Las nuevas tecnologías nos permiten acceder a un mundo inmenso donde, a través de internet, se pueden hacer transacciones a golpe de clic. La posibilidad de comprar, vender, alquilar, compartir, prestar cualquier tipo de bien o servicio a través de internet ha desembocado en la aparición de nuevos modelos económicos. Uno de los de mayor éxito es la economía colaborativa.
Un ejemplo. Preparas tus próximas vacaciones y tu presupuesto es limitado. Por qué no intercambiar tu casa con otras personas que residen en el destino al que quieres viajar. De esta forma vivirás en su residencia durante las mismas fechas que ellos disfrutan de la tuya. Al hacer esto, estás aplicando la economía colaborativa, un término acuñado en 2007 por el británico Ray Algar, especialista de la industria del fitness y wellness en Europa.
Para Banco Santander, la economía colaborativa es un modelo económico en el que, fundamentalmente, los usuarios se aprovechan de las nuevas tecnologías. Se trata de una forma de negocio en constante evolución, ya que continuamente surgen nuevos espacios donde poder hacer uso de ella. Estas transacciones no solo aumentan la oferta y favorecen el ahorro, sino que fomentan una gestión eficiente de los recursos, y un consumo responsable y sostenible con el medioambiente.
La entidad clasifica la economía colaborativa en función de la relación que se establece entre las partes. Así, el consumo colaborativo permite a los usuarios, a través de plataformas digitales, los intercambiar bienes y servicios. A través de las redes se pueden comprar o vender cualquier cosa. Vestidos, herramientas, teléfonos móviles, coches, alquilar hoteles y viviendas, pedir comida a domicilio… un universo enorme de servicios de acceso fácil y rápido. También la banca digital forma parte de este tipo de consumo. Es el caso de la app del Santander, que ofrece a los clientes el acceso a los mismos servicios que si acudieran a una oficina, pero desde cualquier lugar, a través de un móvil, una tablet o un ordenador. La entidad cuenta con más de 45 millones de clientes digitales (5,3 millones en España) y el 52% de las ventas se realizan ya a través de estos canales.
Otra fórmula muy diferente es el conocimiento abierto, que consiste en plataformas en las que, sin ánimo de lucro, se difunde conocimiento. Banco Santander, por ejemplo, cuenta con diferentes programas centrados en fomentar la cultura y educación financiera de los colectivos más vulnerables (niños y jóvenes, personas mayores, emprendedores o grupos en riesgo de exclusión). Entre ellos destaca en España Finanzas para Mortales, un proyecto que la entidad puso en marcha hace nueve años y que desarrolla en colaboración con Santander Financial Institute (SANFI) y la Universidad de Cantabria. El pasado año, el grupo ayudó a más 716.000 personas a través de diferentes iniciativas de educación financiera. De hecho, en su agenda de Banca Responsable, entre los retos para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el banco se ha comprometido a empoderar financieramente a 10 millones de personas en todo el mundo en cinco años, entre 2019 y 2025.
El tercer tipo es la producción colaborativa, espacios virtuales o físicos donde se interactúa para ayudar en la gestión de proyectos, productos y servicios. Los Work Café Santander son un nuevo concepto de oficina que ofrece un espacio colaborativo abierto a todos, tanto si eres cliente como no. Con conexión a internet, desde allí se puede trabajar, celebrar reuniones, asistir a eventos y, por supuesto, realizar gestiones financieras. Todo esto mientras se disfruta de un café y pastelería de autor.
Por último, las finanzas colaborativas. Son sistemas de crédito como préstamos, ahorros, donaciones, microcréditos y financiación colectiva, como el crowdfunding (iniciativa que sale a la luz gracias a las aportaciones económicas de otras personas y suele utilizarse en proyectos musicales, artísticos, culturales, etc). En este sentido, el grupo que preside Ana Botín ofrece programas de microfinanzas a poblaciones no bancarizadas en países como Brasil, México, Argentina, Uruguay, con propuestas que incluyen una oferta de créditos de baja cuantía, tarjetas bancarias, cuentas corrientes, depósitos o seguros. Destacan Tuiio en México y Prospera en Brasil, dos plataformas de microcréditos con las que Banco Santander ayuda a miles de emprendedores sin acceso al sistema financiero tradicional a poner en marcha pequeños negocios e impulsar su crecimiento. En 2020, casi 200.000 personas recibieron el apoyo financiero que necesitaban para poner iniciar sus proyectos.
La digitalización, clave para la economía colaborativa
Para Banco Santander la economía colaborativa ha llegado para quedarse. Por su comodidad, ya que no es necesario ir a un lugar físico para ver los productos o servicios, por lo que evitaremos el tiempo y el coste que requieren los desplazamientos; por la disponibilidad de la red, que nos permite acceder a estas tiendas virtuales en cualquier momento y lugar (solo necesitamos contar con conexión a internet en un dispositivo inteligente); y la inmediatez, ya que se puede saber, casi en tiempo real, el stock de una camiseta o de un cepillo eléctrico. Este modelo “ha revolucionado el mercado actual, ofreciendo una forma diferente de hacer negocios, viajar o movernos por la ciudad. Estos cambios nos aportan beneficios como consumidores y, además, ayudan a nuestro planeta”, señalan desde la entidad.
En el mundo, se estima que más del 75% de los internautas entre 16 y 64 años han comprado bienes y servicios de forma online. Actualmente, más del 90% del total de internautas a nivel global han visitado en alguna ocasión una tienda online. De ellos, casi el 70% lo hace a través de una aplicación instalada en su dispositivo móvil o tablet. No obstante, el mundo del comercio virtual y el real se dan la mano en muchas ocasiones. Aunque algunas empresas desarrollan sus negocios en exclusiva a través de estas plataformas online, recogiendo en ellas sus catálogos, el stock de productos o las políticas especiales de venta, entre otros; muchas otras comercializan sus productos y servicios también en tiendas físicas, donde los clientes pueden acudir de manera presencial.
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