No es la primera vez que España pierde la presidencia del Eurogrupo, pero sí lo es teniendo el apoyo de los pesos pesados de la Unión Europea. Recabar el respaldo de los grandes no ha sido suficiente, pues se ha impuesto la voluntad de los pequeños de la Unión, que ha dejado a España a tan solo un voto del triunfo. En la votación para la presidencia del club de los ministros de Finanzas de la zona euro, en la que cada país tiene un voto, cada llamada y cada negociación entre Estados es determinante para poder ser el encargado de tocar la campana.
Tras una ajustada votación celebrada este jueves, el irlandés Paschal Donohoe se ha hecho con la presidencia del Eurogrupo. El ministro por ahora interino de Finanzas de Irlanda partía con más votos a favor al haber recabado el apoyo de una fuerte oposición a la vicepresidenta Nadia Calviño, contra la que los países del Norte habían conspirado: "Cualquiera menos ella".
Donohoe contaba con el apoyo de la renovada Liga Hanseática, formada por Estados como Países Bajos, Eslovaquia y los países bálticos, así como Dinamarca y Suecia, que están fuera del euro y, por tanto, del Eurogrupo. Los países más pequeños han tenido en esta ocasión la oportunidad de imponerse a los grandes, como Francia y Alemania, que habitualmente marcan el ritmo de las negociaciones europeas.
El irlandés, con todo, no fue capaz de imponerse en la primera vuelta de la votación, pues tuvo que repartirse los votos del Norte con el candidato luxemburgués, Pierre Gramegna, que se retiró tras ser el que menos apoyos obtuvo en un principio. La conexión entre estas dos candidaturas, más cercanas ideológicamente, ha sido determinante para el resultado final.
Calviño no se lo ha puesto fácil. La vicepresidenta, que partía como favorita desde el primer momento, logró nueve votos en primera vuelta y algo muy complicado en esta clase de votaciones: el apoyo de los grandes, que representan a más del 80% de los ciudadanos de la Unión. Alemania, Francia e Italia no solamente dieron su voto a favor de la vicepresidenta, sino que lo hicieron públicamente, acompañando sus respectivos anuncios con elogios hacia la vicepresidenta.
Sin embargo, el trabajo entre bambalinas es determinante para triunfar en una elección europea. La victoria en un puesto como la presidencia del Eurogrupo requiere de mucha diplomacia para ganarse los votos de los adversarios, algo que le ha faltado a España, a la vista de los resultados. Todo a pesar de haber presentado a la contienda una candidata de currículum intachable.
Donohoe, un ministro sin experiencia en Europa
El homólogo de Calviño en Irlanda cuenta con una extensa experiencia en los gobiernos de su país, pero en el currículum del futuro presidente del Eurogrupo se echa en falta experiencia en instituciones europeas.
Donohoe, graduado en Política y Economía por la Universidad de Dublín, ostentará la cartera de Finanzas en el futuro gobierno irlandés de gran coalición, en el que tendrán presencia los conservadores, los centristas y los verdes. Lleva dirigiendo este departamento desde 2017 y, anteriormente, fue ministro de Gasto Público, de Reformas y de Transporte, Turismo y Deporte y de Asuntos Europeos.
Fue elegido como diputado del parlamento irlandés en 2011 y, previamente, formó parte del Senado y del Ayuntamiento de Dublín. Sin embargo, no ha ostentado cargos comunitarios de relevancia, más allá de su presencia en el Eurogrupo, a la que accede automáticamente por su condición de ministro de Finanzas.
Todo lo contrario que Calviño, que se ha curtido durante años de trabajo en instituciones europeas. Una dilatada experiencia que la convertía en la candidata favorita en el papel, pero que no ha sido suficiente para convencer a los huesos duros del club del euro.
La elección del favorito del Norte sienta, además, un negativo precedente para los países más partidarios de salvar a los más afectados por la crisis del Covid-19 y envía una señal de debilidad ante las negociaciones del Consejo Europeo que van a tener lugar este mes de julio para lograr un acuerdo sobre el fondo de reconstrucción europeo. En este debate, la diplomacia lo será todo, como lo era para lograr la victoria del Eurogrupo. Una contienda en la que España ha vuelto a fallar.
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