La revolución digital ha provocado que cada vez más personas desarrollen empleos vinculados a plataformas digitales. Se trata de un perfil en el que el trabajo suele ser temporal, la vinculación es la de un trabajador autónomo y donde además suele tratarse de una jornada parcial que se complementa con otro tipo de ocupaciones.
A juzgar por el número de plataformas que existen, que han crecido un 400% en una década, estos trabajadores van desde repartidores de comida a domicilio hasta trabajos cualificados relacionados con el desarrollo de software o la traducción. Sin embargo, teniendo en cuenta sus características todos tienen en común su falta de protección social.
Así lo indica un estudio publicado por Fedea titulado Las pensiones y las nuevas formas de empleo de la revolución digital. El documento recoge que la protección social de estos trabajadores es inferior porque "la protección social de los autónomos es menor que la de los trabajadores dependientes" y también porque "las rentas que se obtienen mediante el trabajo en plataforma son escasas e inestables, sin que se alcancen a cumplir los estándares de cuantía y/o estabilidad requeridos".
De hecho, según una encuesta recogida en el mismo informe, únicamente el 35% de los trabajadores en plataformas tiene un seguro o un plan de pensiones. Es decir, aquella protección que no les garantiza la seguridad social si no cotizan por ello, tampoco la buscan.
Se trata de un problema global, pero que afecta a España en particular porque tal como indica el documento es uno de los países donde más trabajadores en plataformas hay, según varios estudios. Además, destaca que "son menos aquellos que se dedican a actividades que se localizan en el territorio (delivery o transporte) y más los que realizan actividades que se desarrollan online.
Las tres formas de garantizar la pensión
Ante esta realidad, la autora, María Luz Rodríguez Fernández, propone tres fórmulas para garantizar la protección social de este tipo de trabajadores. La primera, pasa por considerarles "dependientes" de las plataformas para las que realizan los servicios.
Rodríguez reconoce que se trata de una opción con puntos débiles ya que en las sentencias que ha habido a favor y en contra de la laboralidad siempre se han analizado casos de plataformas que prestan servicios in situ. Sin embargo, no se han sometido a ninguna resolución judicial a los empleados que trabajan en España para plataformas ubicadas en otros lugares del planeta.
En este sentido, abre la puerta a las cotizaciones por ingresos reales sin importar lo bajos que sean ya que parte de la premisa que "la gran mayoría del trabajo autónomo que se realiza mediante plataformas genera rentas de carácter inestable y de poca cuantía". El documento plantea que se registren las jornadas a través de una aplicación y que esta permita la trazabilidad sobre los ingresos reales.
Sin embargo, este sistema puede provocar un "desequilibrio" en el sistema actual de la Seguridad Social, "en el sentido de que accedan a él y a la protección que provee un número importante de personas que hayan tenido un bajo nivel de cotización, con lo que la relativa correspondencia entre las aportaciones al sistema y la protección social percibida se rompa", advierte.
Desvincular la protección del empleo
La última propuesta del informe pasa por desacoplar la Seguridad Social del empleo. "Seguir vinculando la protección social al empleo y a sus fórmulas estándar podría conducir a una parte importante de la población a la desprotección social y a la pobreza", defiende.
En esta línea, la autora considera "atractivo" virar hacia un "modelo nórdico" en el que la protección social no dependa del trabajo que realiza cada persona. No obstante, advierte sobre la poca aceptación social que tendría un cambio de este calado aunque ya existan prestaciones como el ingreso mínimo vital en el que el empleo no es una variable esencial como sí lo es la vulnerabilidad económica.
El documento concluye que otra opción es la de que las plataformas paguen las cotizaciones de los autónomos que desarrollan servicios para ellos. "Si a nadie le extraña ya que hablemos de empresarios cotizando por robots a la Seguridad Social, por qué iba a ser tan extraño que habláramos de plataformas digitales cotizando por humanos que prestan sus servicios con intermediación?", se pregunta.
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