A pesar de la crispación, la quemazón y la preocupación que acumula ya el sector del transporte de mercancías, en estos momentos son la "prudencia", la "paciencia" y la "esperanza" los cimientos que sostienen el discurso de sus trabajadores ante el planteamiento de un sistema de pago por el uso de la red de carreteras del Estado que recoge el Plan de Recuperación remitido a Bruselas. "No es un debate nuevo y son demasiadas las incógnitas que sobrevuelan el planteamiento, pero nos agarramos de momento al compromiso de Pedro Saura". Esta es la base de la que parte el presidente de la Federación Española de Transporte Discrecional de Mercancías, Víctor González.
La promesa a la que hace alusión el dirigente se trata de un escrito firmado por el secretario de Estado de Transportes el pasado 23 de julio donde se comprometía ante el Comité Nacional del Transporte por Carretera (CNTC) a que "no se implantará ninguna Euroviñeta a los transportistas profesionales sin el consenso del sector". Para la federación -a pesar de mostrar su descontento con las intenciones del Gobierno- lo principal en estos momentos es la cautela y "no desatar la histeria entre los afectados". Asimismo, asegura que de no cumplir con este consenso se sacará "la artillería pesada" y se procedería a un "paro nacional de los transportistas".
Por el momento no hay nada establecido más allá de la aspiración de "poner el cascabel al gato", tal y como afirmaba el director de la DGT el pasado miércoles, y trabajar en un futuro más "eficiente" y "sostenible". "El Gobierno sólo ha dicho: quiero hacer esto. Ahora falta saber las tasas, si se aplicará a todos los usuarios o solo a transportistas -algo que sucede en el marco de la Euroviñeta en Alemania- y qué se pretende hacer con el dinero que se recaude", enumeraba el jefe de FETRANSA.
Respecto a este último apartado, desde la agrupación se propone que se dedique a la creación y mantenimiento de áreas de descanso en las carreteras, el uso de asfalto de primera generación que evitara los deslizamientos, así como la compra de quitanieves que puedan salvar las situaciones similares a las que ocasionó el temporal Filomena. "Dicen que van a usar ese dinero para el mantenimiento de las carreteras, pero ¿Qué hacen entonces con los más de 11.000 millones al año que se recaudan con los impuestos sobre los hidrocarburos?", plantean desde la federación.
"Quien contamina, paga, dicen... Pero yo me arruino", comienza diciendo un transportista autónomo que teme por las pérdidas que pueda ocasionar a su trabajo la implantación de esta medida, "hag0 400 kilómetros diarios, así que haz las cuentas". Y a pesar de que esto último es complicado por ahora, ya que la tasa de peaje no se ha fijado, la Asociación de Empresas de Conservación y Explotación de Infraestructuras (Acex) defiende que un peaje de entre 3 y 5 céntimos de media sería suficiente para acabar con el déficit de 8.000 millones que acumularía la conservación de las carreteras.
De ser así, a este transportista cada día trabajado le supondría un gasto de 16 euros diarios en peajes, unos 330€ al mes y aproximadamente una pérdida de 4.000 euros al año. Además, desde el sector insisten en que no todo el mundo tiene la capacidad de asumir este gasto y que eso podría derivar en un peligro para la seguridad vial ya que "los conductores que no puedan pagarlo se irán por las nacionales". "Hay que añadir además que en muchos casos se nos tiene prohibido acceder a las nacionales. Me parece bien, pero si es bueno para nosotros no nos lo hagas pagar", protestan desde el grupo.
Efecto dominó que afectará al cliente
Además de las críticas recibidas por los empresarios del sector del transporte, los afectados podrían propagarse de llegar a afectar a la cadena de distribución y consumo al completo. Y es que, si bien el hecho en sí del pago de peaje solo afectaría a los usuarios directos de las vías, este 'gasto' implicaría una nueva pérdida de dinero en la facturación final del trabajador que encarecería su función. Es decir, la empresa que gestiona y paga ese viaje al conductor también tendría que aportar un dinero extra. En este sentido, la cadena casi al completo se vería azotada por un efecto mariposa que culminaría con la subida del precio final del producto y por ende el coste de vida.
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