Lunes negro en los mercados internacionales de petróleo. El doble shock provocado por el frenazo económico que se espera por el coronavirus y la falta de acuerdo entre la OPEP y Rusia para reducir la producción y sostener el precio ha provocado un desplome histórico. Los precios han registrado descensos de hasta el 30% -la mayor caída desde la Guerra del Golfo de 1991- y han hecho que el crudo pierda la mitad de su valor sólo en lo que va de año.
Y en mitad de la debacle, con los mercados internacionales en caída libre, el sector mundial del petróleo empieza, además, a asumir ya que en 2020 puede sufrir la primera caída de la demanda en una década. Así lo ha advertido la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su último boletín mensual, en el que anticipa que el consumo mundial puede caer este año por primera vez desde 2009, en plena Gran Recesión global tras el colapso de Lehman Brothers.
Las estimaciones de la AIE pasan por que la demanda mundial de petróleo se reduzca en 90.000 barriles diarios durante este año. Un recorte que supondrá que el consumo global caerá justo por debajo de la cota psicológica de los 100 millones de barriles diarios, quedándose en los 99,9 millones como escenario central más probable. Se trata de un derrumbe en toda regla de las estimaciones de la AIE, que hace un mes calculaba que la demanda crecería este año en 825.000 barriles al día.
“La situación sigue evolucionando, pero esperamos que la demanda global de petróleo caiga en 2020, el primer descenso anual en más de una década”, sostiene a la AIE, la agencia de coordinación energética de la OCDE. La organización achaca el frenazo a “la mayor caída de demanda en China, que representó más el 80% del incremento global en 2019, y a los problemas en los viajes y el comercio".
La AIE maneja otros dos escenarios más. El más pesimista, bajo la hipótesis de una gran expansión del coronavirus en Europa y Asia y una recuperación lenta del impacto, anticipa que la demanda de petróleo caería en 730.000 barriles diarios, hasta los 99,26 millones al día. Y también maneja un escenario con implicaciones más leves, gracias a que el impacto de la epidemia en Europa y Norteamérica no 3es de calado, y que contempla que el consumo incluso crecería en 480.000 barriles diarios, y se alcanzaría los 100,48 millones de barriles.
"La perspectiva inmediata para el mercado del petróleo dependerá de la rapidez con la que los gobiernos avancen en la contención del brote de coronavirus y de qué impacto tiene la crisis en salud de la actividad económica global". La previsión de la AIE a medio plazo augura un incremento de la demanda global de petróleo entre 2019 y 2025 de 5,7 millones de barriles diarios, con un crecimiento medio anual de unos 950.000 barriles al día, lo que supone un fuerte recorte en relación al crecimiento de 1,5 millones de barriles que preveía hasta ahora.
El temor a una caída de demanda en el conjunto del año coincide con la debacle en los mercados de petróleo. El barril Brent, el de referencia en Europa, ha llegado a caer este lunes un 31%, hasta rozar los 31 dólares, su menor precio desde finales de 2016. Y el barril West Texas, de Estados Unidos, ha llegado a registrar un desplome aún mayor, con una caída del 34%, quedándose en el entorno de los 27,3 dólares.
El pánico en los mercados es consecuencia del choque frontal entre Arabia y Rusia por el control de la producción mundial. El cártel OPEP, en el que se incluyen la mayor parte de los principales exportadores de crudo y que está liderado por Arabia Saudí, intentó la semana pasada sumar a Moscú a una estrategia para sostener los precios que implicaba recortar la producción en 1,5 millones al día. Rusia dijo no, y eso ha desatado el vendaval.
La falta de acuerdo ha abierto, de facto, una guerra de precios entre Arabia y Moscú. Aramco, el gigante petrolero saudí y la mayor empresa cotizada del mundo, se ha lanzado ya a recortar precios y ha advertido que podría incluso aumentar su producción. Y el Gobierno ruso ha dado plácet explícito a sus petroleras para que exploten toda su capacidad de producción y manejen su política de precios.
La gran banca de inversión teme que la caída de los precios se convierta en tendencia y que se agudice si el choque Arabia-Rusia continúa y si se agrava la epidemia de coronavirus a escala global. El gigante Goldman Sachs incluso ve factible que los precios se desmoronen en el peor de los casos hasta los 20 dólares por barril.
La espiral de pánico de hoy llega después de semanas de caídas. La menor demanda de petróleo prevista por el parón de la economía a causa del coronavirus, ya venía lastrando el precio del petróleo. En lo que va de año, en sólo poco más de dos meses, el Brent y el West Texas han perdido más de la mitad de sus precios de mercado.
Por lo general el descenso de los precios del petróleo es considerado un estímulo para la economía global. Un factor de dinamización que puede azuzar el crecimiento: al producir un ahorro en consumidores y empresas, en principio, tiene un efecto favorable para el consumo y la inversión. Pero un descenso brusco y profundo, tan descontrolado como el que se está registrando este lunes, puede generar graves desequilibrios en los mercados, al comprometer la situación de determinados países e industrias de relevancia, como ya se comprobó a inicios de 2016. Y con ello se provocaría el efecto contrario y supondría un lastre para la economía global.
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