A cuatro meses de que arranque la temporada alta del turismo, los principales países de la Unión Europea parecen dispuestos a exprimir al máximo la playa y el sol para reactivar la economía. El "pasaporte covid" que está ultimando la UE es una de las medidas estrella en este sentido, una especie de salvoconducto para que los millones de vacunados contra el coronavirus y todo aquel que pueda acreditar que no está contagiado puedan moverse sin restricciones.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado este lunes en su cuenta de Twitter que en marzo se presentará una propuesta legislativa para el llamado "pasaporte digital verde". En este documento estandarizado y "online estarían los datos de vacunación y los resultados de las pruebas Covid de aquellos que no hayan recibido todavía una vacuna. "Esto debería facilitar la vida de los europeos. El objetivo es permitirles desplazarse gradualmente de forma segura en la Unión Europea o en el extranjero, por motivos de trabajo o turismo", ha explicado la mandataria.
En Israel se ha creado un 'pasaportee verde' para que los vacunados puedan ir a teatros, conciertos, gimnasios...
El plan es que este pasaporte esté listo para los meses de verano y sería un espaldarazo para las economías de países como España, Italia o Grecia que tanto dependen de la llegada de turistas extranjeros. El turismo perdió en 2020 en España más de 50.000 millones de euros y en diciembre había cerca de 730.000 trabajadores del sector afectados. Se perdieron siete de cada diez pasajeros respecto a 2019.
Los detalles de la propuesta se conocerán el próximo 17 de marzo y la idea es que los líderes de los Veintisiete analicen y discutan la propuesta en la cumbre de los días 25 y 26 de marzo.
Sin embargo, todavía hay muchos aspectos que tienen que ser debatidos para que la implantación de una medida de esta magnitud tenga éxito y sea justa. Aspectos éticos, epidemiológicos, legales y sanitarios.
Estar vacunado no impide que sigas contagiando
La principal oposición a la implementación de un pasaporte sanitario de estas características llega desde la comunidad científica. "Tomar una medida así ahora sería muy prematuro", considera el epidemiólogo Fernando José García López. Las razones que se esgrimen desde el punto de vista epidemiológico son dos: todavía se desconoce cuánto dura la inmunidad de las vacunas y si una persona vacuna puede seguir contagiando. "Nos faltan esos dos datos clave. Antes de tomar una decisión, hay que ver cuánto dura la inmunidad y si las vacunas reducen la transmisibilidad", añade el experto.
Todavía no hay estudios concluyentes sobre si una persona ya vacunada puede seguir infectando. Según los cálculos de este epidemiólogo, tardaremos meses en saber esos datos. "Y hasta que eso no se aclare, cualquier decisión que se tome será prematura", insiste.
El difícil encaje legal
La aplicación de un sistema de control sanitario de estas características también plantea dudas legales y éticas. La vacuna contra el coronavirus no es obligatoria en la Unión Europea, por lo que un país difícilmente pueda exigirlo a un viajero dentro de su marco jurídico.
En ese sentido, la ministra de Exteriores de Bélgica, Sophie Wilmès, ha avisado este lunes a la Comisión Europea de que "en ningún caso" cree que se pueda vincular la vacunación contra el coronavirus y la libre circulación de las personas dentro de la Unión Europea.
"En opinión de Bélgica, en ningún caso se vinculará la vacunación con la libertad de movimiento en Europa. El respeto del principio de no discriminación es más fundamental que nunca puesto que la vacunación ni es obligatoria ni se ha generalizado su acceso", ha zanjado la jefa de la diplomacia belga.
Wilmès ha apuntado que puede ser una "buena idea" contar con un sistema europeo "estandarizado" para que cada individuo pueda almacenar "distintas piezas de información" sobre su historial con el virus en un único documento digital, pero dejando claro que no debe estar ligado al derecho a moverse con libertad dentro de la UE.
¿Y las personas que no pueden vacunarse?
«Además», recuerda el epidemiólogo Fernando José García López, «hay personas que no se podrán vacunar aunque quieran por tema de alergias o temas médicos». En ese grupo también pueden englobarse a embarazadas o menores de edad, para los que todavía no hay una recomendación sobre la vacunación. «Algo así puede dar lugar a una discriminación entre ciudadanos europeos cuando el acceso a la vacuna no está generalizado», expuso la ministra belga de Exteriores, Sophie Wilmes.
En el proyecto del pasaporte europeo se contempla la posibilidad de que los que no estén vacunados puedan acreditar que no están contagiados mediante pruebas de diagnóstico. El resultado negativo se cargaría en el certificado. Sin embargo, aquí habría otro problema que sortear, puesto que hay muchas pruebas que no son concluyentes e incluso la eficacia de la PCR, la más fiable, varía mucho dependiendo del periodo de incubación.
Por otro lado, está la cuestión de la protección de datos, ya que un certificado o pasaporte sanitario tendría que tener acceso al historial médico de los viajeros. "Respetará la protección de datos, la seguridad y la privacidad", insistió el lunes Von der Leyen.
La brecha social
"¿Me gusta la idea del pasaporte covid? no, no me gusta", zanjaba este fin de semana el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García Rojas, en una entrevista con la agencia EFE.
Además de hablar del "contrasentido" que implica un pasaporte inmunitario cuando la vacuna no es obligatoria, el presidente de la AEV puso de relieve la diferencia de la campaña de vacunación entre los países ricos y los países pobres. Con un pasaporte covi, "contribuiríamos a crear una brecha social todavía más dramática".
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