Hace un año, la entrada en vigor del acuerdo comercial entre Europa y Japón dio alas al consumo de cientos de productos en los paladares japoneses. Es ahí, a unos 10.800 kilómetros, con más de 126 millones de habitantes y en un mercado dominado por Estados Unidos y Australia, donde han irrumpido esta semana los ganaderos españoles, que de ahora en adelante podrán exportar nuestras carnes de vaca, oveja y cabra.
Tras años de negociación, España lograba esta semana el permiso de las autoridades japonesas para exportar estos productos cárnicos. No es un mercado cualquiera. Según Provacuno, Japón es el segundo mayor importador de carne del mundo y, desde que bajó su producción, necesita importar 700.000 toneladas al año. El acuerdo entre los ministerios de ambos países incluye las exportaciones de carne fresca y los despojos de vacuno, ovino y caprino.
Aunque de momento son pocas las empresas españolas autorizadas, la industria ganadera ha acogido con alegría la noticia. "La apertura de este mercado, exigente donde los haya, supone entre otras consecuencias dos muy destacadas: insuflar aire a un sector que cada vez lo tiene más difícil para crecer internamente, y por otra parte, dejar constancia que nuestro nivel de seguridad sanitaria y animal es capaz de pasar los controles más exigentes, lo que significa que nuestras empresas trabajan muy bien", afirma José Fríguls, presidente de la asociación cárnica.
¿Qué desean degustar los japones? Principalmente, carnes de alta calidad, tiernas, jugosas y sabrosas, procedentes de animales alimentados con cereales y oleaginosas. En 2017, Estados Unidos (con un 51%) y Australia (45%) se repartieron casi todo el pastel del vacuno importado por Japón. Un mercado limitado también a otros pocos: Nueva Zelanda (2,5%), Canadá (1%), México (0,90%), Sudáfrica (0,009%) y Brasil (0,0029%). España podría exportar entre 50.000 y 70.000 toneladas de este tipo de carne, calcula Provacuno.
La sombra de las 'vacas locas'
Corría la década de los 80 cuando la enfermedad de las 'vacas locas' fue diagnosticada por primera vez en Europa. Conocida técnicamente como Encefalopatia Espongiforme Bovina (EEB), esta afección degenerativa ataca al sistema nervioso de los bovinos, cambiando su comportamiento y matando a los animales. Los dos primeros casos en España se detectaron en el 2000, pero en los años siguientes se multiplicaron los focos, llegando a los 167 en 2003. Desde entonces la cifra se redujo notablemente y, a día de hoy, es una enfermedad que apenas se ve en nuestro país.
Pero la sombra de las 'vacas locas' ha acechado a los ganaderos españoles hasta hace bien poco. "Nos ha limitado el cierre de todos los mercados fuera de las barreras europeas", señala José Ramón Godoy, de Provacuno. Hace casi cuatro años, España entró en la lista de los países en los que existe un riesgo insignificante del 'mal de las vacas locas', una situación que abrió las puertas del sector al exterior. Detrás del acuerdo hay controles no sólo a las empresas exportadoras, sino a todas aquellas que intervienen en el proceso de elaboración (matadero, sala de despiece, almacén frigorífico y centro de re-envasado).
"Lo que realmente ha sido importante es que desde la primera visita se han dado cuenta que la carne es de mucha calidad y que las empresas están adaptadas a lo que están exigiendo", subraya Godoy. En concreto, explica, los nipones demandan los "cortes más valiosos": solomillos, lomos, el hígado, los riñones pero, sobretodo, la lengua, "un producto que consumen en gran cantidad". En los últimos tiempos, España ha encontrado a sus mejores socios en Portugal, Italia y Francia. La conquista de nuevos mercados ha llegado también a los Emiratos Árabes, Arabia Saudí, Filipinas o Hong Kong.
El peso de Oceanía en Japón
El acuerdo entre el Ejecutivo español y el nipón también incluye la exportación de carne de oveja y cabra. En estos sectores, la apertura a nuevos horizontes tuvo otros motivos. Hace una década, la industria atravesaba una mala situación por la "falta de modernización" y la caída del consumo de cordero, según explica Tomás Rodríguez, coordinador de Interovic. Fue entonces cuando se dio el salto a mercados intercontinentales. Si en 2010 España exportaba la mayoría de su carne a Italia y Francia, en 2017 fue Libia quien acaparó gran parte de nuestra producción, según los datos del Observatorio de Complejidad Económica.
En Japón, el dominio de la carne australiana es absoluto: acapara el 79% de las importaciones, mientras que el resto procede de Nueva Zelanda. Ahora, los asiáticos quieren de España una carne "diferente" al de los países oceánicos. Nuestros corderos, asegura Rodríguez, se alimentan de pienso, pesan la mitad y tienen un sabor más delicado al de otros territorios. ¿El objetivo? Superar en 2020 el "millón y medio" de euros en exportaciones.
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