En aquella España las familias eran numerosas. Lo fueron durante años. El régimen franquista favorecía la natalidad, incluso premiando a los hogares con más hijos. Aquella sociedad hizo que el país registrara los niveles de nacimientos más altos jamás vistos. Hoy, aquellos niños se acercar ya a la edad de jubilación. Lo hacen cuando la España que pagará sus pensiones poco o nada se parece a la que vivieron en su infancia.
Ni las familias, ni el mercado laboral es el mismo. La gráfica de las últimas décadas refleja con nitidez el cambio. Los años 60 se escribieron con nacimientos anuales que se movían en horquillas de entre 550.000 y 650.000 alumbramientos anuales, frente a los alrededor de 340.000 que se producen hoy día en nuestro país. También el mercado de trabajo ha cambiado. La precarización se ha extendido y ni las nóminas ni las cotizaciones que suponen son equiparables.
Las consecuencias de una y otra realidad quedan hoy en evidencia en el mercado laboral y en el ámbito social. El sostenimiento del sistema de pensiones acumula lustros de debates y disputas sin cerrar el modelo definitivo y sostenible. Por ahora, las actualizaciones de las pensiones y su equiparación al IPC por ley es el último avance para quienes ya están jubilados.
La incertidumbre sigue sobrevolando a quienes empiezan a acercarse al momento de percibirla. La fotografía se ha sacado de manera reiterada año tras año, cada vez más jubilados y menos cotizantes. El momento crítico se espera para el año 2029. Será entonces la hora de los nacidos en 1964, el año con mayor natalidad en España, 694.000 niños y niñas. En apenas siete años alcanzarán la edad de jubilación. Será la mayor entrada de pensionistas al sistema que jamás se ha producido.
Desequilibrio generacional
Lo hará mientras el grueso del mercado laboral lo integren las generaciones demográficamente más reducidas de la historia y con niveles de cotización más moderados que sus padres. Las generaciones comprendidas entre los años 1975 y 1998 abarcan el periodo de caída de natalidad –y con ella de trabajadores- más abrupta jamás producida en España. De la los 650.000 nacimientos de 1975 en poco más de dos décadas se cayó a datos anuales de nacimientos de 365.000. De este modo, con las cotizaciones de cada trabajador de estas generaciones se tendrá que sostener la pensión de cerca de un pensionista y medio de los años del 'baby boom'.
Ese desequilibrio generacional se prolongará además durante los próximos años. La situación no llega a romper las diferencias demográficas hasta más de una década después gracias al repunte de la natalidad producido a comienzos de los 2000 y que se registró hasta la llegada de la crisis. Desde 2008 la caída ha vuelto a ser constante.
Al desfase poblacional se suma otro de los aspectos que supone una dificultad añadida para el sostenimiento del sistema de pensiones. Las generaciones más numerosas, en particular en las regiones del norte del país, más industrializadas, cuentan con pensiones más elevadas al haber percibido salarios más altos. En sentido contrario, las generaciones que aún se encuentran en la mitad de su etapa laboral y con las que se tendrán que soportar estas pensiones comenzaron a padecer la precarización del mercado laboral que se ha ido agudizando de modo importante posteriormente.
Mano de obra
En regiones como el País Vasco el empresariado lleva años alertando de la dificultad de encontrar mano de obra. Aseguran que el cambio demográfico en Euskadi es sin duda uno de los factores que ha reducido de manera constante la posibilidad de contratar trabajadores suficientes.
En España la natalidad ha sufrido un progresivo proceso de descenso que le ha llevado a convertirse, junto a Italia, en el país con una tasa de nacimientos más baja. Actualmente, según el INE, en nuestro país nacen 7,1 niños por cada 1.000 habitantes.
La situación es desigual en función de cada comunidad autónoma. Regiones del norte como Cantabria, Asturias, Galicia o el País Vasco registran los indicadores más bajos, entre el 4,7 y el 6. Por el contrario, Murcia, con 9 nacimientos por 1.000 habitantes, o Baleares, Madrid y Andalucía con 7,7, son las regiones con mayor natalidad.
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