La expectación que generaba el plan de choque del Banco Central Europeo (BCE) frente al coronavirus no podía haberse visto más decepcionada. El mercado demostró el jueves su desaprobación a las medidas que ha decidido poner en marcha la institución que preside Christine Lagarde a través de fuertes desplomes en los principales índices bursátiles, como el Ibex 35, pero el castigo no termina ahí. Tras analizar con calma la decisión del supervisor de mantener los tipos de interés y dar barra libre a la liquidez, las casas de análisis lamentan que el BCE, lejos de enviar un mensaje de tranquilidad, ha dado la voz de alerta y ha utilizado “un bisturí en lugar de un bazuca”.
“El BCE necesitaba dar una señal de tranquilidad y no lo ha hecho (…) el mercado esperaba unas medidas más contundentes dada la actual situación”, explican los analistas de eToro, que añaden que “está claro que la política monetaria por sí sola no puede detener la sangría y habría que hacer algo más”.
Lagarde insistió durante su comparecencia del jueves en el mensaje que lleva transmitiendo a los Estados miembros durante las últimas semanas: las políticas fiscales deben complementar a la política monetaria. Y en esta situación crítica, su lamento sube un escalón: “Solo podremos lidiar con este shock si lo hacemos junto a las autoridades fiscales”.
“Lagarde ha optado por el bisturí en lugar de por el bazuca”, lamenta Ranko Berich, el director de Análisis de Monex Europe, para quien estas medidas son una “respuesta realista” al objetivo de estímulo del crédito del BCE. Para Berich, “lo que está claro es que la conferencia del jueves no ha calmado a los mercados europeos”, sino que, además, ha impactado en los bonos italianos, “lo último que necesita Italia”.
Azad Zangana, economista senior de Schroders, ve “sensata” la liquidez adicional aportada a la banca, pero cree que “las entidades ya están inundadas de liquidez” y, además, los bancos, por el momento, no han mostrado estrés en este sentido.
Por su parte, Didier Saint-Georges, miembro del Comité Estratégico de Inversión de Carmignac, cree que el BCE ha mostrado una “firme reticencia” a tomar medidas “más contundentes”. “La tan manida declaración de que lo realmente necesario es una respuesta de política presupuestaria ambiciosa, coordinada e inmediata constituye un doble reconocimiento de que la política monetaria ha alcanzado sus límites”, añade.
Para otros analistas, como David Lafferty, estratega jefe de Natixis Investment Managers, sin embargo, el BCE “ha tocado las teclas correctas” al mantenerse firme contra la “noción equivocada de que unos tipos más bajos pueden resolver los problemas económicos”.
Si hay algo que reseñar de la rueda de prensa de Lagarde es su referencia al papel del BCE con los diferenciales de los bonos soberanos, particularmente los italianos, cuyos precios cayeron el jueves tras la salida masiva de los inversores. “No estamos aquí para estrechar diferenciales, hay otras herramientas y actores para lidiar con estos temas”, explicó durante su comparecencia la presidenta del BCE, declaraciones que más tarde matizó en una entrevista con la CNBC, en la que apuntó que el supervisor utilizará la “flexibilidad” del programa de compra de activos para “evitar deslocalizaciones en los mercados de bonos”.
Desde Monex Europe aclaran que “no es trabajo del BCE cerrar los diferenciales entre la deuda soberana italiana y la alemana”, si bien la idea de que una estabilización en este sentido fue el resultado de las compras de activos del BCE “literalmente salvó el euro” durante la crisis de deuda soberana de 2012, en la que Mario Draghi lanzó su famoso Whatever it takes. “La decisión de Lagarde de erosionar esta expectativa de apoyo por parte del BCE en el peor escenario es algo innecesario que derivará en una comparación injusta de Lagarde con su predecesor”, añade el analista.
El efecto de las medidas del BCE en los bonos italianos, cuyo rendimiento se incrementó a cambio de una caída en el precio, demuestra para Zangana, de Schroders, que “los mercados buscaban un recorte de los tipos de interés y el BCE no ha logrado satisfacer sus expectativas”.
Además, desde Schroders lamentan que las economías más golpeadas, como la italiana, no se verán especialmente beneficiadas por las medidas del supervisor: “El BCE no ha abandonado sus límites de emisión y su suscripción de capital (norma por la que se rige la compra de bonos de Estado), lo que significa que no puede centrar los 120.000 millones de euros de la QE en los mercados que más lo necesitan (por ejemplo, Italia)”.
Lagarde se la jugaba en su primer momento crítico y no ha logrado satisfacer ni al mercado ni a los analistas, que esperaban una actualización de aquel Whatever it takes. El listón, sin duda, estaba alto.
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