A veces los avances científicos y las innovaciones llegan casi por casualidad. Red Eléctrica llevaba un par de años investigando cómo proteger sus cables subterráneos para evitar riesgos de cortes en el suministro de luz. El objetivo era poner en marcha un sistema de alerta que detectara vibraciones demasiado cercanas a los cables como para suponer una amenaza, como las provocadas por obras o excavaciones.
El grupo, que gestiona toda la red de electricidad de alta tensión en España, lanzó un proyecto piloto para utilizar la red de fibra óptica que transcurre en paralelo a los cables eléctricos (para intercambiar información entre las subestaciones eléctricas y los centros de control) como una enorme red de sensores para detectar esas vibraciones.
La tecnología utilizada, denominada DAS (Distributed Acousting Sensing), equivale a distribuir por toda la red una suerte de micrófonos muy sensibles que escuchan cualquier movimiento, y que son analizados para diferenciar los riesgos de las falsas alarmas.
Red Eléctrica, junto a la Universidad de Zaragoza y a la empresa Aragón Photonics, había estado probando con éxito el sistema de alerta con la fibra óptica en varios trazados soterrados de cables eléctricos próximas a la capital aragonesa. Y decidió ponerlo a prueba no sólo en sus redes subterráneas, sino también en sus cables submarinos. Y es entonces cuando empieza a entrar en juego la casualidad.
La intención de Red Eléctrica pasaba sólo por detectar vibraciones y movimientos peligrosos para proteger sus cables bajo el agua frente a las anclas de los barcos o las redes de arrastre de pesca, o frente a las pequeñas variaciones del lecho marino. Pero los ingenieros de la compañía energética y los científicos de la Universidad de Zaragoza se encontraron con otros resultados.
Aprovechando que Red Eléctrica tenía que realizar unos trabajos de mantenimiento en uno de los cables que unen España y Marruecos a través del Estrecho de Gibraltar, trasladaron la tecnología de detección a la red submarina. Era octubre de 2019 y sin querer los resultados obtenidos dieron un giro al proyecto piloto. Y es que se consiguieron detectar otro tipo de vibraciones diferentes: la de los movimientos sísmicos.
La tecnología permitió verificar la medición de vibraciones coincidentes con un seísmo de magnitud 4,5 en la escala de Richter que se produjo casualmente en aquellas fechas en la provincia de Cádiz. Ingenieros y científicos han llegado a la conclusión preliminar de que los cables eléctricos submarinos en el Estrecho pueden servir para detectar seísmos, en línea con otras investigaciones internacionales -una de ellas lideradas por Google- que han venido utilizando también la fibra óptica para medir movimientos sísmicos.
Para verificar esta hipótesis, los responsables del proyecto de REE se pusieron en contacto con un grupo de investigación especializado de la Universidad de Alcalá de Henares, que ya había demostrado en un artículo publicado en la revista Nature Communications que la tecnología DAS es capaz de distinguir las olas del mar de las ondas sísmicas porque presentan características espacio-temporales diferentes.
“Aunque debemos seguir investigando para extraer toda la información de los registros, los resultados son muy prometedores y pueden revolucionar la forma de estudiar la sismicidad submarina, lo que tendrá un impacto positivo tanto para la ciencia como la seguridad de las personas y las infraestructuras”, explica Miguel González, catedrático de Tecnología Electrónica de la Universidad de Alcalá de Henares.
Los datos recogidos en el rpoyecto de Red Eléctrica pueden llegar a ser especialmente relevantes. La interconexión eléctrica entre España y Marruecos se encuentra en una ubicación excepcional, porque en el Estrecho chocan dos placas tectónicas (la africana y la euroasiática) por lo que es una zona de intensa actividad sísmica y única para el estudio. El hallazgo puede abrir una nueva línea de investigación para corroborar que la fibra óptica que contienen los cables eléctricos puede convertirse en un potente sismógrafo.
“Detectar un terremoto cerca de su epicentro puede aportar información muy valiosa sobre sus réplicas y consecuencias posteriores como tsunamis”, subraya el doctor González. Los océanos cubren el 70% de la Tierra, pero sólo el 1% de los instrumentos sísmicos se encuentra en el mar. “Ahora esta evidencia nos ofrece una oportunidad única para desarrollar y desplegar nuevos sensores submarinos”.
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