La emblemática pastelería madrileña La Mallorquina cruzó en 2019 las fronteras de la Puerta del Sol. Coincidiendo con sus 125 años de historia, el obrador inició su expansión a otros enclaves de la capital como el barrio de Salamanca (Velázquez con Hermosilla) o la zona del Rastro.
Dos años más tarde y con una pandemia aún activa, la empresa ya prepara la apertura de dos nuevos locales. El primero, en la glorieta de Quevedo, ubicada en el barrio de Chamberí. Allí se instalará en un local antes ocupado por una cadena de clínicas dentales. El segundo establecimiento abrirá en el centro comercial Moraleja Green, situado en el municipio de Alcobendas, muy cerca de la conocida urbanización de lujo.
El negocio, fundado en 1894, ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos, mediante nuevas líneas de producto y dando una vuelta al concepto de sus locales en los últimos años, aunque intentando guardar la esencia de la empresa. Desde la firma aseguran estar preparando las aperturas aunque, de momento, evitan dar más detalles sobre los conceptos de los nuevos establecimientos, así como la fecha definitiva para levantar la persiana.
Puesta en marcha por tres mallorquines con un primer establecimiento en la calle Jacometrezo, el local inicial se trasladó años más tarde a su actual ubicación del 'kilómetro cero'. Desde las seis de la mañana, en su obrador trabajan cerca de 25 personas para producir cada día 250 referencias de productos que elaboran con recetas tradicionales, a las que han ido incorporando nuevas propuestas y sabores diferentes.
A la gama de dulces tradicionales han ido añadiendo otros nuevos como la tarta de zanahoria o los merenguitos. Sin embargo, el producto más vendido siguen siendo las famosas napolitanas de crema y chocolate, junto al croissant, las trufas, la reina de nata, las pastas de té o el bartolillo. La empresa presume además de haber sido uno de los primeros negocios en introducir en España el roscón de reyes, así como de ser el único establecimiento en nuestro país que importó el dulce de origen francés "Xaxepoch", un bizcocho seco emborrachado y glaseado.
La tienda de la Puerta del Sol sirvió durante mucho tiempo como punto de encuentro de intelectuales y escritores, así como otros clientes ilustres como políticos o miembros de la Casa Real. En el establecimiento se celebraban tertulias en donde se servía café, chocolate además de cerveza.
Tras la guerra civil, la familia Quiroga y la familia Gallo tomaron las riendas de la empresa y consiguieron hacer frente a la escasez de materias primas básicas para el negocio.
Ahora mismo, está regentada por la tercera generación de esas familias y es el único establecimiento del siglo XIX que sigue en funcionamiento con actividad original. Actualmente, mantiene casi intacta la estética de la última reforma acometida en el año 1960, cuyo aroma trata de trasladarse a los nuevos locales tras la expansión fuera de la emblemática plaza.
En su vertiente más castiza, la pastelería también elabora dulces típicos como laCorona de la Almudena, las Rosquillas de Santa Clara, las Rosquillas Tontas y Listas, Vergaras, las Rosquillas de Madrid, las Torrijas o los Huesos de San Expedito.
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