Tras siete años consecutivos de récords de llegadas de viajeros internacionales, el turismo se prepara ahora para un desplome histórico. El estado de alarma y las restricciones a los movimientos (cierre de fronteras incluido) para frenar la pandemia obligaron a una paralización total del sector durante meses. La reactivación arrancó a finales de junio y el inicio de la recuperación se esperaba para el verano. Pero las expectativas han quedado en mero anhelo.
La reactivación fue tímida durante semanas y frenó en seco con la cascada de vetos y restricciones impuestos por países europeos (incluidos los gigantes emisores Reino Unido y Alemania) a los viajes a y desde España en plena ola de rebrotes de Covid. Las cuarentenas forzosas, las recomendaciones de no viajar, el regreso acelerado de miles de turistas tras los avisos de sus gobiernos… fueron la puntilla para un verano que ya iba a estar muy lejos de ser una temporada alta tradicional.
Julio, tradicionalmente un mes crucial para el sector, se saldó con un desplome del 75% de las llegadas de turistas internacionales, pasando de los 9,8 millones del año pasado a los sólo 2,46 millones de visitantes de éste, según los datos publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Sin noticias de la recuperación esperada para julio y con los meses de parón total (incluso con varios de llegadas rigurosamente a cero), el descalabro en lo que va de año es imponente.
Entre enero y julio, las llegadas de visitantes internacionales acumulan una caída del 72,4%. España ha recibido en siete menos algo menos de 13,25 millones de turistas, frente a los más de 48 millones que registraba en el mismo periodo del año pasado y que marcaban un nuevo máximo histórico.
Son ya casi 35 millones de turistas extranjeros menos que anticipan un hundimiento de las visitas en el conjunto del año, en un país que viene marcando máximos históricos de manera consecutiva desde hace siete años.
Ni desde las asociaciones empresariales del turismo ni desde el Gobierno se apuntan previsiones concretas de llegadas para el conjunto de 2020. Demasiadas incertidumbres sobre cómo va evolucionar el negocio. De manera oficiosa, en el sector empieza a dar por hecho que siquiera se alcanzarán los 30 millones de visitantes, frente a los 83,7 millones de 2019 que coronaban los años del boom del sector
España ya estaba tocando techo tras los años de récords de llegadas. La afluencia de viajeros internacionales el año creció un 1,1% y también subieron ese 1,1% en 2018 por la recuperación de destinos rivales del Mediterráneo, y tras los fortísimos incrementos de los ejercicios anteriores que habían alimentado la explosión del sector.
El boom del turismo español empezó a alumbrarse ya en 2011. El estallido de las revueltas de la Primavera árabe en varios países del norte de África, destinos rivales naturales de España en el negocio del sol y playa, provocó el cambio de destino para centenares de miles de turistas extranjeros que huían de la inestabilidad de la zona.
En 2010 España superaba los 52 millones de turistas extranjeros, saltó hasta los 56,6 millones al año siguiente, a los 57,7 millones en 2012, se superaron los 60 millones por primera vez en 2013, se rozaron los 65 millones en 2014, los 68 millones en 2015, los 75,6 millones en 2016, 82 millones en 2017, 82,8 millones en 2018 y así hasta los 83,7 millones del año pasado.
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