Son tiempos de vacas flacas para las compañías de telecomunicaciones y eso lo está sufriendo Telefónica, cuyo comportamiento en bolsa ha causado más de un quebradero de cabeza en la planta noble de su sede madrileña, en el distrito de Las Tablas. El grupo presidido por José María Álvarez-Pallete pelea estos días porque su título no descienda de la barrera psicológica de los 6 euros, después de varias semanas complicadas en el parqué.
La compañía cerraba la sesión de este miércoles con un precio de 6,03 euros, lo que implicaba un descenso del 0,48% con respecto al día anterior. A estas alturas, se puede decir que, de momento, el plan estratégico que presentó el grupo el pasado 27 de noviembre no ha logrado convencer a los inversores sobre la conveniencia de invertir en este valor.
Desde ese día, la empresa ha perdido el 12% en bolsa y actualmente roza su mínimo de los últimos años, que marcó en agosto, cuando su acción llegó a cerrar una jornada a 5,94 euros.
Eso situó los títulos en su nivel más bajo desde 1997 –como contó este periódico-, cuando el negocio tradicional aportaba el grueso de los ingresos e internet todavía no era una tecnología ‘universal’ en España.
Enfermedad sectorial
En este tiempo, también han registrado números rojos -aunque con una menor caída- competidores de Telefónica como MásMóvil, que ha perdido el 2,6%; y Euskaltel, que se ha dejado el 9%. En este tiempo, Vodafone ha ganado el 1,7% en Reino Unido, mientras que Orange ha perdido el 13,6% en Francia. Por su parte, Deutsche Telekom se ha dejado el 3,5% en Alemania.
Telefónica, la que fuera primera compañía española en superar los 100.000 millones de valoración, cuenta actualmente con una capitalización de 31.300 millones de euros, lo que le deja fuera del top 5 del Ibex-35, que está compuesto por Inditex (97.500 millones), Santander (59.400), Iberdrola (58.600), Amadeus (32.700) y BBVA (32.000).
Telefónica vale actualmente 31.300 millones de euros, lo que le deja fuera del top 5 del Ibex-35
Fuentes oficiales de Telefónica han declinado hacer ningún comentario sobre el comportamiento del valor bursátil de la compañía. Tampoco han querido referirse a la posibilidad de poner en marcha cualquier plan de contingencia para relanzarlo.
Otras fuentes internas inciden en que los inversores han mostrado sus dudas en los últimos tiempos en el negocio de las telecos –acentuadas en esta primera parte de 2020- porque es un sector endeudado, que cuenta con elevados índices de inversión en capital (Capex) y que estará obligado en los próximos tiempos a realizar fuertes desembolsos para extender sus redes de fibra y 5G en varios países.
Sector híper-regulado
En su crisis, también influyen –añaden estos informantes- las tensiones geopolíticas y la regulación a la que está sometido el sector. Sobre esto último, Álvarez-Pallete ha reclamado en varias ocasiones que los reguladores de los mercados no ralenticen el avance del sector, dado que eso les sitúa en una desventaja competitiva con respecto a las empresas chinas y estadounidenses.
En el caso concreto de España, se suman otras incertidumbres, como la relativa al advenimiento de un quinto operador al panorama nacional o a las posibles decisiones que podría tomar el Gobierno progresista sobre el negocio de las telecomunicaciones que pudieran afectar directa o indirectamente a las empresas domésticas.
El grupo cerró el tercer trimestre del año con un beneficio de 3.622 millones de euros que fue el 1,6% inferior al del mismo período del ejercicio anterior.
Hay que tener en cuenta que, hace justo cinco años, las acciones de Telefónica cotizaban a 11,81 euros, es decir, casi el doble que actualmente. Desde entonces, su depreciación ha sido prácticamente progresiva, salvo en períodos concretos de crecimiento, como el que tuvo lugar durante la última parte de 2016 y la primera de 2017.
A finales de noviembre, en mitad de este panorama, no exento de dudas, el Consejo de Administración de Telefónica decidió replantear su estrategia para intentar incrementar su cifra de negocio en 2.000 millones de euros anuales. Entre otras cosas, anunció su intención de centrar sus esfuerzos en las divisiones de Alemania, Brasil, España y Reino Unido; y buscar alternativas para el resto de los mercados, entre las que se encuentran posibles desinversiones.
También avanzó la creación de Telefónica Tech, para concentrar todos los negocios digitales; la constitución de Telefónica Infra, en la que integrará todas las redes e infraestructuras; y la puesta en marcha de un nuevo modelo organizativo y una nueva estructura directiva para ganar agilidad.
El grupo cerró el tercer trimestre del año con un beneficio de 3.622 millones de euros que fue el 1,6% inferior al del mismo período del ejercicio anterior. Su resultado operativo EBITDA fue de 11.450 millones (+1,1%), mientras que su cifra de negocios, de 36.023 (+3,6).
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