El plan de desescalada diseñado por el Gobierno contempla una reactivación progresiva del turismo en un intento de no dar por perdido el verano por completo. El sector ahora mismo sufre una paralización total en todos sus segmentos, con hoteles y hostelería clausurados y con el transporte casi en punto muerto. Las empresas turísticas admiten que la desescalada es un respiro, pero alertan que es demasiado lenta, demasiado fragmentada y difícil de cumplir, y no les libra de un zarpazo millonario en un año negro.
El turismo podrá funcionar durante la temporada de verano, pero muy a medio gas, sólo para los viajeros nacionales –el levantamiento del cierre de fronteras y la reactivación de las conexiones aéreas internacionales aún no tienen fecha-, con un bajón de demanda que se da por seguro y con restricciones que el sector entiende que hacen casi imposible una operativa normal.
Actualmente, con carácter general y sólo con excepciones reguladas, todos los hoteles y alojamientos turísticos están clausurados. La hoja de ruta del Gobierno contempla que hoteles y otros alojamientos puedan reabrir a partir del 11 de mayo, cuando las diferentes provincias entren en la Fase 1, pero sin poder utilizar espacios comunes como comedores, bares o cafeterías. En la Fase 2 se permitiría abrir estas zonas comunes pero con un tercio del aforo. Y en la Fase 3 estos servicios de los hoteles ampliarían su aforo máximo hasta la mitad de su capacidad.
En estas fases, en principio, los clientes de los hoteles sólo podrían ser residentes de la misma provincia y, con carácter general y a la espera de cómo evoluciona la epidemia, podría ampliarse a todos los viajeros nacionales en algún momento de la segunda mitad de junio. Aunque tradicionalmente el cliente doméstico cubre para el conjunto del sector turístico la mitad del negocio, este año el sector da por hecho una demanda muy inferior por los efectos de la crisis económica en el viajero español y por la falta de confianza del cliente en poder viajar con seguridad plena.
Las grandes empresas del sector, agrupadas en el lobby Exceltur, admiten su desconcierto y advierten de que el plan del Goiberno “incorpora diversas restricciones y contradicciones que inviabilizan aún durante al aún tiempo el arranque del sector turístico en unas mínimas condiciones y operativas”.
“El plan del Gobierno impide que surja ninguna verdadera actividad turística. En primer lugar, la interna, al limitarse los desplazamientos por cualquier vía entre las provincias españolas, o al pretender abrir establecimientos alojativos, prohibiendo el uso de zonas comunes (no sabemos cómo resolver ese jeroglífico), o limitando aforos en otras instalaciones que hacen inviable su explotación”, denuncian desde Exceltur, que agrupa a una treintena de las mayores empresas turísticas españolas. “Procurar el reinicio de la actividad turística, no se puede contemplar como un proceso gradual de apertura de servicios subsectoriales sueltos e inconexos a su aire, sino como una cadena de valor integrada y coherente con el posicionamiento deseado para cada destino”.
Además, las empresas del sector recuerdan que en verano la demanda extranjera es crucial para sostener la actividad turística y que en algunos destinos copa la práctica totalidad del negocio. “En los próximos meses la demanda clave es la extranjera, que no aparecerá si los aeropuertos siguen cerrados y no hay vuelos u otros medios de transporte ferroviario o terrestre o se carece de criterios uniformes en la Unión Europeo sobre movilidad o sobre niveles de seguridad en destino para los que desean viajar”, sentencia el lobby.
Ante este escenario, y a pesar de que reconoce las buenas intenciones del Gobierno, Exceltur mantiene sin mover un ápice su estimación de golpe millonario para el sector. Su previsión contempla que la recuperación de las ventas arrancará en el mejor de los casos con la temporada estival ya comenzada y la normalidad no se recuperaría hasta el otoño. Los cálculos de la asociación empresarial anticipan que el golpe para el sector del frenazo de actividad será de 92.556 millones de euros, lo que supone destruir el 60,7% del PIB turístico alcanzado el año pasado.
“Estamos aún muy lejos de tener unos escenarios operativos de transición mínimamente viables y en fechas concretas, para arrancar el sector a corto con una demanda interna y externa en condiciones. Más bien el plan anunciado por el Gobierno abre más confusión y dificultades a las existentes”, sostiene el vicepresidente ejecutivo de Exceltur, José Luis Zoreda.
Desde la patronal hotelera Cehat se muestra abiertamente la “decepción” con el plan de desescalada. “Con este cuadro es prácticamente imposible que reabramos los negocios sin irnos directamente desde los ERTE por fuerza mayor a los ERE o a los concursos de acreedores”, alerta el presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat), Jorge Marichal. “Si no tenemos libre circulación” entre provincias, “con todas las meiddas de control que sean necesarias, no sirven de nada protocolos de actuación y afros al 30% por seguridad; simplemente, no podremos abrir”.
“Los hoteles no tienen ni para empezar con este plan, que en absoluto es un manual útil que indique cómo proceder a esa apertura”, se quejan los hoteleros. Desde el Gobierno se ha insistido en que cada fase del proceso de normalización contará con instrucciones precisas sobre cómo ejecutar las medidas.
Desde el sector turístico se lamenta que aún no haya protocolos claros y unificados sobre la vuelta a la actividad para el cliente y para la plantilla de las empresas. “Es imperativo garantizar la protección y confianza del consumidor con la inmediata adopción de unos protocolos sanitarios comunes que permitan la reapertura segura de los establecimientos hoteleros”, recalca el presidente del lobby de la Mesa del Turismo, Joan Molas. “De nada nos servirán los hoteles, restaurantes y campings abiertos si no llegan los clientes”.
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