No iba a ser tan fácil. A Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, le han salido dos contrincantes en la contienda por la presidencia del Eurogrupo, el irlandés Paschal Donohoe y el luxemburgués Pierre Gramegna, por lo que España tendrá que hacer un especial esfuerzo durante las próximas dos semanas para convencer al resto de la zona euro de que la opción de Calviño es la más apropiada entre los candidatos, que representan, precisamente, a tres familias políticas distintas.
En el lado socialista, Calviño. La vicepresidenta ha logrado aunar el apoyo de la mayor parte de la fragmentada oposición española y su dilatada experiencia en Bruselas es su mejor carta de presentación para tomar los mandos del frente del euro.
Además, de convertirse en presidenta del Eurogrupo no solamente sería la primera española que lo consigue, sino también la primera mujer. En las décadas de existencia de este grupo virtual, solamente ha estado dirigido por hombres, por lo que el nombramiento de Calviño marcaría la diferencia también en este terreno.
La vicepresidenta cuenta, además, con el apoyo de Alemania, un peso pesado en el Eurogrupo. Eso sí, la ministra de Asuntos Económicos comparte perfil político con Mário Centeno, el portugués que abandonará la silla de la presidencia del Eurogrupo el próximo 12 de julio, al proceder ambos de gobiernos socialistas en coalición con partidos más a la izquierda. Al final, todo en la Unión Europea se decide en virtud de un reparto de poderes, por lo que esta circunstancia puede ser positiva si los países del euro quieren mantener el actual equilibrio o tornarse en negativa si otra familia política quiere aprovechar para dar un cambio.
Tampoco juega a favor de Calviño el hecho de que España vaya a ser una de las mayores beneficiarias del fondo de reconstrucción europeo si todo marcha según lo previsto. A ciertos países del Norte reticentes con la candidatura de Calviño no les gustaría que uno de los Estados más interesados en el fondo sea el que marque los plazos y las disciplinas del grupo del euro.
Poca claridad sobre el futuro de Donohoe
El otro candidato fuerte es Paschal Donohoe, el ministro irlandés de Finanzas, el más joven de los tres. A su favor está la cercanía a la Liga Hanseática, que conspira contra el nombramiento de Calviño, algo que le aseguraría los votos del Norte y, especialmente, de Países Bajos. La posición más neutral de Irlanda frente a los bloques opuestos del Norte y el Sur también le dará puntos frente a Calviño.
Donohoe es un ministro en funciones a falta de la constitución de un gobierno de gran coalición en Irlanda
Sin embargo, Donohoe cuenta con un gran lastre. El ministro de Finanzas irlandés ostenta el cargo en funciones, puesto que, tras las elecciones generales del pasado febrero, los conservadores están negociando una gran coalición con un partido de centro y con los verdes. Así, se presupone que Donohoe se mantendrá en el cargo una vez se ponga a rodar el nuevo Gobierno, pero su futuro está en el aire.
Algunas voces apuntan a que esta candidatura persigue más bien obligar a España a renunciar a optar a presidir la Organización Mundial del Comercio (OMC), para la que tiene oportunidades Arancha González Laya, actual ministra de Exteriores. En ese caso, despejaría el camino para Calviño.
Gramegna, condicionado por Juncker
El tercero de los contendientes es el luxemburgués Pierre Gramegna, un veterano en el Eurogrupo y también como candidato a presidirlo tras fracasar en el intento en 2017, frente a Centeno. Gramegna, cuya experiencia política se centra en Luxemburgo, quiere intentarlo de nuevo apelando a su veteranía y a la posición de su país a caballo entre los bloques más enfrentados.
Si bien en la lucha frente al coronavirus Luxemburgo se ha posicionado con países como Francia, España, Alemania o Italia, en materia fiscal el ministro es más cercano en sus votaciones a los países del Norte.
Gramegna deberá luchar contra la alargada sombra de Juncker
Con todo, su experiencia y su perfil bajo difícilmente podrán compensar la alargada sombra de Jean Claude Juncker. El expresidente de turno del Consejo Europeo y de la Comisión Europea fue durante ocho años líder del Eurogrupo, estrenando una posición que hasta entonces no había tenido cabeza visible.
Desde entonces, solamente otras dos personas han ostentado el cargo: el holandés Jeroen Dijsselbloem y el portugués Mário Centeno, que juntos suman los mismos años de mandato que duró Juncker. Otro punto a favor de la ministra española.
Los tres candidatos tienen dos semanas para sondear a sus colegas del Eurogrupo y ganarse su apoyo, que se materializará en votos el próximo 9 de julio, tres días antes de que Centeno abandone el grupo. El ganador necesitará mayoría simple (10 votos sobre 19) para poder estrenarse el 13 de julio en el sillón de la presidencia. Si no se consigue a la primera, deberá repetirse la elección hasta obtenerla, con el matiz de que candidato conocerá sus votos a favor, lo que le permitirá retirarse si no ve clara su victoria. Hasta entonces, la futura identidad del presidente del Eurogrupo seguirá siendo un misterio.
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