El histórico astillereo vasco La Naval de Sestao dejará de construir barcos, pero no desaparecerá del todo. El grupo belga VGP, radicado en Bruselas, ha sido el adjudicatario del principal lote en el que se había dividido la compañía en proceso de liquidación. El principal, en el que se agrupaba el terreno, la maquinaria y los pabellones, se lo ha llevado VGP que pretende transformar estas antiguas instalaciones navieras en un centro logístico de almacenaje de materiales.
El administrador concursal se ha decantado por la oferta de 36 millones de euros presentada por VGP para este lote, de entre los 20 en los que se había fraccionado La Naval. Pese a que por el momento la adjudicación esta abierta al recurso de la otra decena de ofertantes, parece muy probable que la nueva fase del antiguo astillero como centro logístico continúe adelante. La pretension de los trabajadores y las instituciones vascas era que el astillero pudiera mantener su actividad dedicada a la construcción de buques, pero no ha sido posible.
El grupo belga está especializado en la promoción, alquiler y venta de parques logísticos. Según ha avanzado Europa Press, la pretensión de los nuevos adjudicatarios es mantener algunos de los elementos icónicos de La Naval, como son las grúas junto a la Ría o los pabellones protegidos.
El lote adjudicado, avanzado por Vocento, cuenta de una superficie de casi 280.000 metros cuadrados, además de los pabellones y las herramientas. Ahora el juzgado de lo mercantil deberá concluir el proceso de liquidación abierto para oficializar la nueva propiedad. La compañía belga anuncia que integrará su nuevo parque logístico en la zona mediante una urbanización del entorno que incluirá zonas verdes, áreas para peatones y carriles bici.
Fin a un motor económico
En una nota, el consejero delegado de VGP, Jan Van Geet, ha afirmado que el área metropolitana de Bilbao se posiciona "entre las regiones europeas más competitivas, innovadoras y productivas" lo que ha hecho a la compañía apostar por este proyecto. Ha añadido que confía en que su iniciativa "contribuya "al progreso de la industria manufacturera en esta región y su transformación tecnológica y digital". Van Geet señala que junto a las instituciones vascas contribuirán a la "reconversión de un lugar tan destacado de Euskadi, integrando el urbanismo y uso del solar con la comunidad y respetando si significado histórico".
La Naval cerraría así un periodo histórico como uno de los motores económicos de la historia económica vasca. El centenario astillero había ido perdiendo peso, fundamentalmente por la competencia de compañías asiáticas, así como por cambios impositivos que habían afectado de modo importante a su actividad. La Naval arrastraba una delicada situación económica que se agudizó fundamentalmente en los años 2015 y 2016. La caída en la carga de trabajo se fue agravando y el endeudamiento se disparo a los entorno de 150 millones de euros.
En los últimos años la compañía, con el apoyo del Gobierno vasco, ha intentado captar inversores que pudieran reflotar su situación. Finalmente, en agosto de 2017 la dirección presentó un concurso de acreedores y en septiembre de 2018 solicitó su liquidación. El proceso conllevó un ERE para sus alrededor de 180 trabajadores directos y que también tuvo impacto en la industria auxiliar de la zona minera vizcaína que en una medida importante vivía del astillero.
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