El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que las presiones inflacionistas alcancen su nivel más alto a finales de año y a partir de entonces reviertan la tendencia, recuperando los niveles previos a la pandemia de Covid 19 hacia mediados de 2022 tanto en las economías avanzadas como en desarrollo, aunque ha advertido del sesgo a alza de los riesgos al respecto.
En un capítulo analítico de su informe 'Perspectiva Económica Mundial', la institución destaca que las expectativas de inflación a largo plazo se han mantenido relativamente ancladas hasta ahora, con poca evidencia de que las recientes medidas excepcionales las hayan desanclado.
De este modo y a nivel general, prevé que la inflación alcance su punto máximo en los últimos meses de 2021, mientras que confía en que vuelva a los niveles anteriores a la pandemia para mediados de 2022.
Los pronósticos de los técnicos del FMI sugieren que, para las economías avanzadas, la inflación alcanzará su punto máximo en los últimos meses de 2021 y se reducirá a alrededor del 2% a mediados de 2022, mientras que en el caso de países emergentes y en desarrollo la tasa de inflación se moderará al entorno del 4% después de un pico del 6,8% a finales de 2021. En ambos casos, la institución advierte de que los riesgos se inclinan al alza en el medio plazo.
"Las proyecciones conllevan una considerable incertidumbre y la inflación puede permanecer elevada durante más tiempo", advierte el FMI, señalando entre los factores que pueden contribuir a una mayor subida de los precios están el aumento de los costes de la vivienda y la escasez prolongada de suministro en las economías avanzadas y en desarrollo, o la presión de los precios de los alimentos y la depreciación de la moneda en los mercados emergentes.
Asimismo, desde la institución destacan las diferencias significativas entre las distintas economías, anticipando una inflación más rápida en los Estados Unidos, que impulsará la aceleración de las economías avanzadas, aunque las presiones en la zona euro y Japón se mantendrán relativamente débiles.
En este escenario, el FMI subraya que, si bien las autoridades deben estar preparadas para actuar y garantizar la existencia de marcos monetarios sólidos, la experiencia demuestra la importancia de la comunicación para mantener las expectativas ancladas.
De este modo, advierte de que los responsables deben "hacer equilibrios" entre actuar pacientemente para apoyar la recuperación y
al mismo tiempo, prepararse para actuar rápidamente si las expectativas de inflación muestran signos de desanclaje.
No obstante, recomienda a los bancos centrales mirar más allá de las presiones inflacionarias temporales y evitar endurecer las políticas de forma prematura hasta que haya más claridad sobre la dinámica de precios subyacente.
"Un aumento sostenido de la inflación en las economías avanzadas que provocara una retirada no prevista de la acomodación monetaria podría perturbar los mercados financieros", apunta el FMI, señalando que los mercados emergentes y en desarrollo se verían especialmente afectados
por el contagio resultante a través de salidas de capital y depreciaciones del tipo de cambio, como sucedió en 2013.
De su lado, una inflación elevada perjudicaría a aquellos que dependen principalmente de ingresos laborales, mientras que podría beneficiar a los deudores y perjudicar a los prestamistas.
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