El recibo de la luz se prepara para una auténtica revolución. Será muy a finales de 2020 o ya a principios de 2021, cuando entrará en vigor la nueva estructura de peajes y cargos que se incluyen en la tarifa eléctrica. Un gran cambio que, entre otros aspectos, hará que la electricidad cueste diferente en función del momento del día en que se consuma. Habrá tres precios diferentes al día y será así para todos los consumidores.
Pero ya hay millones de clientes que se han adelantado y que han dado el salto a las tarifas que ya ofrecen este diferente precio dependiendo de la hora en que se realiza el consumo. Todas las compañías eléctricas ofrecen ya tarifas que son más baratas por la noche, que es el momento en que generalmente la electricidad tiene un menor coste por haber menos demanda.
Son las denominadas tarifas de discriminación horaria, por las que se paga un 35% menos de los costes regulados de la tarifa y que la electricidad consumida cuesta menos durante 14 de las 24 horas del día (a cambio de que durante el resto de horas se pague un poco más). A la gran mayoría de clientes les sale a cuenta esta opción y les abarataría la factura.
Muchos clientes han dado el salto y se está produciendo un auténtico trasvase masivo de usuarios hacia este tipo de tarifas con discriminación horaria. En sólo un año son casi 3,3 millones de clientes los que dieron el salto a las tarifas nocturnas y son más de 5,2 millones de clientes en dos años los que se han pasado a esta fórmula de factura.
Más de 8,16 millones de pequeños clientes –hogares y pymes con una potencia contratada inferior a 10 kilovatios- ya habían optado por una tarifa de discriminación horaria, según los últimos datos oficiales de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), correspondientes a septiembre de 2019. El registro se ha disparado un 67% en el último año y un 167% en dos ejercicios.
La previsión que manejaba el Gobierno era que durante 2019 la huida hacia este de tarifas continuara y que se llegara a los 7,7 millones a finales del año. Con datos de septiembre, las previsiones ya se han desbordado.
El trasvase hacia la discriminación horaria se está produciendo tanto entre los clientes que tienen contratada la tarifa regulada (conocida como Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, PVPC) como entre los que cuentan con tarifas del mercado libre. De hecho, es muy mayoritariamente esta última modalidad la que aporta clientes de la tarifa nocturna.
Con datos del pasado septiembre, eran casi 880.000 los clientes con discriminación horaria en el PVPC (de un total de 10,8 millones) y más de 7,26 millones las que la tenían con una tarifa del mercado libre (de un total de más de 15,8 millones de usuarios). En el caso de la tarifa regulada los clientes que habían cambiado a la discriminación horaria durante el último año fueron 189.200. En el mercado libre, el salto lo protagonizaron casi 3,1 millones.
Los porqués de la ‘huida’
Las razones de la fuga masiva hacia la tarifa nocturna son varias. Las comercializadoras eléctricas del mercado libre reconocen que fomentan este tipo de tarifas (algunas incluso es la que ofrecen casi exclusivamente a sus nuevos clientes) porque, según argumentan las propias compañías, así mejoran sus márgenes trasladando parte del consumo de sus usuarios a la noche porque ellas mismas compran la electricidad a un mejor precio.
En paralelo, también el Gobierno promueve activamente el cambio hacia la tarifa nocturna para cambiar los hábitos de consumo de los ciudadanos. El Ministerio para la Transición Ecológica obliga desde octubre de 2018 a las compañías obligadas a comercializar la tarifa regulada, las cinco grandes (Endesa, Iberdrola, Naturgy, EDP y ahora también Repsol), a informar en cada factura que reciben sus clientes de cuánto habrían pagado en caso de contar con discriminación horaria.
Una rebaja del 8% en el recibo
Tanto para la tarifa regulada como para las del mercado libre, existen dos tipos de contratos con discriminación horaria. Casi todos los clientes que han optado por la discriminación horaria tienen contratada la tarifa de dos periodos: con 14 horas valle en que el consumo sale más barato (de 22.00 a 12.00 horas en horario de invierno y de 23.00 a 13.00 horas en verano) y 10 horas punta en que sale ligeramente más caro. Una minoría –menos de 17.500 clientes del total de 8 millones con tarifa nocturna- han optado por otra fórmula que divide el día en tres periodos: 10 horas punta, ocho valle y seis supervalle.
Según las asociaciones de consumidores a la gran mayoría de los usuarios les saldría rentable dar el salto a las tarifas nocturnas, incluso sin cambiar sus hábitos de consumo (aunque es más ventajoso cuanto más consumo se traslade al horario de noche). Un consumidor medio puede ahorrar entre un 5% y un 8% en el importe final del recibo de la luz manteniendo sus costumbres en el uso de aparatos eléctricos. Con tener un 30% del consumo eléctrico concentrado en las horas valle ya sale a cuenta, y la gran mayoría de hogares con usos normales superan esa proporción.
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