Joaquín Nieto es el director de la oficina en España de Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es una de las instituciones que desde más ángulos ha abordado las consecuencias socioeconómicas de la crisis del coronavirus. Nieto está convencido que a través de reformas, "España tiene una oportunidad irrepetible" gracias al Fondo de Recuperación europeo.
El portavoz de la OIT en España considera que hay margen para subir el SMI y anima a una reflexión más amplia sobre los tiempos de trabajo. Nieto cree que la solución a la temporalidad está en la de utilizar los contratos temporales únicamente para actividades temporales y confía en un nuevo programa de Garantía Juvenil para reducir el paro de los jóvenes.
PREGUNTA.- La crisis sanitaria ha tenido unas consecuencias terribles para el mercado laboral. ¿Cómo valora las políticas de protección de rentas que se han puesto en marcha?
RESPUESTA.- Los efectos sobre el empleo han sido tremendos. De los 3.000 millones de trabajadores que hay en el mundo, el 94% vive en países donde se han adoptado medidas de prevención que afectaban a la actividad económica y comercial y que han tenido un impacto sobre el empleo.
Hemos estudiado los impactos en la reducción de horas de trabajo, cada trimestre ha sido enorme, el pasado fue de 495 millones de puestos de trabajo a tiempo completo. Este trimestre será algo muy parecido. En este contexto, no es lo mismo, los países que han podido adoptar medidas de protección social, como ha sido el caso de España, y los países donde apenas se han adoptado medidas o donde se han adoptado medidas tan débiles que apenas han tenido efecto protector.
Además en España, que como OIT lo apreciamos mucho, se han adoptado seis acuerdos de diálogo social que han representado un escudo impresionante. Cientos de miles de ciudadanos se han visto protegidos por el escudo social.
P.- Una de las medidas más representativas del escudo social han sido los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). ¿Corren el riesgo de convertirse en estructurales?
R.- La pandemia y las formas de respuesta nos enseñan muchas cosas y una de ellas es que cuando hay una crisis no necesariamente el resultado tiene que ser la desaparición de la empresa o la destrucción del empleo. Depende de cómo se actúe. En la crisis anterior no se aplicaron los ERTE, la figura existía pero no se aplicaron. Se perdieron muchas empresas y empleo que no se tenían que haber perdido.
Mientras dure la crisis deben durar las medidas extraordinarias"
Hay que extraer la lección de que estas medidas de flexibilidad coyuntural sirven y que cada vez que sean necesarias deberán seguir aplicándose. Mientras dure la crisis deben durar las medidas extraordinarias y después se deben sacar las conclusiones oportunas sobre las medidas de protección que hacen falta en situaciones excepcionales.
P.- ¿Qué consecuencias de esta crisis se van a quedar en el mercado de trabajo?
R.- Las consecuencias dependen de las decisiones que se adopten. No está escrito el futuro del mercado de trabajo. Coyunturalmente, hay una crisis brutal, pero si la respuesta es, ahora, escudo social y, mañana, recuperación e inversiones, se puede recuperar el empleo perdido e incluso avanzar hacia una economía con un empleo más sostenible.
Después de que Europa decidiera una respuesta mutualizada y extraordinaria a la situación, esto representa una oportunidad histórica. La decisión de adoptar un programa con 750.000 millones de inversiones en forma de transferencias o préstamos para recuperar la economía es una oportunidad que no solo va a permitir recuperar empleos, sino también realizar transformaciones necesarias.
España necesitaba sí o sí cambiar estructuralmente su sistema productivo y su mercado de trabajo y esta es una oportunidad irrepetible para hacerlo.
P.- ¿Cómo da respuesta esa oportunidad a la temporalidad del mercado de trabajo?
R.- Hay que distinguir las características estructurales del mercado, que tienen que ver con su modelo productivo. Eso es lo que debe cambiar por una economía más diversa, más sostenible, más tecnificada, internacionalizada… esto es estructural y no depende de las reformas laborales.
Lo que crea puestos de trabajo son las políticas económicas, las políticas energéticas, las políticas de sostenibilidad..."
Las reformas laborales ni crean ni destruyen empleo, influyen sobre la calidad del empleo. Lo que crea puestos de trabajo son las políticas económicas, las políticas energéticas, las políticas de sostenibilidad, eso es lo que crea empleo, no las reformas laborales.
Ahora mismo es un periodo de reformas, toda esta transformación significa también una transformación de reformas laborales para fortalecer los derechos laborales y para fortalecer la calidad del empleo. Por ejemplo, en un sector tan importante como el sector sanitario donde los hospitales están abiertos 365 días al año, 24 horas al día; y sin embargo, hay personas con 50 contratos al año. Eso no tiene que ver con la estructura, eso tiene que ver con decisiones que se adoptan de contratar a una persona el lunes y despedirla el viernes. Tiene que ver con la falta de causalidad en la contratación temporal.
P.- ¿Es necesaria una reforma en los contratos?
R.- Es necesaria una reforma que fortalezca la causalidad en el caso de los contratos temporales, que establezca que los contratos regulares tienen que ser indefinidos y que los temporales se correspondan con actividades temporales.
Lo mismo sobre la negociación colectiva. Los cambios se van a operar por sectores, determinados sectores van a tener que transformarse y esto necesita un mercado de trabajo que funcione sectorialmente, porque las empresas compiten entre sí sectorialmente. Una empresa de energía no compite con una empresa de hostelería. Las empresas necesitan un marco común sectorial para que no haya competencia desleal y esto implica el refuerzo de la negociación colectiva sectorial.
P.- En cuanto al trabajo en plataformas digitales, ¿es necesaria su regulación? ¿no vale el Estatuto de los Trabajadores?
R.- El trabajo en plataformas necesita ser regulado porque ha habido demasiada actividad que ha pretendido una fuga del derecho del trabajo, que no ha querido considerar ese trabajo como dependiente, sino que ha querido dar una visión de ese trabajo como una mercancía. Significa una nueva relación entre proveedores y clientes y entre trabajadores. El trabajo no es una mercancía, lo decimos desde hace 100 años, cuando se creó la OIT.
Las personas que trabajan para empresas a través de plataformas no son mercancías, su trabajo debe estar sujeto a las reglas del derecho del trabajo, que existe porque las relaciones entre la empresa y el trabajador no son relaciones equilibradas. El derecho del trabajo deberá estar presente para garantizar que existen unos derechos de trabajo decente. Es decir, con un contrato, sin discriminación, con salud y seguridad, con un salario digno y protección social. Lo que no cumple con esto no es un trabajo decente, y ¿por qué no va a serlo el trabajo en plataformas? Es la base del contrato social.
P.- ¿Debe incorporar ese contrato social o el trabajo decente una perspectiva de género?
R.- Debe incorporarla. La no discriminación supone romper y superar todas las brechas de género que existen. Y hay que empezar por los cuidados. La Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo hace más de dos años que considera el trabajo de cuidados no remunerado como trabajo. Ahí empieza la primera brecha de género, porque la mayor parte de los trabajos de cuidados, ¡qué casualidad!, no remunerados, los realizan mujeres y ese es un obstáculo para que las mujeres accedan al mercado de trabajo.
Hay brechas para acceder y dentro del trabajo asalariado hay brechas de salario y de promoción. El trabajo decente incluye el trabajo sin discriminación y las brechas de género son una discriminación inaceptable.
P.- Volviendo a los cuidados, ¿Qué opina la OIT sobre la jornada de 32 horas o de cuatro días?
R.- La OIT no ha evaluado esta propuesta en concreto, pero desde sus orígenes se ha planteado la necesidad de que los tiempos de trabajo sean tiempos de trabajo más reducidos y permitan compatibilizar la vida laboral con la vida personal. Ahora hay un desafío nuevo sobre la organización del tiempo de trabajo.
¿Esto implica una organización del tiempo de trabajo por semanas? ¿O hay que organizarlo por días, por semanas o por años? Igual tenemos que repensar toda una verdadera organización del tiempo de trabajo. Tan importante es un año sabático cada determinados años en el que las personas pueden aprovechar para realizar otras actividades o que la organización anual del tiempo de trabajo implique más vacaciones. No hay una única fórmula.
Por otro lado, los trabajos digitales y a distancia nos han planteado un nuevo derecho y es el derecho a la desconexión. Nosotros acuñamos la expresión “soberanía sobre el tiempo de trabajo" que es una expresión que pretende reflejar todo este desafío de organización donde cabe la propuesta de los cuatro días como muchas otras propuestas. Nosotros entendemos que el desafío es más amplio y complejo pero siempre en la dirección de soberanía del tiempo de trabajo, de derecho a la desconexión. El debate sobre los tiempos de trabajo nos parece que está en primera línea y que habrá que resolverse.
P.- Otro debate que está teniendo lugar estos días es la subida del salario mínimo interprofesional (SMI). Otros países europeos ya lo han aprobado, en España hay cierta división de opiniones. ¿Es momento de subir el SMI?
R.- La mejora del SMI tiene recorrido porque el salario mínimo pretende proteger el mínimo de salario vital que permita a la gente vivir dignamente. En España tiene recorrido porque la pobreza laboral es muy alta. Si el 12% de la población que trabaja está en la pobreza, eso significa que hay recorrido. Además, España tiene el compromiso de reducir su pobreza, como todos los países, y en concreto el de reducir la pobreza relativa a la mitad de aquí a 2030. No sé cómo se puede hacer si no se mejoran los salarios mínimos.
La segunda parte de la ecuación es cuánto. Eso dependerá de la productividad en cada momento. Es verdad que si desde el punto de vista de la pobreza, en el año de la pandemia, se ha incrementado la desigualdad, también es verdad que ha generado una crisis económica que hace que esta mejora no pueda ser todo lo amplia que sería deseable.
No sé cómo se puede (reducir la pobreza) si no se mejoran los salarios mínimos"
La tercera parte es quién debe decidirlo: las leyes españolas dicen que el Gobierno, pero la OIT dice que eso se debe hacer en consulta con los agentes sociales. Creemos que debe ser a través del diálogo social.
P.- ¿Sería un error que el Gobierno decida la subida sin acuerdo?
R.- El Gobierno tiene la obligación de fijar el SMI. Igual que tiene la obligación de acudir al diálogo social. Pero si el diálogo social no cierra un acuerdo eso no exime al Gobierno de su obligación de subir el SMI. La obligación no expira, pero debería negociar de buena fe cuánto sube el salario mínimo. El Gobierno tendrá que hacerlo.
P.- ¿Qué solución hay que ofrecerle a los jóvenes en paro?
R.- Lo que está sucediendo puede suponer una frustración enorme para toda una generación que está en el momento de asumir responsabilidades en el empleo. Ya había una crisis del empleo juvenil antes de la pandemia.
El Fondo de recuperación europeo creará empleo. Incluso pensamos que las cifras que ha dado el Gobierno de 850.000 empleos, son muy modestas. Si se invierten todos los fondos puestos a disposición de España, el nivel de empleos que se cree será superior. Esa generación de empleo es la clave, si no hay empleo general tampoco habrá empleo juvenil, pero a parte de esas políticas que parecen garantizadas, se necesitan políticas específicas juveniles.
Somos muy partidarios de poner en marcha un nuevo programa de Garantía Juvenil, es decir, un programa que ofertará a aquellos jóvenes que no están trabajando, un empleo o una oferta educativa. Es importantísimo que haya un segundo programa bien dotado y que permita actuar sobre esos jóvenes. Pensamos que España está en condiciones de generar un buen programa de Garantía Juvenil, a diferencia de lo que sucedió en la etapa anterior donde no se logró aprovechar todas las ventajas del programa.
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