Los aeropuertos, incluso los más grandes, tienen ahora un aspecto como si siempre fuera de madrugada. Terminales semidesiertas o directamente vacías, locales comerciales cerrados salvo algún restaurante, controles de seguridad sin colas o sin actividad alguna. El barullo habitual ha desaparecido. El desplome de la actividad aérea es casi total.
Las restricciones para frenar la propagación del coronavirus impuestas a los transportes con el estado de alarma han dejado el sector aéreo en España no ya a medio gas, sino directamente casi en una parálisis total. Las decenas de vuelos cancelados hace unas semanas por el bajón de la demanda de viajes, y que se circunscribían sólo a los principales focos del virus primero en China y luego en Italia, se han convertido en decenas de miles. Se han convertido en una cancelación masiva y casi total.
Aena, la compañía mayoritariamente pública que gestiona los aeropuertos en España, ha confirmado esta semana que la cifra de pasajeros en lo que va de mes ha caído casi a la mitad de lo que se registraba en el marzo del año pasado. Pero eso contando con que marzo arrancó con lo que estas alturas parece que era una relativa normalidad.
Y es que, según los datos de la compañía, en los últimos días el desplome del tráfico de viajeros es del 97% en relación a los niveles de los mismos días de 2019. Del 97%. Sólo tres de cada cien pasajeros que había hace año siguen pasando por los aeropuertos españoles. España se llena de aeropuertos vacíos.
El Gobierno con el arranque del estado de alarma primero impuso la obligación de que las compañías aéreas redujeran al menos un 50% sus vuelos de pasajeros. Días después la restricción se elevó hasta el 70%. Las aerolíneas han ido mucho más allá y el parón del tráfico de viajeros es casi total. Con gigantes europeos como Ryanair o easyJet con prácticamente todos sus aviones en tierra, y con las mayores firmas españolas como Iberia, Vueling o Air Europea con una actividad simplemente residual o directamente a la que están obligadas por servicio público (vuelos con las islas e interislas, y poco más).
Según confirma el Ministerio de Transportes, el número de operaciones en los aeropuertos españoles se ha derrumbado en más de un 90%. Y eso es incluyendo los vuelos exclusivamente de mercancías, a los que no les afectan las prohibiciones, y todos los vuelos de servicios públicos y sanitarios.
El conjunto de los aeropuertos de Aena, casi medio centenar de instalaciones por toda España, tendría que estar registrando cada día entre 5.700 y 5.800 operaciones cada día. Es el ritmo habitual para un mes de marzo. Con el estado de alarma no ha dejado de caer. Y cada vez a mayor ritmo. El jueves 19 de marzo se registraban sólo 1.746 operaciones. El jueves 26 se desplomó hasta los 571 vuelos, diez veces menos que el nivel habitual.
En Madrid-Barajas, el mayor aeropuerto español, la joya de la corona de la red de Aena, esta semana cada día se están operando entre 160 y 170 vuelos, incluidas decenas que son sólo de carga y algunas jornadas con también decenas de vuelos posicionales (que viajan vacíos), según los datos que maneja Aena y a los que ha tenido acceso El Independiente. Lo normal para un mes de marzo es que en la capital se acumularan unas 1.400 operaciones por día.
En Barcelona-El Prat la situación es similar. Durante esta semana se han registrado entre 80 y 100 vuelos por jornada, cuando lo esperado era entre 800 y 900 operaciones cada día. Además, en el aeropuerto barcelonés la proporción de vuelos de mercancías de desbordante. Este jueves, por ejemplo, se contabilizaron 103 operaciones en El Prat y tres cuartas partes, hasta un total de 76, fueron de carga.
Y eso es en los dos mayores aeropuertos del país, los de mayor actividad, los de mayor número de viajeros. En otros aeropuertos de la red de Aena, según confirman fuentes del sector aéreo, el panorama es desolador. En algunos casos con ningún vuelo de pasajeros en varios días o de manera permanente, y sólo algún avión de carga aterrizando y despegando de instalaciones casi fantasma.
El cierre de gran parte de las instalaciones de Barajas y de El Prat ya ha comenzado. Aena ha cerrado las terminales 2 y 3 del aeropuerto de Madrid y a partir del 1 de abril clausurará también la T1 para concentrar todos los vuelos de la capital sólo en la T4. Ya se han repartido los espacios, cada compañía aérea recién llegada ya sabe cuáles son sus mostradores de facturación. Todos en una terminal de cuatro.
En el caso del aeropuerto de Barcelona fue el pasado jueves, a las 18.00 horas, cuando llegó el último avión a la T2 y se cerró la instalación. Desde entonces todas las operaciones en la capital catalana se concentran en la T1 de manera exclusiva. La mitad del aeropuerto barcelonés ya está cerrada al público.
En algunos aeropuertos las restricciones a las operaciones son más drásticas que la norma general del recortar el 70%. En Baleares y Canarias la prohibición de operar vuelos comerciales es total, pero el Gobierno ha establecido excepciones concretas para garantizar la conectividad de las islas con la Península y de las islas entre sí.
Además de los vuelos interislas, desde los aeropuertos canarios sólo se permiten uno o dos vuelos diarios con Madrid y Barcelona, y en el caso de Gran Canaria y Tenerife Norte también un vuelo diario con Bilbao y Sevilla. En Baleares, sólo están permitidos un vuelo diario con Madrid, Barcelona y Valencia.
Desde la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), la organización que agrupa a 80 compañías aérea con presencia en el mercado español, se confirma que ya se han cancelado 97.000 vuelos con origen o destino en aeropuertos españoles previstos para marzo y abril. Pero serán muchos más. El dato ha quedado desbordado, y algunas compañías aéreas apuntan incluso que puede llegar a casi duplicarse.
Para este mes y el próximo estaban programadas inicialmente en los aeropuertos españoles cerca de 180.000 y 195.000 operaciones, respectivamente. En esas cifras se incluyen no sólo los vuelos de pasajeros, también los de mercancías, que prácticamente no están afectados por las restricciones. La proporción de vuelos que finalmente acaben quedándose en tierra a depender de la duración de la vigencia de las restricciones. El sector aéreo, en cualquier caso, da abril por perdido por completo.
SOS del sector aéreo
Ante la situación de shock en que se encuentra el sector, ALA ha reclamado al Gobierno que flexibilice la política de reembolsos a los clientes por los billetes de vuelos cancelados. Una de las alternativas que propone la patronal aérea es la devolución de los billetes a través de bonos de viaje (vouchers) como solución para “evitar la quiebra por falta de liquidez de muchas compañías y no dejar a los pasajeros sin ningún tipo de compensación”.
“Las compañías aéreas están atravesando una situación de asfixia económica como consecuencia de su falta de ingresos y de los gastos adicionales por su inactividad”, alertaba ALA. Y es que dejar de volar conllevaba además costes en concepto de tasas de estacionamiento.
Las compañías aéreas tendrán que pagar más de 7 millones de euros al mes por verse obligadas a dejar en tierra sus aviones en España y tenerlos aparcados en los aeropuertos. Aena ha atendido parcialmente la reclamación del sector en este sentido y va a permitir que las compañías aplacen seis meses sin intereses el pago de estas tasas. No se las perdona, sólo flexibiliza los plazos de pago.
“Necesitamos que se den facilidades a las compañías aéreas en el momento actual para evitar un mal mayor. Si las compañías aéreas se ven obligadas a reembolsar los miles de billetes de esos miles de vuelos cancelados como consecuencia de las restricciones establecidas por el Covid-19 podría desencadenarse la quiebra de muchas de ellas”, sostiene Javier Gándara, director general de easyJet en España y presidente de ALA.
La asociación de aerolíneas pide al Gobierno de España que utilice los “cuantiosos dividendos” que ha recibido por su 51% de propiedad de Aena, para compensar al gestor de los aeropuertos la por la supresión de estos costes extraordinarios derivados de la paralización de las flotas de las compañías aéreas. Esto es, que el Estado se haga carga de los costes de tener parados los aviones. De momento, el Ministerio de José Luis Ábalos no se muestra dispuesto a hacerlo.
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