Los gigantes del sector aéreo empiezan a prepararse para que la crisis provocada por la epidemia del coronavirus sea larga y que su impacto se note durante años. IAG, uno de los gigantes aéreos de la aviación y matriz de Iberia, Vueling y British Airways, anticipa que la recuperación no llegará hasta dentro de tres años.
La compañía, que ha sufrido unos tremendos números rojos de 1.683 millones de euros en el primer trimestre y ha advertido que las cuentas del segundo serán “considerablemente peor”, prepara una reestructuración profunda del grupo que pasará necesariamente por duros ajustes.
De momento, ya ha confirmado su intención de proceder a un recorte de plantilla de 12.000 empleados en British Airways, más de una cuarta parte de la plantilla actual). La inmensa mayoría de las plantillas de Iberia y de Vueling está acogida a expedientes temporales de empleo (ERTE) y las aerolíneas tratarán de alargarlos lo máximo que permita la legislación excepcional por la crisis. No obstante, las compañías admiten que deberán afrontar "ajustes laborales" para adaptarse a la caída de demanda prevista para los próximos años.
La reestructuración dura que IAG prepara para superar la crisis “como un grupo más fuerte” va a estar comandada por el español Luis Gallego. El actual presidente de Iberia tomará los mandos y se convertirá en consejero delegado de IAG el próximo 24 de septiembre en sustitución de Willie Walsh, después de que este movimiento en la cúpula se retrasara con motivo de la emergencia sanitaria.
IAG espera empezar a recuperar parte de su actividad en julio, pero da por hecho que su oferta de asientos rondará en el conjunto del año apenas la mitad que la de 2019. Una previsión que llega en un momento en que la capacidad del holding se ha hundido un 94% desde finales de marzo, con la gran mayoría de su flota en tierra y sólo operando vuelos de carga, de repatriación y algunos de servicio público. La compañía ha renunciado a desvelar sus previsiones de resultados financieros para 2020 por la incertidumbre actual.
Las perspectivas de IAG pasan por una crisis para el sector aéreo larga y no espera recuperar los niveles precrisis hasta 2023, en el mejor de los casos. “No esperamos que la demanda de transporte de pasajeros recupere el nivel de 2019 antes de 2023 como muy pronto”, ha alertado el consejero delegado de IAG, Willie Walsh. “Eso significa que la restructuración de todo el grupo es esencial para superar la crisis y mantener un nivel adecuado de liquidez. Nuestra intención es salir de la crisis como un grupo más fuerte”.
La compañía pretende aplazar la llegada de 68 aviones que tenía comprometidos con Airbus y con Boeing entre este año y 2023 como parte de las nuevas medidas de reestructuración. El recorte de flota prevista en todas las aerolíneas del holding se completará además con la no renovación de contratos de alquiler de 20 aviones este año, y quedan en el aire los contratos de leasing de otros 96 aparatos más que expiran en 2021 y 2022.
"Cuando comenzó la crisis contábamos con un balance y una posición de liquidez sólidos. Estamos tomando todas las medidas oportunas para proteger la tesorería, reducir y diferir la inversión y los costes operativos y asegurar financiación adicional para reforzar y mantener nuestra liquidez", ha señalado Walsh, quien ha precisado que a finales de abril, el grupo contaba con una liquidez de 10.000 millones de euros.
La compañía ha tomado ya medidas para incrementar la liquidez, tales como acogerse a las ayudas del Coronavirus Corporate Finance Facility (CCFF) del Reino Unido y del Instituto de Crédito Oficial (ICO) de España, así como prorrogar la línea de crédito renovable de British Airways.
Iberia y Vueling formalizaron las semana pasada préstamos sindicados con la banca por importe de 750 millones de euros y 260 millones de euros, respectivamente. Los préstamos que se obtendrán de estos acuerdos están condicionados a que el Instituto de Crédito Oficial (ICO) en España otorgue garantías por el 70% del valor de los préstamos. Los préstamos tendrán una duración de 5 años e incluyen clausulas no financieras para proteger la posición de los bancos participantes, entre las que se incluyen restricciones a la distribución de fondos al resto de compañías de IAG.
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