentes (junto a la vicepresidenta política Carmen Calvo, la económica Nadia Calviño y la ambiental Teresa Ribera).
En el anterior Ejecutivo Teresa Ribera ya se puso al frente de un superministerio de nueva creación que agrupaba las competencias de energía, medio ambiente y de cambio climático, que hasta entonces se repartían en tres departamentos. Ahora sumará como vicepresidenta las competencias para combatir el reto demográfico y para frenar que la España vacía se siga vaciando.
Como ministra ha diseñado la hoja de ruta ambiental y energética para la próxima década con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que sienta las bases para empezar a transformar el modelo económico y energético en línea con el recorte de emisiones necesario contra el cambio climático, que impulsa el boom de nuevas renovables que se viene, y que apunta el fin del carbón y la nuclear en los próximos años.
Y también inicio el camino, aún por aprobarse en las nuevas Cortes, más a largo plazo, con un proyecto de nueva Ley de Cambio Climático que debe llevar a España a una economía descarbonizada con vistas a 2050.
La continuidad de Teresa Ribera en el nuevo Gobierno se daba por segura. En las dos negociaciones de PSOE y Unidas Podemos para sacar adelante la investidura –la del pasado verano y la de ahora- el equipo de Pedro Sánchez se ha cerrado en banda ante las aspiraciones podemistas de asumir las competencias de política ambiental y energética.
La lucha contra la emergencia climática es para Pedro Sánchez un pilar fundamental, absolutamente clave, de la acción de Gobierno. Que el Ministerio para la Transición Ecológica se quedaría en manos socialistas era un elemento indiscutible para el equipo negociador del PSOE que buscaba sellar la coalición de Gobierno con Podemos. Tanto que hace semanas ya se filtró la continuidad de Teresa Ribera en un futuro Ejecutivo.
Ahora el presidente Pedro Sánchez refuerza su apuesta tanto por la transición ecológica como por la propia Teresa Ribera encumbrándolas a una vicepresidencia de nuevo cuño. Una nueva nueva vicepresidencia para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que escuece en Podemos.
Escuece, por un lado, por quedarse fuera de su ámbito de influencia y, por otro, porque diluye el protagonismo del también vicepresidente Pablo Iglesias, que lejos de adquirir el halo de número dos del Ejecutivo se convierte en el más débil de los cuatro vicepresidentes (junto a la vicepresidenta política Carmen Calvo, la económica Nadia Calviño y la ambiental Teresa Ribera).
En el anterior Ejecutivo Teresa Ribera ya se puso al frente de un superministerio de nueva creación que agrupaba las competencias de energía, medio ambiente y de cambio climático, que hasta entonces se repartían en tres departamentos. Ahora sumará como vicepresidenta las competencias para combatir el reto demográfico y para frenar que la España vacía se siga vaciando.
Como ministra ha diseñado la hoja de ruta ambiental y energética para la próxima década con el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que sienta las bases para empezar a transformar el modelo económico y energético en línea con el recorte de emisiones necesario contra el cambio climático, que impulsa el boom de nuevas renovables que se viene, que apunta el fin del carbón y la nuclear en los próximos años, y que debe hacerlo todo con el objetivo simultáneo de bajar el precio del recibo de la luz.
Y también inicio el camino -aún por aprobarse en las nuevas Cortes- más a largo plazo, con un proyecto de nueva Ley de Cambio Climático que debe llevar a España a una economía descarbonizada con vistas a 2050. Ahora será la encargada de impulsar todas estas medidas y encajarlas en un nuevo Green New Deal que pretende impulsar el recién estrenado Ejecutivo.
Encumbrada y elogiada por la organización exprés en diciembre de la Cumbre del Cambio Climático de Naciones Unidas en Madrid (otros países se toman dos años, España lo tuvo que hacer en dos meses), Ribera también se ha metido en algunos charcos que se han traducido en polémicas y que desde su entorno se resumen como “debates anecdóticos que distraen de los debates importantes”.
“El diésel tiene los días contados” es una frase que sigue persiguiendo a Ribera, que encendió al sector de la automoción patrio y que ha hecho que empresas del motor y petroleras la responsabilicen de la caída de ventas de los coches de gasóleo. Desde el Ministerio siempre se ha contrapuesto a las críticas que la caída de las ventas de vehículos es una tendencia que viene de largo y que es generalizada en Europa, y que poco tiene que ver con esas palabras. La futura Ley de Cambio Climático fija 2040 como fecha límite para que en España se vendan coches que no estén libre de emisiones contaminantes.
Funcionaria en excedencia del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado, licenciada en Derecho y diplomada en Derecho Constitucional y Ciencia Política, antes de volver a España para ser ministra tras la moción de censura que descabalgó a Mariano Rajoy, Ribera ocupaba la dirección del prestigioso Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), con sede en París.
Ribera estuvo durante años muy ligada al PSOE de Pedro Sánchez, en el que llegó a encargarse de coordinar el Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía ya antes de las elecciones del 26-J de 2016. También fue una figura ascendente en los Ejecutivos de José Luis Rodríguez Zapatero, en los que fue directora de la Oficina de Cambio Climático entre 2004 y 2008, y secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011.
De aquella última etapa como secretaria de Estado viene uno de los episodios que utilizan sus críticos para atacarla: fue ella la encargada de firmar la declaración de impacto ambiental del almacén submarino de gas Castor, paralizado posteriormente por su relación con cientos de seísmos. Como ministra, el año pasado ordenó sellar y desmantelar de manera definitiva el almacén frente a las costas de Castellón.
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